Sin experiencia en montaña, Nadir Dendoune en 2008 mintió en su curriculum de alpinista para ser aceptado en una expedición inglesa. A duras penas, el periodista y ocasional himalayista logró el impensado objetivo. Luego escribió un libro y motivó la película de Netflix “L’Ascension”. Una apasionante historia de vida signada por el racismo y el desprecio, y afrontada con el empecinamiento de cumplir sueños.
En 2008 Nadir Dendoune ascendió el monte Everest. Como tantos otros, diría alguien con meridiana razón. Pero tan solo comenzar a desdoblar los pormenores de la noticia, se transforma en una verdadera historia de aventuras, persistencia, racismo. En definitiva, de profunda humanidad.
Nadir Dendoune llevaba hasta ese mayo de 2008 una vida ya notable, aunque su trascendencia mundial lo fue a partir de la película de 2017 “L’Ascension” que, dirigida por Ludovic Bernard y producida por Netflix, narra su historia. Un film “al estilo Hollywood” que en tono de comedia apenas entretiene con la anécdota del Everest. Pero Nadir Dendoune es más, simboliza mucho más que eso.
Hijo de un matrimonio de inmigrantes de la entonces colonia francesa Argelia, nació el 7 de octubre de 1972 en el suburbio parisino de Ille-Saint-Denis, en Francia. Su infancia transcurrió en el posteriormente mítico “93” de aquel arrabal.
En julio de 1993 de alguna inconcebible manera, este franco-argelino voló a Australia. Su idea era recorrer 3.000 kilómetros de la enorme isla en bicicleta. Al año siguiente regresó a Sydney donde vivió hasta 2001 y obtuvo ciudadanía australiana.
En septiembre de ese año, volvió a las rutas en su bicicleta, pero esta vez para una gira mundial, en solitario. Patrocinado por la Cruz Roja australiana, su desafío de ocho meses consistió en promover la toma de conciencia sobre la lucha contra el SIDA.
Un par de años más tarde Nadir Dendoune se asoma a la notoriedad en Bagdad, cuando voluntariamente oficia de “escudo humano” para que EE.UU. desista de la guerra con Irak.
Milita decididamente por los derechos del pueblo palestino. En 2004, a raíz de la Segunda Intifada, oficia como educador en Ile-Saint-Denis, y promueve encuentros entre jóvenes judíos y musulmanes franceses.
Nadir tomó la decisión de estudiar y logró graduarse como periodista en el prestigioso Centro de Formación de Periodistas (CFJ). En esa época escribió un libro llamado “Carta abierta a un hijo de inmigrante”, en donde recorre las complejidades de la vida de un descendiente de árabes en la contradictoria Francia.
Entrevistado por el periódico Libération, Nadir Dendoune define con crudeza la realidad que le tocó vivir: “Yo nunca me sentí como en casa en Francia. He tenido un puto resentimiento toda mi vida, me gustaría superarlo. Los inmigrantes tienen el deber de amar a Francia, cerrar la boca o irse. Mis padres siempre me decían ‘sé muy educado. No hagas ruido o nos echarán’. Yo llegué a comprender que nadie tenía que exigirme que amo a Francia más que a otros franceses. No estoy orgulloso de ser francés. No canto la Marsellesa ni me gusta el racismo descarado de las bromas de los políticos franceses. Sin embargo, me guste o no, soy francés”.
“No sabía cómo, pero sabía que llegaría”
En 2008 a Nadir Dendoune se le metió en la cabeza que quería escalar la montaña más alta del mundo, Everest (8.848 m, Nepal/China), sin más experiencia en montañismo que algunas sesiones en el rockódromo de Ille-Saint-Denis.
Su idea era una expedición solitaria, pero su locura no llegó a tanto. Sí lo fue para mentir en su curriculum vitae de alpinista para que lo aceptaran en un equipo anglosajón que iba a Everest. “Les hice creer que había escalado el Mont-Blanc y el Kilimanjaro. Bien podría haber dicho Annapurna o la Luna, no costaba más. Pero funcionó”.
Una vez en Nepal, los expertos alpinistas ingleses y estadounidenses rápidamente repararon que Nadir Dendoune no sabía nada de lo que estaba haciendo, cuando ni siquiera podía ponerse un arnés.
Así fue como le hicieron sentir que no formaba parte del grupo, que estaba excluido. “Yo era el ‘tocard’ francés” recuerda en referencia al burlesco apelativo puesto por los miembros de la expedición, convencidos de que no haría cima. “Fue muy duro. Me encontré con bastardos ingleses y estadounidenses que solo me rompieron las pelotas diciéndome que habían venido a defendernos en 1942 y que se habían quedado solos en Irak”.
Ese desprecio y segregación, tantas veces vivida por Nadir durante su vida, actuaron como motivación. Empecinado, añoraba cada vez más su objetivo, plantar las dos banderas, de Francia y Argelia, en el punto más alto del planeta. Y convertirse en el primer franco-argelino en estar allí.
Lo logró. Tres horas después de sus “compañeros”, sin experiencia ni preparación en montaña, Nadir Dendoune estaba ese 25 de mayo de 2008, absolutamente agotado, en la cima del mundo. Con su orgullo ancestral intacto.
No fueron las banderas las que pudo plantar en Everest. Se le volaron en el ascenso y eso no le preocupó tanto. Pero sí elaboró un pequeño corazón con el número “93”, el de aquel departamento de inmigrantes en los suburbios de París donde creció.
“Ahora sé que nunca volveré a hacer una montaña en mi vida”, dijo entonces. Pero no lo cumplió: Mont Blanc, Kilimanjaro, Elbrus y Aconcagua en los años siguientes le dieron veracidad a su curriculum.
Visibilidad en ascenso
En 2010 Nadir Dendoune decidió relatar su tan singular experiencia en un libro al que llamó “Un tocard sur le toit du monde”. Fue un éxito editorial y en 2016 se editó en formato pocket, lo que le dio aún más visibilidad.
En 2017 Netflix decidió llevar la historia a la pantalla, de la mano del director Ludovic Bernard y protagonizada por el actor Ahmed Sylla. “L’Ascension” logró también un rotundo éxito, pese a lo acotado de su contenido.
Mientras tanto, Nadir Dendoune siguió protagonizando particulares eventos, todos vinculados a su condición de francés sin identidad, de árabe sin serlo del todo. De empecinado realizador de sueños y destinos.
En 2012 fue invitado a participar del show televisivo “Le Grand Journal” en Canal +, para participar en un panel que analizaría la reciente desaparición de escaladores en el Himalaya. En su camiseta llevaba escrito la palabra “Palestina ” y una inscripción en árabe. Nadir Dendoune denunció entonces, a raíz de eso, fue víctima de la censura por parte del canal de televisión.
En enero 2013, acreditado en Irak como periodista de Le Monde Diplomatique, Dendoune fue arrestado mientras tomaba una foto de una planta de tratamiento de agua en Dora. Alojado en la prisión central de Bagdad, desde allí siguió escribiendo informes y columnas sobre el conflicto y su situación. Tras 23 días de detención y airosos pedidos internacionales, fue liberado el14 de febrero de ese año.
El designio de la sangre
En su libro autobiográfico “Nuestros sueños de los pobres” (2017), rinde literario homenaje a sus padres. Un año más tarde realizó el documental “Des figues en April” centrado en la vida de su madre, Messaouda Dendoune, octogenaria en el exilio, ya solitaria por la muerte de su esposo, el papá de Nadir.
“Es por ellos que estoy aquí hoy -reflexiona Nadir-. Hay venganza, como hijo de un trabajador, pero también hay una venganza cultural, de un hijo de un argelino analfabeto que puede publicar un libro en francés”.
Nadir Dendoune admite que “en el mundo del montañismo, soy visto como un extraterrestre”. Pero encuentra que su historia y sus hazañas son una parábola para todos los niños del “93”, donde, pese a su fama, aún hoy vive el periodista y alpinista ocasional.
“El mensaje es adónde quieres ir y no adónde otros quieren retenerte”. Él quiere que sus vecinos se sientan “orgullosos de su departamento. Es súper importante, sobre todo en un territorio que acumula dificultades”.
“Soy un hijo de la colonización, no de la inmigración”, concluye Nadir Dendoune, pero aclara que no pretende ser representativo de nada ni nadie: “No estoy ni bien ni mal, es mi verdad. Sé, por ejemplo, que mis hermanas (tiene siete) no todas han experimentado cosas como yo. Pero cuando escribí mi libro, recibí un montón de cartas de personas que decían ‘Tu vida es mi vida’”.
Video de Le Parisien TV. Nadir Dendoune opina sobre la película Everest.