Belén Rodríguez, alpinista española reconocida por sus desafíos en las montañas más altas del mundo, ha emprendido un nuevo proyecto que trasciende el deporte y la aventura y se vincula con un viñedo familiar.
Inspirada por su amor por la naturaleza y el legado vinícola de su familia, Rodríguez lanzó Annapurna, un vino que lleva el nombre de la icónica montaña nepalí, considerada una de las más arriesgadas de escalar. Este proyecto une la viticultura con su pasión por el alpinismo, en un homenaje a la tierra, la tradición y el esfuerzo humano.
Origen
El germen de Annapurna está en el viñedo familiar situado en Alpera, en la Denominación de Origen (DO) Almansa, una región vinícola de singularidad innegable.
Allí, a más de 1.050 metros sobre el nivel del mar, crecen las cepas de garnacha tintorera, una variedad autóctona con características excepcionales. Este viñedo, que combina parcelas con diferentes altitudes y orientaciones, ha sido cultivado desde los años 70 por la familia Rodríguez. “Mi padre plantó el primer viñedo sin imaginarse la montaña que nos tocaría subir”, recuerda Belén.
Durante años, su hermano gestionó la finca, pero la pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión en la vida de la alpinista. Ante la posibilidad de vender el terreno debido a dificultades económicas, ella decidió apostar por el negocio familiar y lanzarse al mundo de la viticultura. “O apostaba por la finca, o íbamos a perderla”, explica, refiriéndose a la decisión que la llevó a fusionar sus dos grandes pasiones: el alpinismo y la viticultura.
Diosa de las Cosechas
El vino Annapurna no solo lleva el nombre del famoso ochomil nepalí, sino que representa una visión personal de Rodríguez sobre el vino de altura. “Es mi interpretación de la montaña. Como ocurre en el Annapurna, nuestros viñedos también enfrentan condiciones extremas, lo que aporta un carácter único a la garnacha tintorera”, señala.
El significado de Annapurna, que en sánscrito se traduce como “diosa de las cosechas”, refuerza esta conexión entre el vino, la tierra y el esfuerzo humano.
La elaboración del Annapurna, supervisada por el enólogo Pepe Rodríguez de Vera, se basa en una filosofía de mínima intervención y respeto por el medioambiente. “Defendemos el cultivo tradicional y ecológico, buscando siempre la máxima calidad”, detalla Belén.
El vino a las cumbres
En un guiño a su espíritu aventurero, Rodríguez ha diseñado un desafío que refleja la esencia de su proyecto: el reto 8K. Este consiste en llevar una botella de Annapurna a la cima de un ochomil, simbolizando el esfuerzo necesario tanto en la montaña como en la elaboración de su vino. “Hay que llevar el vino a la cumbre de una montaña de 8.000 metros, y espero hacerlo esta próxima primavera”, afirma con entusiasmo.
El reto ya comenzó con una presentación primera en la Sierra de Guadarrama, donde Rodríguez corrió desde la Puerta del Sol hasta el pico Peñalara con una botella en la mochila. “Fue mi forma de mostrar que Annapurna es mucho más que un vino; es un estilo de vida”, dice.
Más que un vino
Para Rodríguez, Annapurna no es solo un homenaje a la montaña, sino también una herramienta para transmitir valores. “Queremos conectar a las personas con la tierra y la pureza de la montaña a través del vino”, señala.
El proyecto también promueve un estilo de vida saludable, una idea que la alpinista refuerza mediante campañas en redes sociales y guías para integrar el vino de forma moderada en una vida activa.
“El vino no es saludable, pero si eliges productos de calidad y los consumes en ocasiones especiales, dentro de un estilo de vida equilibrado, puede formar parte de algo positivo”, explica.
Legado familiar
El proyecto Annapurna también busca rendir homenaje a la historia vinícola de la familia Rodríguez, que se remonta a los años 30. “Mi abuelo tenía una bodega en Almansa y mi padre plantó las primeras viñas con mucha ilusión. Hoy, Annapurna representa ese legado y nuestro compromiso con la sostenibilidad y la calidad”, según afirma Belén.
Con el apoyo de socios clave como Ernesto y Eduardo, dos mexicanos que conoció durante su intento de récord en el Aconcagua (6962 m, Argentina), y el trabajo conjunto con su hermano y colaboradores, Rodríguez busca consolidar un proyecto que combina tradición, innovación y pasión.
“Annapurna es nuestra forma de entender el mundo, la viticultura y el riesgo. Es la montaña que se bebe”, sintetiza como conclusión Belén Rodríguez, una alpinista inquieta y dinámica, siempre con objetivos en su horizonte.