El monte Everest, símbolo máximo de la grandeza y el desafío humano, se ha convertido en escenario de una serie de incidentes que contrastan profundamente con el montañismo puro y virtuoso que lo caracterizó en el pasado. Desde récords impresionantes hasta tragedias absurdas, la montaña más alta del mundo, Everest 2024, refleja hoy un panorama de polémica y conflicto.
Ya a principios de temporada, un grave accidente ocurrió cerca de la cumbre Sur, a 8.790 metros. Un colapso de hielo golpeó a un grupo de escaladores, arrastrando a varios de ellos. Entre los desaparecidos en Everest 2024 se encuentran el británico Daniel Paul Paterson y el nepalí Pastenji Sherpa.
En otro incidente, el alpinista rumano Gabriel Viorel Tabara fue encontrado muerto en su tienda en el campo 3. Intentaba escalar el Lhotse sin oxígeno embotellado, un reto considerable en un entorno donde el oxígeno es extremadamente escaso.
Dos alpinistas mongoles desaparecieron el 13 de mayo cuando se hallaban cerca de la cima, a 7.900 metros de altura. Sus cuerpos sin vida fueron hallados poco después. Unos días más tarde se produjo la muerte de otro montañista, de nacionalidad keniana, y de su sherpa, que ascendieron temerariamente sin oxígeno artificial.
Récords y logros extraordinarios
A pesar de los peligros, la montaña sigue siendo escenario de logros impresionantes. Kami Rita Sherpa alcanzó la cima del Everest por trigésima vez, siguiendo la ruta tradicional de la cresta sudeste. Su ascenso reafirma su estatus como figura destacada en la comunidad de alpinistas, en un entorno donde cada ascenso representa un desafío monumental.
Phunjo Lama, por su parte, estableció un nuevo récord femenino al alcanzar la cima en 14 horas y 31 minutos. Este logro, logrado sin oxígeno embotellado, subraya la capacidad humana para superar límites extraordinarios.
Una novedad de esta temporada fue la introducción del dron DJI FlyCart 30, diseñado para transportar suministros a altitudes extremas. Este dispositivo logró llevar oxígeno y otros suministros desde el campamento base hasta el campo 1, regresando con desechos. Quedó en evidencia su capacidad para operar en las severas condiciones del Everest.
Por otra parte, el ejército de Nepal encabezó una campaña de limpieza, recogiendo 11 toneladas de basura y recuperando cuatro cadáveres y un esqueleto humano. La operación formó parte de un esfuerzo más amplio para enfrentar el problema ambiental que aqueja al monte más alto de la Tierra.
La temporada Everest 2024 que acaba de culminar deja una cifra de 600 cimas logradas, ocho muertes, algunos récords y el debut de innovaciones tecnológicas.
También se refleja un leve descenso en los permisos de ascenso emitidos -421 contra 471 del año pasado-. De las 600 cumbres exitosas, menos que en 2022 y 2023, solo cuatro lo fueron sin el auxilio de oxígeno extra.
Curiosos logros
La andinista argentina María Belén Silvestris exhibe como un hecho histórico para el montañismo sudamericano, convertirse en la persona más joven de esa región en completar las “Seven Summits”. Con oxígeno suplementario, claro.
El reto consiste en escalar las montañas más altas de cada uno de los siete continentes, culminando con el ascenso al Everest, la cima más alta del planeta. A partir de allí, de esa definición, cada año aparecen numerosos nuevos recordmen o recordwomen. La primera o el primero de algo, vale la foto de cumbre donde la máscara de O2 apenas revela la identidad, y la posterior descomunal difusión en redes sociales.
Controversias y críticas
El alpinismo en el Everest no solo enfrenta desafíos físicos, sino también éticos y legales. Nirmal Purja, estrella ochomilista, enfrenta acusaciones de acoso sexual por parte de dos mujeres alpinistas. Estas acusaciones han tenido un impacto significativo, con patrocinadores retirando su apoyo y hasta un parlamentario nepalí solicitando la prohibición de entrada al país.
Purja afronta investigaciones por hechos ocurridos esta temporada en el Everest 2024, en relación al uso indebido de helicóptero, y a controvertidas -y contradictorias- acusaciones que formuló respecto de un supuesto corte de cuerdas fijas a más de 8.000 metros.
El veterano alpinista Carlos Soria y el periodista y escritor Sebastián Álvaro, dos españoles de vasta experiencia y conocimiento del mundo de las montañas, han expresado su preocupación por la comercialización extrema del Everest.
Soria al respecto reflexionó: “Verdaderamente, hay un alpinismo de paseo. Bueno, el Everest nunca es de paseo, porque a nadie le suben a caballo, pero a mí lo que me parece que es muy feo y muy peligroso son esas colas que se montan en el Everest. Son feas y peligrosas, pero no van a acabar con las montañas ni van a afectar al cambio climático”.
Álvaro es aún más crítico: “Yo en ese aspecto lo tengo claro. Yo ya hace más de tres años que no escribo nada, que no doy un tweet sobre nada de lo que ocurre en el Everest y en las expediciones comerciales”. Agrega que su preocupación principal es el impacto medioambiental y la corrupción asociada con las agencias nepalíes, afirmando que el Everest se ha convertido en “el cementerio más alto del mundo y en el basurero más alto de la Tierra”.
Futuro del montañismo
Hace hoy un siglo, los británicos George Mallory y Andrew Irvine desaparecían en las alturas cuando desafiaban al techo del mundo. No hay acuerdo sobre si hicieron cumbre 29 años antes que el neocelandés Edmund Hillary y el nepalés Tenzing Norgay. Un hito que cambiaría para siempre la historia de la exploración y de los límites del ser humano.
A cien años de la incógnita de los desafortunados Mallory e Irvine, el Everest 2024 sigue siendo un enigma y un desafío. Sin embargo, el montañismo en su estado actual refleja una crisis de valores y una lucha entre el deseo de superación personal y las realidades comerciales y medioambientales.
Soria comenta sobre el impacto humano en el Everest: “En una cadena de montañas de 2.400 kilómetros de largo por 400 de ancho, con cientos de montañas, catorce de ellas de ocho mil metros, pero muchas de siete mil, de seis mil, que suba mucha gente un día o que estén un mes al año allí, eso no cambia el clima”.
Álvaro, por otro lado, aboga por un retorno a las raíces del montañismo: “Desde luego me gusta el alpinismo auténtico, el alpinismo clásico, de gente que se auto organiza, que va a una montaña, que abre una ruta o repite una ruta por su propio medio, en todo caso sin utilizar botellas de oxígeno. Llevo mucho tiempo siendo muy crítico, yo creo que, desde luego, toda la gente que hace expediciones a montañas de 8.000 metros que utilizan botellas de oxígeno, no me parece que tengan ningún tipo de importancia deportiva”.
Lejos de la complacencia o la indulgencia, Sebastián Álvaro considera que “el capitalismo codicioso llevado al límite siempre es así. Para las agencias nepalíes, el número de muertos es un número a poner al lado del de ganancias. Y si la ganancia le sale positiva, lo van a seguir haciendo”.
En resumen, esta temporada Everest 2024 ha sido un reflejo de la “hoguera de las vanidades”, donde logros impresionantes se entrelazan con tragedias y controversias, cuestionando el verdadero espíritu del montañismo en la montaña más alta del mundo.