El uso de gas xenón para acelerar la aclimatación en el montañismo ha suscitado un intenso debate sobre la ética y la seguridad en la práctica del alpinismo, especialmente en el contexto de expediciones comerciales al Everest.
Esta controversia se centra en la iniciativa del guía austríaco Lukas Furtenbach, quien ha propuesto un enfoque radical que permite a sus clientes escalar el Everest en tan solo una semana, utilizando xenón para facilitar la aclimatación.
La propuesta de Furtenbach
Furtenbach, director de Furtenbach Adventures, ha diseñado un programa que incluye la inhalación de xenón antes de la expedición.
Este gas, conocido principalmente por su uso como anestésico y propulsor de cohetes, se ha sugerido como una herramienta que podría aumentar la producción de eritropoyetina (EPO), una hormona que mejora la capacidad del cuerpo para transportar oxígeno.
Según Furtenbach, este método permitiría reducir significativamente el tiempo necesario para aclimatarse a las altitudes extremas del Everest, donde los niveles de oxígeno son peligrosamente bajos.
La propuesta ha sido recibida con escepticismo y crítica dentro de la comunidad alpinista. El artículo del Financial Times destaca que el enfoque comercializado por Furtenbach podría trivializar el montañismo. Tanto que llegaría a desdibujar los límites éticos establecidos por generaciones de escaladores.
La posibilidad de escalar el Everest en una semana, con un costo aproximado de 150,000 euros por persona, plantea preguntas sobre la autenticidad y el espíritu del alpinismo clásico.

Análisis científico
Un informe de la comisión médica de la Union Internationale des Associations D’Alpinisme, o International Climbing and Mountaineering Federation (UIAA), ofrece un análisis científico sobre el uso del xenón en la aclimatación.
Aunque se reconoce que el xenón puede tener efectos positivos en la producción de EPO, la investigación sobre su eficacia en alta montaña es limitada.
Los expertos advierten que cualquier método nuevo debe ser evaluado cuidadosamente para evitar riesgos innecesarios para los escaladores.
El uso del xenón también plantea preocupaciones sobre la seguridad y el potencial dopaje. La Agencia Mundial Antidopaje ha incluido el xenón en su lista de sustancias prohibidas debido a su uso en deportes competitivos. Esto genera un dilema ético para los escaladores: ¿se considera dopaje utilizar un método que podría mejorar el rendimiento físico? La falta de regulaciones claras en el montañismo comercial complica aún más esta cuestión.
Opinión crítica
Una de las voces de análisis crítico más lúcidas que apareció fue la del reconocido periodista y expedicionario italiano Gian Luca Gasco. El editor de Lo Scarpone, el magazine de montaña del Club Alpino Italiano, ofreció una perspectiva crítica sobre la tendencia hacia expediciones rápidas y comerciales.
Gasco sostiene que la búsqueda de ascensos más rápidos y cómodos refleja una “ampliación exagerada e irracional” de los límites del montañismo. Además, impulsada por intereses comerciales que desdibujan el verdadero espíritu del alpinismo clásico.
También argumenta que la esencia del montañismo radica en la conexión con la naturaleza y en el desafío personal que implica escalar montañas. Sin embargo, la introducción de métodos como el uso de xenón para facilitar la aclimatación transforma esta experiencia en un simple producto comercial. “La montaña no es un parque de diversiones”, señala Gasco, enfatizando que el alpinismo debe ser una experiencia que valore la perseverancia y el esfuerzo humano, no una carrera por alcanzar cumbres a toda prisa.
Además, el italiano critica la normalización del uso de tecnologías que podrían considerarse como formas de dopaje. Furtenbach argumenta que el xenón puede hacer que las expediciones sean más seguras al reducir el tiempo de aclimatación. Pero Gasco plantea serias dudas sobre las implicaciones éticas de este enfoque.
“¿Dónde trazamos la línea entre la innovación y el dopaje?”, se pregunta, sugiriendo que el uso de xenón podría trivializar los logros de aquellos que escalan montañas sin asistencia artificial.
El editor también menciona cómo esta tendencia hacia expediciones rápidas se ha visto exacerbada por la presión social y comercial en un entorno donde las redes sociales juegan un papel crucial. Los escaladores buscan constantemente nuevos “primeros pasos” o récords que compartir, lo que a menudo lleva a decisiones apresuradas y potencialmente peligrosas. Gasco advierte que esta mentalidad puede llevar a una desensibilización ante los riesgos reales asociados con el montañismo en altitudes extremas.
Finalmente, Gian Luca Gasco concluye su análisis subrayando la importancia de preservar el legado del alpinismo clásico. “La montaña debe ser respetada”, afirma, instando a los escaladores a reflexionar sobre sus motivaciones y sobre lo que realmente significa alcanzar la cumbre.
En un momento en que el Everest se ha convertido en un destino ultra comercializado, su mensaje resuena con fuerza. El verdadero espíritu del alpinismo no se mide en días o semanas, sino en la dedicación y el respeto hacia la montaña misma.

Tiempos modernos
El uso del gas xenón en las expediciones al Everest subrayan un dilema fundamental en la evolución del montañismo contemporáneo.
La propuesta de ascensos rápidos con métodos “no convencionales”, como inhalar xenón, plantea preguntas sobre la ética y la autenticidad en la práctica del alpinismo.
A medida que el Everest se convierte en un destino tan comercializado, el verdadero espíritu del montañismo se ve amenazado por la búsqueda de experiencias rápidas y superficiales.
La esencia del alpinismo ha sido tradicionalmente la perseverancia, el esfuerzo físico y la conexión íntima con la montaña. Sin embargo, el enfoque de Furtenbach podría trivializar estos valores fundamentales.
La creciente comercialización del montañismo, impulsada por la demanda de aventuras instantáneas y experiencias únicas para compartir en redes sociales, ha llevado a una desensibilización ante los riesgos inherentes de escalar en altitudes extremas.
Además, el uso de tecnologías como el xenón plantea preocupaciones sobre el dopaje y la integridad deportiva. Aunque Furtenbach argumenta que su método puede hacer que las expediciones sean más seguras, la falta de regulaciones en el montañismo comercial deja a los escaladores y operadores a merced de sus propios principios morales.

Reflexiones finales
La pregunta sobre dónde trazar la línea entre la innovación y el dopaje se vuelve cada vez más relevante, en un contexto donde los límites éticos son cada vez más difusos.
En última instancia, la controversia invita a una profunda reflexión dentro de la comunidad de montaña. Un verdadero escalador debería considerar no solo sus motivaciones personales para alcanzar cumbres. También debería tomar nota de las implicancias más amplias de sus decisiones en un entorno tan extremo como Everest.
La alternativa por ascensos rápidos y accesibles puede resultar atractiva, y muchos podrían considerarla una nueva forma de experimentar el montañismo. Sin embargo, es interesante reflexionar sobre cómo el verdadero valor de esta actividad podría residir en el viaje en sí, en la conexión con la naturaleza. En definitiva, en el respeto por las tradiciones que caracterizaron al alpinismo a lo largo de los años.
La montaña, con su majestuosidad y desafíos, invita a una apreciación más profunda que va más allá de simplemente alcanzar la cumbre. Tratarla con reverencia podría enriquecer la experiencia, evitando que se convierta en un mero escenario para satisfacer deseos comerciales o ansias inmediatas.