En una entrevista exclusiva con CUMBRES, Raquel García compartió en primera persona los desafíos y emociones de su travesía épica, revelando tanto la magia del Perú como las duras pruebas enfrentadas en el camino hacia la cumbre.
Perú me ha parecido un país muy mágico, con algo diferente, como cuando vas al Himalaya, mágico, diferente, para vivirlo de otra manera.
La parte de la aclimatación al Ausangate fue dura, muy dura. Kike, el guía de Picos Trekking Company, que es himalayista, ha hecho 6000 o 7000 metros y controla el tema, cuando él dice que la aclimatación del Ausangate es dura, es porque ha sido dura de verdad. No es para hacerlo cualquiera.
Empezamos el trekking del Ausangate en 4.200 metros, cerca de Pacchanta en Coñamuro. De ahí pasamos dos pasos, de 5.000 y 5.200 metros.
Antes de uno de esos pasos, viví uno de los peores días que he pasado allí. Tuve la mala suerte de que toda la ansiedad acumulada durante el proyecto, con los patrocinadores y demás, me salió a casi 5.000 metros. No podía andar, me quedaba sin aire, empezó a llover, a nevar, y había viento.
Como yo no podía caminar a buen ritmo, realmente, todo el equipo se vio perjudicado por acompañar mi andar lento, con tanto frío. De hecho, Juan Pablo, el médico cardiólogo, tuvo que correr hasta el campamento porque empezó a entrar en hipotermia.
Yo no podía respirar bien y Kike me preguntaba qué podíamos hacer. Me tuvieron que coger la mochila. En un momento, me paré porque me ahogaba, y Kike me ofreció un abrazo. Me lo dio, y hay abrazos que curan, sinceramente. Empecé a llorar, a hiperventilar, y a los dos o tres minutos ya caminaba mucho mejor. Parece que me desahogué y solté todo lo malo.
Raquel García al límite
Cuando llegamos al campamento, la ropa en los petates estaba mojada. Aunque llevaba bolsas impermeables, todo estaba empapado. La suerte fue que llevaba paraguas, lo que me salvó. Así que, con la misma ropa que llevaba, excepto las botas que estaban empapadas, me metí en el saco.
La parte de la aclimatación fue espectacular en cuanto a lo que vimos. Daniel, el guía, nos acompañó porque Emanuel tuvo que retirarse por un problema estomacal.
La llegada a Quelccaya fue un espectáculo, pero muy dura. Muchas horas, mucho calor por el día y frío por la noche. Juan Pablo también me tuvo que ayudar con la mochila en la última subida, mientras Toño, el cámara, grababa escenas.
Habíamos acampado a 5.000 metros y subimos hasta los 5.300 o 5.200 en el campamento base del glaciar. La primera vez que pisé el glaciar fue muy emotivo y lo grabamos. Ya en el campamento, una tormenta nos obligó a montar las tiendas rápidamente. La ventisca pasó rápido y el cielo se abrió, ofreciéndonos un espectáculo increíble.
Dormimos poco esa noche, nos acostamos a las 6:00 de la tarde y a las 2:30 de la mañana ya estábamos en pie. El otro día durísimo fue subiendo al glaciar. Estaba muy floja, sin energía, con muchos nervios en el estómago. Íbamos encordados, marcando las zonas con grietas. Al llegar a la cima, estaba sin fuerzas y Quique tiraba de mí. Guillermo, el bombero, confirmó que habíamos llegado a la cima justo cuando estaba a punto de rendirme.
Al llegar a la cima, todos nos abrazamos, pero yo tardé en reaccionar. Finalmente, subimos a 5.666 metros, 16 metros más de lo que marca Wikipedia. Fui la primera mujer en llegar a esa altitud en el glaciar.
Extensión y agradecimientos
Juan Pablo montó un campamento sanitario donde atendió a muchísima gente, incluidos niños y mujeres, que estaban muy agradecidos. En la parte de pintura, con el apoyo del Ayuntamiento de Polanco, dimos materiales a niños para que pintaran. Me traje todas las pinturas a España para hacer exposiciones itinerantes junto a mis obras.
Había una niña realmente superdotada que pintó la figura de José María de Pereda de una manera impresionante. Emanuel, el guía principal, se va a encargar de pagar sus estudios de arte.
En agosto será la primera exposición de las pinturas de los niños peruanos en Suances, y el documental se estrenará en octubre en Cantabria. Será itinerante y se proyectará en varios lugares de España, ayudando así a futuros proyectos, especialmente en la parte social. El autor de la música original incidental para el documental, es el músico y pintor Nacho Ribadulla.
Doy las gracias a todo el equipo: a Guillermo por su sensibilidad, a Toño por su lucha, a Juan Pablo por su ayuda médica y psicológica, y a Kike, mi mejor compañero de montaña. Gracias a los amigos, a mi terapeuta María, y a mi familia, especialmente a mi hermana Maika, a mi madre, mis tías y a mi pareja, Armando.
Así también a los patrocinadores que hicieron posible este desafío: Vextramedia, Suances Turismo, Solo Climb, Camino Lebaniego, Universidad Europea del Atlántico, Fusodeba, Columbus Discover Nature, Mujeres y Deportes, Gobierno de los Corrales de Buelna, Ayuntamiento de Torrelavega, Rosa Díaz alcaldesa de Polanco, Deportes Gobierno de Cantabria, Vidya Yoga.
Raquel García ha demostrado que la fuerza, el coraje y la perseverancia pueden llevarnos a conquistar las cimas más altas, no solo en las montañas, sino también en nuestros propios desafíos personales. La historia de Raquel García es un testimonio de la valentía y el espíritu indomable que reside en cada uno de nosotros.