
Los alpinistas franceses Sébastien Ratel, Léo Billon y Benjamin Védrines completaron la Trilogía de los Alpes en invierno tras ascender en un mes las tres caras Norte más emblemáticas: el Eiger (3.967 m), el 16 de enero por la direttissima John Harlin; las Grandes Jorasses (4.208 m), el 26 de enero por la diretta de l’Amitié; y el Matterhorn el 9 de febrero por la vía Gogna-Cerruti.
“El viento, la nieve fresca, se soltó el día antes de nuestra salida y dudamos hasta el último momento”, admitió Benjamín en sus redes sociales en referencia a la Gogna-Cerruti del Matterhorn, o Cervino, con un desnivel de 1000 metros y una dificultad A2, 6b, M7.
Así, debieron completar la ascensión en el día, algo nunca antes hecho por esa ruta que asciende por la cara sobresaliente de la Naso (nariz) di Zmut, ascendida por vez primera en en julio de 1969 por Alessandro Gogna y Leo Cerruti, que legaron su nombre.
Para este último impresionante ascenso, los escaladores aprovecharon una ventana extremadamente corta a comienzos de esa semana. “Sin vivac, con el viento anunciado para la noche del miércoles al jueves, ¡teníamos que salir a toda costa! No teníamos margen de error”, agregó Védrines.

A las 18:20 del miércoles 9 de febrero, tras el largo día de escalada, los tres alcanzaron la cumbre del Matterhorn de 4.478 metros, sin poder ocultar el alivio y la felicidad. Era la cima con la que completaron la trilogía de las históricas directas de las tres grandes caras Norte de los Alpes, y en invierno.
Historia en los Alpes
El primero que completó la trilogía, uno de los más altos desafíos del alpinismo de todos los tiempos, fue nada menos que Gaston Rébuffat, quien precisó 7 años para lograrlo por vez primera, entre 1945 y 1952.
Una comparación más precisa podría hacerse con la aventura de Patrice Glairon-Rappaz y Cédric Périllat, primeros en intentar la trilogía en invierno por las directísimas. Esa tarea que les demandó casi dos meses, entre el 14 de enero y el 11 de marzo. Aquel dúo tuvo problemas para hallar la salida de la Harlin en el Eigger. De hecho debieron retroceder en la ruta Heckmair, en la parte superior de la cara.
Los propios alpinistas franceses que lo replicaron en menos de un mes en este 2022, reconocieron la evidente alta eficacia en el emprendimiento. Un verdadero desafío del más puro estilo alpino, no exento de análisis, compromiso y motivación.