Hasta esta temporada ningún argentino había llegado a la cima del mítico 8 mil situado en el Himalaya. Este año se rompió el maleficio.
El Manaslu (8.163 m) octava montaña más alta del mundo, se ubica en el macizo Mansiri Himal, en el Himalaya centro-occidental de Nepal. Su nombre proviene del sánscrito Manasa y significa “Montaña de los espíritus”.
Su primera ascensión registrada se produjo el 9 de mayo de 1956 por los japoneses Toshio Imanishi y Gyalzen Norbu. Desde entonces Manaslu es considerada “la montaña japonesa”, así como al Everest se lo adjudican los británicos, los franceses al Annapurna o los italianos al K2.
Lo que seguramente no era el Manaslu era argentino. Junto al Annapurna (8.091 m, 10° más alto del mundo), con sólo algunos intentos nacionales, y el Kanchenjunga (8.586 m, 3° detrás de Everest y K2) sin intentos de nuestro país, el Manaslu se mantenía esquivo para los argentinos, por no decir agresivo: en 1979 en su intento de cumbre murió el recordado Edgardo Porcelana; en 2011 el mendocino Ignacio Lucero se salvó de milagro; en 2013 los jujeños Sebastián Aldana y Nico Fiad se bajaron del campo 4 por un tormenta; y en 2015 el rosarino Juan Pablo Sarjanovich debió desistir por el persistente mal tiempo.
Este 2016 la maldición se rompió y 5 argentinos pisaron por vez primera la magnífica cumbre del complejo Manaslu.
Los andinistas jujeños Sebastián Aldana y Nicolás Fiad (maestro y alumno, inseparables compañeros de cordada) fueron los dos primeros en la cima, por la vía normal, el sábado 30 de septiembre a las 10 horas de Nepal y sin uso de oxígeno suplementario.
El propio Sarjanovich, en su segundo intento, logró la hazaña el 1 de septiembre a las 4:10 AM (hora de Nepal) en la expedición de Himalayan Experience liderada por el neocelandés Russel Brice.
Ese mismo día, unas horas más tarde, Willie, uno de los conocidos mellizos Benegas, también venció al gran gigante del Himalaya guiando a un alpinista noruego y una estadounidense. Willie conducía también a un escalador misionero que debió desistir por problemas con la altura.
El quinto argentino fue el chubutense guía Mariano Galván, como parte del proyecto 2x14x8000 del gran español Alberto Zerain. Ellos intentaron abrir una ruta nueva, en cuyo intento Mariano pasó tres noches solo, vivaqueando y soportando las peores condiciones. No pudo hace cumbre, bajó, descansó, se recuperó, arremetió por la ruta normal y logró cumbre el 4 de octubre. Impresionante.
Las expediciones al Himalaya son, contrariamente a las andinas, extensísimas en el tiempo. Entre las exorbitantes distancias en la aproximación y las interminables esperas en los campamentos base de la ventana climática, son una durísima prueba de templanza, persistencia y carácter. La incertidumbre por el indomable factor climático y el control de las ansiedades son cruciales para el cumplimiento del gran objetivo.
El clima es también particular en aquellas latitudes. El fin de temporada de los vientos monzones da paso a mucho frío y grandes nevadas. Por ejemplo en el Campo 2, a 6.300 metros, los andinistas argentinos verificaron una amplitud térmica de 53°, de + 41° cuando el sol castiga a pleno el manto del glaciar, y de – 12° cuando es tapado por las nubes.
Una empresa local llamada Seven Summit es la responsable de instalar las polémicas cuerdas fijas a lo largo del periplo, tarea que este 2016 fue sumamente lenta en virtud del mal tiempo. Cada montañista paga 120 dólares extras por el servicio de las cuerdas.
Con algunos ribetes cinematográficos, el Manaslu finalmente permitió que una bandera argentina flameara en su privilegiada cima. Felicitaciones a estos grandes deportistas.
Palabra de cumbre
Sebastián Aldana
La idea del Manaslu surge hace 7 u 8 años atrás. Era muy poco comercial, con acceso largo y fantástico por lo que supe, hasta ese momento con muy pocos intentos argentinos, incluido uno nuestro en 2013 que llegamos al campo 4 (7.500 m) y desistimos por una fuerte tormenta.
Lo más complicado en esta montaña es el clima, con lluvia y nieve casi constante, lo que preocupa mucho por las posibles y frecuentes avalanchas.
Mucho me llevo de positivo. Que se puede, que pese a que nuestro proyecto no incluyó oxígeno artificial, se puede con buen trabajo previo, dedicación, pasión y perseverancia alcanzar sueños.
Mi vida en la montaña comenzó hace casi 30 años, escapándome de mi casa para subir cerros. Empecé a equiparme y a salir a montañas cada vez más altas. Mi primera cumbre importante fue el Nevado del Chañi (5.950 m) en Jujuy con 14 años. Eso me enamoró de las montañas y desde ahí, al principio por hobby y ahora como medio de vida, nunca las dejé.
Tengo el privilegio de 36 cumbres en el Chañi, y el orgullo de haber abierto rutas nuevas en ese cordón en distintas épocas, las primeras ascensiones a la Aguja del Bicentenario y a la cara Sudoeste del Chañi Chico, segunda repetición a la vía Tarditti a la pared Sur, y apertura de una nueva línea a punta Ibáñez por la cara Sur.
Tengo más de 10 ascensiones al Aconcagua, cada una con un recuerdo distinto. Lo que más me enorgullece es haber llevado a esa cumbre a alumnos de entre 14 y 17 años, entre ellos Nicolás Fiad, que hoy a sus 25 años fue mi compañero en Manaslu. Lo más importante en mi vida en la montaña fue la cumbre del Manaslu sin oxígeno, con la compañía de un alumno y amigo.
Mi próximo desafío es en enero que llevo un grupo a Barreal, San Juan, para intentar el 4 de Ansilta y el Mercedario. En 8 miles, ya están en mi cabeza algunos proyectos dando vuelta.
Nicolás Fiad
El Manaslu es una montaña muy bonita con una aproximación de un trekking muy impresionante. A mí me motivó la particularidad de que ningún argentino había logrado la cumbre aún, ese fue el desafío planteado.
En esta expedición creo que el clima fue lo más duro de superar, lo más difícil. Todos los días había lluvia o nieve y nublado a toda hora.
Sin dudas que lo más positivo que me llevo de esta experiencia vivida fue el haber finalizado la expedición sin ningún tipo de problema y el hecho de haber podido compartir esta montaña con otros argentinos.
Lo más importante de mi experiencia en la montaña fue que mi mamá me haya inscripto hace años en un taller de mi colegio donde el profesor era Sebastián Aldana. Fueron mis primeros pasos de campamentos y montañas, luego llegó mi primera experiencia en alta montaña en el cerro Azul de 4.800 metros a los 14 años, la cumbre más alta de Jujuy, el Chañi, a los 15, el Aconcagua en Mendoza a los 17, y ahora la increíble experiencia de llegar a los Himalayas fue como el broche de oro montañísticamente hablando.
Ahora en cuanto a la continuidad hay varios proyectos en mente para mí, pero seguramente mi próximo desafío será el Broad Peak.
Juan Pablo Sarjanovich
Intentar un 8.000 se me hacía un desafío superador en mi actividad de montaña, deportivo, humano y personal. Quería empezar a conocer Asia pateando piedras. Porque así aprendo de agricultura, así visito lugares a donde la contaminación de occidente no llega tan fácilmente. Cuando me puse a estudiar cuál subir me enteré que Argentina aún tiene algunos pendientes, entre ellos el Manaslu, y así fue que nació en mí el deseo de subirlo.
Lo más difícil fue la convivencia con la gente. Arriba te encontrás con gente con egos grandes como esas montañas, con actitudes a contramano de los valores que uno aprende de chico en la montaña. Son períodos largos, hay mucha tensión, culturas distintas, distintos lenguajes, gente que no es del montañismo. Es un circo. Pensé que por ser mi segunda temporada ya había pagado derecho de piso pero no fue así.
Hace 5 o 6 temporadas un día me encontré sin pareja, con estudios terminados, casa y comida en el buche y algo en mi cabeza explotó (para bien). Desde entonces no paro de hacer cosas cada vez más interesantes, no dejo de aprender cada día algo nuevo, escalo, hago hielo, tomo cursos, leo mucho. Ya metí 3 temporadas de varios meses por la cordillera llegando hasta Colombia, me metí en lugares poco conocidos como la Sierra Nevada del Cocuy, pateé en Europa y metí 2 temporadas en los Himalayas. Siempre volando bajo y haciendo cosas sencillas desde lo técnico pero metiéndole un aporte de imaginación que le da algo especial a cada salida o desafío.
El proyecto es cerrar la lista de 8 miles que aún no subimos los argentinos. Quedan 2 y estoy trabajando en eso. Pero como vengo dejando que la vida me sorprenda tal vez sea algo diferente lo próximo que me convoque, quién sabe.