Un nuevo y asombroso centinela, un enorme cóndor andino de hierro y chapa, desde esta temporada convive -y compite en majestuosidad- con el mismísimo monte Aconcagua (6,960,8 m, Argentina), la cumbre más alta del planeta, excluyendo los Himalayas.
En conmemoración de los 40 años de la creación del área protegida Parque Provincial Aconcagua, la esbelta escultura del emblemático cóndor se erige en aquellas alturas. A 4,250 metros, recibe con sus alas abiertas, a modo de homenaje, a montañistas que vienen de todo el mundo a coronar su cima.
La iniciativa corresponde a la empresa Inka Expediciones, una de las prestadoras de servicios de campamentos y guianza en el Coloso de Piedra. Para su realización, la compañía convocó al artista de Mendoza Pancho Portnoy, un especialista en montaña y arte escultórico, en dosis iguales.
El material de la obra es básicamente chapa, reciclada y batida, y hierro, recolectado por el artista en recortes de la más diversa procedencia, desde sunchos de barriles de vino hasta parte de la carrocería de un colectivo, que mágica y diestramente se transformó en una de las alas del cóndor.
La pieza, en la posición diseñada, mide 4 metros de extensión. Si el cóndor estuviese desplegado a pleno, mediría 5,5 metros, aproximadamente el doble del ave real. Sus 180 kg de peso pasaron a 280 kg con el gavión conformado para oficiar de pie, llenado luego con piedras del lugar.
Portnoy fue batiendo pacientemente la chapa y forjando el hierro en su taller/atelier situado en la localidad de Godoy Cruz, Mendoza, en casi un año de minuciosa tarea. Donación al Gobierno de Mendoza, el ferroso pájaro quedó listo para su traslado a su nuevo hábitat, en Plaza de Mulas.
Cóndor hacia la altura
Primero en transporte terrestre, la escultura fue trasladada desde Mendoza hasta el ingreso al Parque, en Horcones, 180 kilómetros adelante. Luego, el ave metálica, estibada cuidadosamente para su vuelo andino final, viajó en el extremo de la eslinga del helicóptero de la empresa Helicopters.Ar. El diestro piloto, Horacio “Duro” Freschi, en cuestión de minutos depositó suavemente la obra de arte sobre su morada de piedra, en el campo base.
Mirando hacia el poniente, de espaldas a la emblemática pared Oeste. El cóndor andino de Pancho Portnoy parece dar la bienvenida a los caminantes que arriban al base, a cumplir sus sueños de cumbre.
La iniciativa de Inka Expediciones, según confiaron sus directivos, responde exclusivamente a la intención de rendir un homenaje sincero al Aconcagua en su conjunto. Y a todo lo que implica y cobija, en coincidencia con los 40 años de creación del Parque Provincial.
Montañistas, viajeros, turistas, expertos y novatos. Arrieros, guías, porteadores, campamenteros, prestadores de servicios. Guardaparques, médicos, rescatistas, autoridades. Artistas y periodistas. Todos quienes viven el mundo Aconcagua, y recorren cada año sus senderos y laderas, se igualan y comulgan frente al imponente cóndor andino de metal, en un ritual de gratitud y reconocimiento hacia el monarca Aconcagua, que a todos convoca y reúne.