Montañeras Adeban es el primer club de España creado por mujeres para ejercer la pasión por las montañas que las une y que comparten con todas quienes quieran sumarse.
Este 2023 decidieron dar el gran paso, y se largaron a organizar una expedición al Aconcagua (6.960,8 metros, Mendoza, Argentina), que concretaron durante enero de 2024. Guiadas por Marta Alejandre, guía y ochomilista. La idea: demostrar que la edad no es ni por asomo un impedimento, con su grupo de montañeras cuyas edades oscilen entre 50 y 75 años.
Así fue como partieron desde Madrid el 3 de enero sin patrocinadores privados, aunque sí con apoyo de OS2O Barrabés y la inestimable asistencia logística de la empresa Aragón Aventura, de la ciudad de Jaca, en el Pirineo aragonés.
Amelia Bella, Laura Hernández, Astrid García, Marta Alejandre (guía), Carmen González, Elena Elipe, Elena Julián, Cristina Izquierdo, Maite Pariente y Ana Bravo. Más Miguel y Rubén Pollán, los hijos de Amelia, cruzaron el Atlántico para encarar la aventura más intrépida de sus vidas.
Saliendo desde Nido de Cóndores, y afrontando en total 1,500 metros de desnivel positivo, tres de ellas, Astrid, Maite y Ana, y la guía Marta, llegaron a la cumbre el viernes 19 de enero, y también los dos muchachos. Mientras las demás, por diferentes circunstancias, debieron abandonar el intento en algún lugar del ascenso.
Todo estuvo muy bien, hubo lágrimas en la cima, abrazos, fotos. Justo cuando allí estaban, hizo cumbre un nutrido grupo del Ejército argentino.
Descendieron en buena condición y se reunieron todas en Nido de Cóndores para descansar y celebrar. Al otro día descendieron a Plaza de Mulas, luego a Horcones, y de allí en bus a Mendoza. Todas felices y satisfechas, las que hicieron cumbre y las que no lo lograron. Se van más amigas y unidas que nunca, y demostrando que la mujer todo lo puede.
El relato
La travesía desafió las expectativas y rompió sin dudas con estereotipos. Un grupo excepcional de mujeres, las Montañeras Adeban, alcanzó la cumbre del Aconcagua, la montaña más alta de América del Sur.
Entre las valientes aventureras, con edades que oscilan entre los 50 y 75 años, lideró Marta Alejandre, una guía experimentada que ha encabezado expediciones en algunos ochomiles, los picos más desafiantes del mundo.
Desde el aeropuerto de Madrid, las apasionadas montañeras emprendieron su viaje hacia la cordillera de los Andes el 3 de enero. A bordo, el grupo diverso irradiaba entusiasmo y determinación.
Marta Alejandre, la líder del grupo, compartió sus expectativas para la expedición y destacó la importancia de desafiar las percepciones sobre lo que las mujeres de cierta edad pueden lograr.
“No importa la edad; lo que importa es el espíritu y la voluntad de enfrentar desafíos. Estamos aquí para romper barreras y mostrar que cada etapa de la vida tiene sus propias cumbres por conquistar”, expresó Marta durante el vuelo, en un relato que se difundió diariamente por una radio regional.
Hacia arriba
En Buenos Aires, el calor contrastante del verano argentino acogió a las Montañeras Adeban. Laura, médica y la más joven del grupo, compartió impresiones sobre el vuelo sin contratiempos y su papel en la atención médica durante el trayecto. Este momento destacó la importancia de la preparación para cualquier eventualidad en las alturas.
Una vez en Penitentes, Carmen describió el traslado hacia esta región a 2.720 metros de altitud. Desde Confluencia, el primer campo de aproximación ya dentro del Parque Aconcagua, Elena Elipe relató los primeros días de aclimatación y los preparativos para enviar suministros al campamento base de Plaza de Mulas. Las palabras de Carmen enfatizaron la belleza del Parque Provincial Aconcagua, mientras que Elena compartió sus impresiones de las majestuosas vistas de los Andes.
La travesía a Plaza Francia, con sus paisajes deslumbrantes, marcó un punto culminante en la preparación del equipo para la ascensión. La formación de equipos y el espíritu de colaboración se hicieron evidentes en este momento crucial.
En campo base
Cristina describió a su turno el día de descanso en Plaza de Mulas, a 4.360 metros. Las montañeras aprovecharon ese tiempo para realizar prácticas, explorar el campamento base y prepararse física y mentalmente para los desafíos venideros.
La visita a una galería de arte allí erigida y sesiones de yoga se convirtieron en momentos únicos que resaltaron la diversidad de talentos y habilidades dentro del grupo.
“Este viaje va más allá de la cumbre; es una oportunidad para explorar nuestras fortalezas individuales y colectivas. La montaña nos une de una manera que ninguna otra experiencia puede hacerlo”, reflexionó Cristina.
La guía Marta compartió la experiencia de la ascensión al cerro Bonete, de 5.037 metros. La participación activa de todas las integrantes, junto con la emoción compartida con otro grupo en la cima, resaltó la dificultad y la importancia de la aclimatación en la altitud extrema.
“Cada paso es una conquista, y cada cumbre intermedia nos acerca más a nuestro objetivo final. La montaña nos enseña paciencia y humildad”, reflexionó Marta.
Amelia dejó sus palabras también en la fase final hacia la cumbre del Aconcagua. Con temperaturas extremas y vientos desatados, el grupo mostró una resistencia impresionante. La solidaridad y el apoyo mutuo fueron fundamentales para superar los últimos obstáculos.
Objetivo logrado
Ya en el campo base, de regreso de la cumbre de casi 6.961 metros, Ana compartió un relato deslumbrante. Emociones, cansancio y celebración se entrelazaron mientras las Montañeras Adeban dejaban su huella en la cima del Aconcagua. La determinación del grupo se reveló en el último tramo, demostrando que, con valentía y compañerismo, no hay montaña imposible.
Maite, por su parte, compartió detalles del descenso y regreso a Plaza de Mulas. El cansancio era evidente, pero el sentimiento de logro era indescriptible.
El vuelo de regreso a España cerró este épico capítulo de Montañeras Adeban en Aconcagua, dejando un legado de valentía y compañerismo que seguramente resultará inspirador para cientos de mujeres que surcan las montañas del mundo entero.
Este magnífico viaje de las Montañeras Adeban no solo resultó en la conquista de una montaña imponente, sino que también desafió percepciones, rompió barreras y dejó una huella duradera en la historia del montañismo femenino español.
Es que, cuando se combinan la pasión, la resiliencia y la cooperación, no hay límites para lo que un grupo de mujeres intrépidas puede lograr.