Correr? Corríamos pocos y dispersos. Corrían los que formaban parte del atletismo. De a poco se empezó a masificar con el apoyo de las ciencias de la salud que, sin saber mucho por qué, empezaron a “prescribir” ejercicio físico, caminar, trotar, hacer gimnasia…
Luego comenzó el furor de correr carreras, deformaciones del atletismo convencional en sus formatos y distancias, superficies y categorías. El fenómeno fue emboscado por los que no podían formar parte de las elites. O porque los deportes de conjunto no los adoptaban como miembros. El deporte inclusivo es un invento del modernismo. Antaño era un modo de separatismo que dividía, basta con analizar lo que ocurría en el Circo Romano y en la antigua Grecia para darse cuenta del analfabetismo descomunal de creer que siempre el movimiento unió a las masas como lo hace hoy.
Desde mi humilde observación en los últimos 30 años, habiendo vivido el running desde adentro como corredor y entrenador, habiendo escuchado a cientos de corredores contarme sus grandes o miserables “corro porque…”. Investigando en adherencia en la relación entre entrenador y entrenado como tesis magistral. Percibiéndome en un propio descontento. Me animo arriesgar que estamos, desde hace un par de años, asistiendo al final de una época donde el circuito demarcado, los residuos de geles en los senderos, la suerte que acompaña a las organizaciones desprovistas de seguridad real y la euforia con frases estúpidas como “cuánto falta” al arrancar un ultramaratón por parte del mismo que a los 10K pide lo saquen de carrera o se enoja cuando al final hay una subida… se está acabando.
Vuelta de página
La gente corre en equipos, pero sus aprontes o super compensaciones la hacen solos. Los grupos de whatsapp de los equipos explotan, los grupos implosionan, los viajes para las carreras más nutridas de seguridad, confort y “prensa” dejan paso a la búsqueda de actividades donde la introspección gana territorio.
Los entrenadores ya no estamos dispuestos a ser todo y darlo todo, entendemos que las probabilidades de graves accidentes son cada vez mayores, los clientes cuestionan los pedidos de estudios médicos y los médicos no se le animan a las grandes distancias. La gente se muere corriendo porque hay más gente que corre. Ya no nos ponemos tan contentos cuando los senderos están repletos de depredadores y cuestionamos a los menos limpios. A los que dejan sus huellas y a los que desconocen las reglas de un deporte con pocas reglas.
Creo, y me animo a decir que en breve lo probaré, que el aterrizaje de los pseudoentrenadores corredores que han logrado usar los espacios que debieran ser para los que hemos estudiado, están avalados por los pseudoperiodistas que invitan a sus programas a quienes infringen la ley. Y los consumidores irresponsables (algunos corredores) que prefieren el exitismo, Google. Y los menos irresponsables aprenden con You Tube.
El nuevo corredor
Para cerrar esta idea atada de realidades paralelas al running, arriesgo el perfil del nuevo corredor. Ese humano que se autoentrenará, elegirá su música, no competirá en eventos de grandes organizaciones. Se autoconvocará con la otredad de su especie para generar sinergias que le permitan llegar donde no pueda solo. No creo que sigan pagando caros entrenamientos porque la mayoría cree saberlo todo. Porque Google y los gurúes están a su disposición.
Correr, trotar, subir montañas, todo en menos tiempo, menos prensa, más destreza. Sin dejar muchas huellas, desafiando límites y creyendo que, si no hay amontonamiento, mejor todavía. El deporte en solitario viene de la mano de la profundización necesaria para sobrevivir a esta época drástica del mundo moderno.
“En definitiva lo que me gusta es correr y puedo hacerlo solo, ¿cuándo fue que me hicieron creer lo contrario?”