El brasileño y el argentino abordarán juntos el Annapurna, 10º ochomil más alto del planeta esta primavera. Para ellos sería 5ª y 3ª cima respectivamente de los 14 gigantes asiáticos. Y se convertirían en los primeros de Brasil y Argentina en la mítica montaña.
Moeses Fiamoncini (Brasil) y Juan Pablo Sarjanovich (Argentina) completaron su preparación y se aprestan a encarar juntos su próximo desafío en los Himalayas. Ambos unirán fuerzas para ascender, en abril, nada menos que Annapurna (8.091 m), la décima montaña más alta del mundo.
Esta primavera los 8 miles serán muy concurridos. A los nombres de Fiamoncini y Sarjanovich se suman los del español Carlos Soria, que intentará el escurridizo Dhaulagiri (8.167 m, 7ª más alta) en busca de completar los 14 a los 81 años de edad. Marc Batard, Sergi Mingote y Carlos Garranzo también intentarán el Annapurna y además el Makalu.
El brasileño de 39 años sorprendió al mundo la pasada primavera cuando logró encadenar las cumbres de Nanga Parbat (8.125 m, 9ª más alta) y K2 (8.611 m, 2ª más alta) sin oxígeno suplementario en tan solo 22 días. Una hazaña sólo lograda por Krzystof Wielicki en verano de 1996, que lo hizo en igual cantidad de días pero orden inverso.
Fiamoncini, además de Nanga y K2, subió en 2018 Manaslu (8.163 m, 8ª más alta) junto a Sergi Mingote, y en 2019 el Everest. También el año pasado intentó Lhotse (8.516 m, 4ª más alta) y Dhaulagiri, pero debió desistir en ambas a metros de las cimas.

Moeses comenzó en 2008 a recorrer el mundo en busca de ascensos cada vez más complejos. Escaló 6 miles en Chile, Bolivia, Ecuador, el Kilimanjaro en Tanzania, Aconcagua en Argentina, 4 miles técnicos en los Alpes. Y diversas montañas de Austria, Croacia, Eslovenia, Suiza e Italia. Hasta que comenzó a incursionar en Himalaya.
Preparación
Inspirado por Reinhold Messner, a quien conoció en Nanga Parbat el año pasado, siente el llamado a cumplir su sueño de infancia en los 8 miles. Pero, a su vez, de lograr los 14 será el primer brasileño en hacerlo.
Sin patrocinios, intenta evadir los conceptos de récords, marcas o fechas límites. Asume que le gustaría escalar los ochomiles sin oxígeno. Pero no excluye la posibilidad, como en Manaslu o Everest, de utilizarlo en caso de necesidad.
“Voy decidido a intentarlo sin O2 suplementario. Eso no quiere decir que sea mejor o peor ascender con o sin O2. Todos buscamos nuestros sueños, nuestros límites, con o sin oxígeno. Por eso respeto todos los estilos. Todos son válidos y respetables en tan exigentes condiciones” señaló Moeses ante la consulta de Cumbres.
Fiamoncini ocupó los últimos dos meses en profundizar su preparación aeróbica en Brasil, fundamentalmente en bicicleta. Por estos días viajará a Bolivia para cumplir con la última etapa de preparación y aclimatación en altura.
En Nepal se reunirá con Juan Pablo Sarjanovich el 29 de marzo para el gran objetivo: Annapurna.
Tango en la cumbre
Juan Pablo Sarjanovich es, además de ochomilista en pleno ascenso, productor agrícola en la provincia argentina de Santa Fe.
Finalizada la temporada de la producción, dirige toda su energía y tiempo a prepararse para asumir nuevos retos en Himalaya.

Infaltable desde 2015 cuando intentó por primera vez Manaslu (que logró al año siguiente), Sarjanovich prioriza los 4 ochomiles aún no subidos por argentinos. En 2019 fue el primero de su país en la cima del Kanchenjunga (8.586 m, 3ª más alta). Este año pretende lo mismo en Annapurna. Y de esa lista sólo le quedaría Nanga Parbat.
Tanto Moeses como Juan Pablo, si continúan con sus objetivos de subir los 14, serían los primeros de sus países en situar sus banderas nacionales en el circuito completo de las montañas más altas del mundo.
Pretemporada en los Andes
El argentino completó su pretemporada de 2 meses ascendiendo 5 miles y 6 miles en Catamarca, Mendoza y San Juan. Encadenó en el verano austral la nada despreciable suma de 27 cumbres. Y como agregado protagonizó un difícil rescate en el cerro Mercedario.
“Con Moeses nos conocimos en Nepal, pegamos muy buena vibra y venimos más o menos parejos” afirma Sarjanovich en diálogo con Cumbres.
En esta, su sexta incursión en 8 miles, no utilizará asistencia de altura. “Por eso vamos como compañeros con Moeses. Al no tener sherpas, de a dos es más fácil armar carpa, cocinar. Y los dos sin O2 nos pone tirando juntos para arriba y nos da más chance”.

“Annapurna será mi primer 8 mil sin O2, directamente no lo llevo”. El año pasado en Kanchenjunga, Sarjanovich terminó usándolo por arriba de los 7.700 metros. “La verdad que lo que hice fue ganar experiencia. El día de cumbre salí sin O2, y llegué a los 7.700 metros sin O2. Me fui tanteando, viendo sensaciones. Sabía que iba a utilizarlo tarde o temprano. Ahora voy a Annapurna con otra cabeza. Y sin O2” señaló Juan Pablo.
“Sin O2 es la excepción”
Con respecto a su forma de abordar los 8 miles, Juan Pablo afirmó: “Me considero un montañista muy cauto, con la cautela que la situación merece. He ido largando de a poco las asistencias que he tomado hasta sentirme seguro. Primero largué el guía, después largué el sherpa. Ahora estoy largando el oxígeno”.
Tras afirmar que trabaja para lograr en algún momento la autonomía total, consideró que “nunca seré un montañista técnico. Sí estoy en condiciones de hacer lo que estoy haciendo ahora, lo he ido ganando. Ir sin sherpa ni O2 a un 8 mil no es para cualquiera, no hay prácticamente antecedentes de deportistas amateurs o no en Argentina. Solo profesionales como Mariano Galván que era guía, que estaba todo el año en la montaña y que vivía de eso. Yo me he tenido que transformar en profesional para hacer esto”.

En ese contexto, Juan Pablo está convencido que ir sin O2 a un 8 mil es una excepción, y no la regla. “Yo lo estoy haciendo en esta temporada, pero es mi sexta expedición. No quiere decir que es lo que hay que hacer, no es para cualquiera. Tengo amigos que han ido a 8 miles sin O2, y cuando todo sale bien son todos buenos. Pero apenas se complica algo pierden los dedos, o incluso la vida”.
La fecha de encuentro de Moeses Fiamoncini y Juan Pablo Sarjanovich en Khatmandú es el 27 de marzo. El 30 comienzan la aproximación al campo base. Y calculan que la expedición puede prolongarse por entre 25 y 30 días, si todo sale según lo planificado.