Se trata de un 5 mil poco frecuentado de la cordillera Blanca, en Perú. Julieta Ferreri logró abrir una nueva vía por la difícil cara Sur-suroeste.
Por Julieta Ferreri

El nevado Huayllaco (5.460 m) es una montaña muy poco conocida y menos aún frecuentada. Se encuentra en el fondo de la quebrada homónima, en el extremo Sur de la cordillera Blanca, departamento de Ancash, Perú. Si bien la cordillera Blanca es bastante conocida en el montañismo internacional, la mayoría de quienes escalan sus nevados se concentra en montañas comerciales. El resto es bastante solitario y aún quedan zonas poco frecuentadas, como la quebrada Huayllaco.
Los primeros en registrar un ascenso al Huayllaco fueron el italiano Domingo Giobbi, junto a Eugenio Ángeles y M. Ángeles en 1963. La ruta de la conquista fue por la arista Sudeste, la única, aparentemente, existente hasta entonces en esa montaña.
En junio de este 2018 escalamos junto a Marcelo Motta el nevado Raria (5.576 m), otra montaña casi desconocida a la cual accedimos por esta misma quebrada. Marcelo es un experimentado guía profesional de montaña asociado a AAGM y a AAGPM y acreditado en Aconcagua. Lidera expediciones en alta montaña y trabaja en entrenamiento y consultoría en gestión, liderazgo, motivación e innovación. Durante esa expedición pudimos observar la hermosa pared Sur-suroeste del Huayllaco, que termina en la arista Sureste, defendida por extensas y peligrosas cornisas de nieve.
De regreso en Huaraz y luego de las investigaciones pertinentes, descubrimos que esa pared no registraba ascensiones. Decidimos ir a escalarla, y en julio realizamos otra expedición a la quebrada Huayllaco. No teníamos certeza de poder cruzar las peligrosas cornisas para llegar a la arista, y de ahí seguir hasta la cumbre. Decidimos que valía la pena explorar esa cara que, supuestamente, todavía no había sido escalada.

Como en la expedición anterior, acampamos junto a la laguna Verdecocha (4.650 m), de un turquesa alucinante. El clima no era bueno, había mucho viento y pequeñas nevadas nocturnas. Permanecimos dos días en la carpa en espera de un cambio en las condiciones. Finalmente, en la tercera noche, el viento se redujo considerablemente y el cielo se despejó totalmente. Había llegado nuestro momento.
A las 2:30 comenzamos a caminar. Escalamos el primer glaciar que ya conocíamos, pues era el mismo que en la ascensión del Raria. Amanecía cuando dejamos el camino ya conocido para desviarnos a la derecha por el glaciar que nos llevaría a la entrada de la pared. Tras cruzar algunas grietas por puentes de nieve algo frágil, llegamos al pie de nuestra ruta. Por tratarse casi de una cara Sur, que pasa gran parte del día en la sombra, pensamos encontrar hielo de buena calidad. Elegimos una linda directa por la pared con inclinación media entre 60º y 70º que llevaba a una porción rocosa en el extremo izquierdo de las cornisas, ya bien cerca de la cumbre principal, donde tal vez fuese posible cruzar ese obstáculo de hielo para llegar a la arista. Pero en toda la pared predominaba la temible “nieve polvo”, típica de la cordillera Blanca, que dificulta mucho la progresión principalmente en paredes de esa inclinación.
Luego de 5 largos y a escasos 10 metros de la arista cumbrera, resolvimos concluir la ascensión ya que la inestabilidad de la nieve en el punto más inclinado, junto a las amenazantes cornisas, no garantizaban las mínimas condiciones. Pero la línea de la cara Sur-suroeste está abierta, y fue realmente fantástico poder escalar una pared tan bonita y que muy probablemente nadie haya visitado. Graduamos la ruta en D (difícil) en la escala alpina.
En la tan visitada cordillera Blanca todavía es posible encontrar muchas posibilidades para abrir nuevas rutas. Basta buscar, ser creativo y adherir al espíritu del montañismo de exploración.
Montañismo de exploración

Julieta Ferreri nació en Buenos Aires en 1985. Desde pequeña le gustó la naturaleza, el deporte, los desafíos, los viajes y la aventura.
Comenzó a escalar montañas en Ushuaia, en donde vivió durante un año. Luego se mudó a Mendoza para hacer la carrera de guía de trekking en la EPGAMT (Escuela Provincial de Guías de Alta Montaña y Trekking). Una vez recibida empezó a trabajar como guía en Aconcagua y Cordón del Plata durante la temporada de verano, en el Norte de Chile entre temporadas, y en Bolivia y Perú en invierno, donde dedica gran parte del tiempo al montañismo de exploración, escalando montañas casi desconocidas y abriendo nuevas rutas.
Para ella, escalar montañas más que un deporte o una profesión es un estilo de vida lleno de desafíos y aventuras, al que dedica todo su tiempo y sus recursos.
Sus planes a futuro son llevar su actividad a mayor escala, viajar a otros continentes para explorar nuevas cordilleras en regiones inhóspitas y escalar montañas poco conocidas. Seguir perfeccionándose como deportista para estar a la altura de nuevos y más grandes desafíos.