En el imponente escenario de los Himalayas, donde los picos desafían la gravedad y las proezas aéreas son una constante, la historia de Horacio Freschi cobra vida.
Piloto de helicóptero de Helicopters.AR, de asistencia perfecta en cada temporada de Aconcagua -transcurre su temporada 19-, Freschi ha llevado su pasión por la aviación a nuevos extremos, colaborando con la primera empresa sherpa de helicópteros, Helieverest (entre sus dueños se encuentran los responsables de Seven Summits y 14 Peaks), en Nepal, y para la cual también trabaja el reconocido alpinista de elite italiano, Simone Moro.
Esta es la crónica de su viaje, desde el complejo encuentro inicial con Simone Moro hasta lograr volar en los increíbles cielos del monte Everest.
El sueño de Himalaya
Desde el año 2000 Horacio ya acariciaba la idea de volar en los Himalayas. Sus pensamientos lo llevaban a Nepal, pero las oportunidades eran esquivas. “Yo no estoy pensando en irme a vivir a Nepal, a mí me gustaría, me interesaba y me sigue interesando poder compartir experiencias, aprender cosas y tratar de volar en un lugar nuevo, que es para nosotros la quintaesencia de la montaña”, confiesa Freschi, revelando su deseo constante de explorar nuevas alturas.
A pesar de sus intentos previos de conectar con Simone Moro y otros pilotos extranjeros, la oportunidad no se materializó hasta hace unos años. “En 2015 o 2016, Simone me escribió después de una charla que organizamos en Buenos Aires. Esa fue la primera conexión real”, comparte Freschi, señalando el comienzo de una colaboración esporádica que culminaría en una emocionante oferta de trabajo en Nepal.
Viaje a Nepal
La oferta de Simone Moro para unirse a su equipo en Nepal cambió el rumbo de la vida de Horacio Freschi. La oportunidad de volar en el Himalaya, en una región que representa la cima del mundo, no era solo un sueño; era una realidad que comenzaba a tomar forma.
“Me cagué en las patas cuando me dijo eso. Me movió la estantería porque era un sueño que ya me lo estaba dando como imposible y se dio”, revela Freschi sobre el momento en que la realidad superó sus expectativas.
Antes de emprender su viaje a Nepal, se sumerge en la preparación. Desde la gestión de visas hasta exámenes teóricos y prácticos, el proceso de adaptación a las rigurosas demandas de la aviación en el Himalaya no fue fácil. “Me tomaron el examen, me fue bien y después me hicieron rendir al día siguiente un examen oral operacional”, describe los desafíos a los que se enfrentó antes de emprender su vuelo al país asiático. Que incluyó la necesidad de adaptarse a operar permanentemente utilizando el inglés como idioma principal.
Primeros vuelos en los Himalayas
La realidad de volar en los Himalayas conlleva una complejidad única. Desde la meteorología hasta la topografía, Freschi se enfrenta a desafíos inesperados pero emocionantes. “La meteorología es completamente distinta. El viento no es mucho más leve que en Aconcagua, pero la disposición de la cordillera hace que el viento te perjudique menos para volar”, explica, destacando las diferencias clave que enfrenta en esta región.
Su primer vuelo solo en Nepal, hacia la región donde nació Buda, se convierte en una experiencia significativa. “Me filmaron el despegue, el aterrizaje. La meteorología era marginal, por bruma y humo. Al regresar me dijeron ‘captain’, me señalaron a la Reina Batata y me asignaron a Lukla”, comparte Freschi, destacando la camaradería y la peculiaridad de sus helicópteros bautizados con nombres como “Susanita” y “Reina Batata”.
Desafíos y logros en las alturas
Con el inicio de la temporada alta de Everest, Freschi se encuentra en el epicentro de la actividad en el Himalaya. Sin embargo, la falta de aeronaves disponibles y la necesidad apremiante de vuelos comerciales complican su adaptación. “Cambió todo, porque ellos tenían trabajo para cuatro helicópteros, pero poseían tres y se les dañó uno”, explica sobre los desafíos operativos que enfrentó en Nepal.
La adaptación a la complejidad del tráfico aéreo en el valle y la dinámica entre los pilotos locales se convierten en desafíos diarios. “Como pasa en todos los ambientes, en los pilotos pasa lo mismo, suele haber celo profesional”, reflexiona, destacando las singularidades que enfrentó en los Himalayas.
A pesar de ello, Freschi logra cumplir su misión y explorar varios ochomiles. Desde el Annapurna hasta el Kanchenjunga dejaron su huella con sus paisajes impresionantes. “Me hice el Makalu BC, no lo terminé por falta de combustible, hice tres o cuatro entradas”, comparte, recordando sus múltiples misiones en seis de los ocho ochomiles nepalíes.
Sueño cumplido, futuro abierto
La experiencia de Horacio Freschi en el Himalaya ha sido un sueño cumplido, pero su historia está lejos de llegar a su fin. “Me gustaría volver, tengo que acomodar cuestiones fundamentalmente familiares y también profesionales”, revela sobre sus planes futuros.
Pero, con humildad, Freschi reflexiona sobre su papel en esta aventura, destacando la importancia de abrir caminos para futuros pilotos argentinos. “Lo más importante no es haber sido el primer argentino, sino no ser el último”, enfatiza al respecto. Durante la pasada temporada del otoño boreal, colaboró con otro piloto que vuela para Helicopters.AR, Pablo “Cchec” Slavik, para que pudiera también cumplir su anhelo de volar en el Techo del Mundo. Demuestra así su deseo de allanar el camino para colegas y generaciones futuras.
Su experiencia en Nepal es un capítulo en constante evolución de su carrera. Horacio Freschi, el aventurero de los cielos de Aconcagua, ha dejado una marca en los Himalayas, llevando consigo la pasión por volar en las alturas. Y desafiando las fronteras de lo posible en el vasto y deslumbrante mundo de la aviación en la montaña. Su historia refleja su perseverancia, dedicación y el eterno deseo de explorar nuevos horizontes.