
En la lejanía absoluta, donde la Cordillera de los Andes se desvanece hacia los confines patagónicos, el cerro Marmolejo, (6.108 m Argentina/Chile) permanece como un guardián silente y distante.
A finales de noviembre de 2025, una cordada de cinco montañistas, encabezada por el experimentado Enrique Marmentini e integrada por el argentino Ignacio Auriemme y los estadounidenses Steve, Mike y Max Marolt, logró hollar su cumbre, un hito que reavivó el diálogo con la rica y a veces sombría historia de este gigante de los Andes.
El relato de Enrique no es solo de conquista, sino de un profundo reconocimiento a la dimensión histórica del lugar, de su memoria. La aproximación, aún asistida por mulas en sus tramos iniciales -un eco del pasado-, pronto se transformó en una carga exhaustiva bajo condiciones atmosféricas caprichosas, recordándoles que, pese a la tecnología moderna, el Marmolejo impone sus propias reglas en un paisaje desolado y barrido por vientos incansables.
Durante la ascensión por la ruta normal, el pensamiento de Enrique volvió insistentemente a 1928, al épico primer ascenso de Sebastián Krückel, Albrecht Maas y Hermann Sattler. La contemplación de su hazaña, realizada con equipo rudimentario, partiendo desde un campamento alto a 4.400 metros y forzando un vivac antes de la cumbre, opaca cualquier pretensión de heroicidad contemporánea.
Como señalara el historiador Evelio Echevarría, aquella fue una empresa fundacional que catalizó el andinismo chileno.
Hoy, el Marmolejo no se considera técnicamente extremo. Pero su carácter remoto, su masa imponente y su clima voluble exigen, como señaló uno de los ascencionistas, “todo el respeto del mundo”.
Tragedia en la altura
La memoria reciente del Marmolejo está tejida con hebras de una determinación férrea y una tragedia demasiado presente.
Esta misma montaña mostró su faz más cruel en diciembre de 2023. Hace exactamente dos años, una expedición argentina terminó en desgracia en su vertiente occidental.
Tras días de búsqueda en condiciones extremas, el Grupo de Operaciones Policiales de Carabineros (GOPE) avistó tres cuerpos, que posteriormente fueron identificados como los del guía mendocino Ignacio Javier “Nacho” Lucero, el intendente de Gral. San Martín (La Pampa) Raúl Espir y el escribano pampeano Sergio Berardo.
Sus pérdidas, un luto aún fresco en la memoria de la comunidad andinista, sirve como recordatorio de los riesgos inherentes a este entorno, donde las bajísimas temperaturas y la extrema altitud pueden convertirse en obstáculos insalvables incluso para los más experimentados.
Una experiencia increíble
En enero de 2020, la montañista chilena Fresia Rodríguez Huenchuleo escribió su propio capítulo al convertirse en la única mujer en alcanzar la cumbre en forma solitaria y autónoma, tras un intento fallido en marzo del año anterior donde quedó varada a 5.800 metros, sometida a vientos superiores a 100 km/h y -19°C.
Su éxito, logrado sin apoyo de mulares y con una meticulosa planificación, demuestra que el desafío del coloso radica más en su logística y exposición que en su dificultad técnica. “El respeto es aplicable para todas las montañas”, ha afirmado Fresia, sintetizando lo esencial de la filosofía montañera.
Tanto su propia experiencia extrema, sobre todo la de 2029, como la muerte de los tres argentinos, modificaron la visión de Fresia sobre Marmolejo: “Con el tiempo alguien me lo hizo ver desde otro punto de vista. Lo que pasó con esos chicos a mí me marcó mucho. Yo no sabía esto del látigo del diablo, y después de lo que pasó con ellos me enteré. Es increíble, hay mucho que contar, incluso tuve alucinaciones a la bajada” relata, con la promesa de extenderse quizás en un artículo específico al respecto.
El nuevo ascenso en 2025 de Enrique, Ignacio, Steve, Mike y Max, por tanto, no se vive solo como un logro, sino como un acto de presencia y memoria en un paisaje que guarda, para siempre, reflejos tanto de audacia como de tragedia.












