Ulises Corvalán, experimentado y reconocido guía de alta montaña de Mendoza. Tiene 50 cumbres de Aconcagua y coronó las 10 más altas de América. Guió a sus clientes a la cima del Everest, Broad Peak y varias de las Seven Summits. Despunta el vicio con sus amigos y referentes en la cordillera mendocina en puro estilo alpino. Lo maravillan las montañas de Perú y Bolivia. Es Instructor de Andinismo en la Escuela de Guías desde hace 20 años. Ama lo docencia y lo demuestra. Pasen y lean vida y obra del Señor Montaña.
CUMBRES: ¿Cómo fue tu aproximación a la montaña?
Ulises Corvalán: Yo jugaba rugby en la Universidad de Cuyo. Cuando me tocó la colimba terminaba el secundario. Salí a mitad del año siguiente y lo perdí, salí medio desencajado. Mis amigos de rugby, ya en mitad de temporada, habían conocido ese verano a unas chicas andinistas del CUDA, del grupo de Carlos Tejerina. A mitad de año no tenía posibilidad de jugar ni estudiar y fui a entrenar con ellos. Fueron mis primeras salidas a la montaña, a Vallecitos. Fue amor a primera vista, me enamoré profundamente de la montaña.
C: ¿Cómo continuás involucrándote al punto de definir tu vocación?
UC: En el CUDA me invitan a Aconcagua. Yo había subido algunos 5 mil en Vallecitos. No pudimos hacer cumbre, había muchísima nieve en Nido de Cóndores. Al otro año gracias al apoyo de mi viejo, como no sabía qué estudiar me tomé un año sabático para hacer montaña. Viajo a Bolivia, subo otras montañas ya por rutas más lindas, Este del Plata, Supercanaleta del Rincón, Canal del Tommy (en cerro Agustín Álvarez, 5.150 metros, Cordón del Plata, abierto en 1980 por el gran Lito Sánchez), fui saliendo de las rutas normales siempre con amigos de la Universidad y del Club Andino El Salto. A fin de año decido estudiar Educación Física, y como en el mismo instituto estaba la carrera de Instructor de Andinismo, también la estudio. Muy motivado por mi profesor Alejandro Randis, me “aconseja/obliga” meterme en la Escuela de Guías de Montaña. En mi tercer año de Educación Física me recibo de Instructor -en 1995- y curso el primer año de Guía de Montaña, que termino al otro año porque tenía muy buen curriculum. La Escuela me ofrece ahí mismo ser profesor y lo hago desde 1997.

C: ¿Qué es Aconcagua para vos?
UC: Aconcagua es una sola palabra: Gracias. Me dio absolutamente todo: amigos, trabajo, me abrió puertas en empresas extranjeras con las que trabajé en todo el mundo. Es mi casa, siento angustia cuando no puedo ir. No he faltado nunca desde 1991, tengo asistencia perfecta y la voy a seguir teniendo mientras el cuerpo me lo permita. Las 50 cumbres son solo una consecuencia de la permanencia y constancia de tantos años.
C: ¿Y cómo ven Aconcagua en el resto del mundo?
UC: Para los argentinos y mendocinos es nuestra montaña. Aconcagua representa a Argentina en el mundo. Pero no es el mismo en 2016 que en 1992. Se transformó, se hizo mucho más accesible al turismo, las empresas brindan servicios 5 estrellas. Por ahí es caro para el argentino, pero a nivel internacional es un cerro accesible, sobre todo en el circuito tan de moda de Seven Summits. Acá un programa promedio son 18 días Mendoza-cumbre-Mendoza, todo incluido, buenos hoteles, transfer, hotel en Penitentes, guía, comida, porteadores, mulas, arrieros, servicios en los campamentos, staff a disposición. Económicamente es comparable con Kilimanjaro que son 5 días con un guía que a veces ni habla inglés, y un cocinero/porteador. O Elbrus, que cuesta casi lo mismo y son 2 días de montaña, vas en teleférico hasta el refugio y después 1 día de cumbre y volvés en teleférico o snow track. El Elbrus más caro sale 3.000 dólares y en Aconcagua promedio puede salir 3.500 y son 18 días! Es caro para un argentino porque nuestra economía está mal. Vengo de Cartensz donde mi clienta pagó por 4 días de montaña ¡30 mil dólares! y fueron 4 días de montaña.
C: ¿En la relación costo beneficio el Aconcagua es una montaña “barata”?
UC: En mi opinión Aconcagua debería costar como un Denali, 7.000 dólares. Y allá no tenés nada, un avioncito te deja en el campo base y tenés 15 días sin cocinero, sin porteadores, sin campo base, sin nada. Pero por la dimensión de montaña a nivel esfuerzo y días Aconcagua es similar a Denali. Claro que hay que darle la posibilidad al deportista, al argentino que lo haga “gasolero”. Pero sí, a nivel empresa con los servicios, Aconcagua es barato.
C: Finalmente este año llegaste a la cima del Everest…
UC: Fui 3 años seguidos. Estuve en la avalancha de 2014 donde murieron los sherpas. Estaba en el campo base, los sherpas se fueron y no hubo cumbre para nadie. En 2015 estuve por Tíbet, fue el terremoto y los chinos cerraron la montaña. Este año realmente pudimos medirnos con la montaña, el año pasado no alcancé ni a ponerme las botas. Gracias a Dios y con un grupo de argentinos muy lindo hicimos cumbre. Significó para mí un desafío profesional. Estar en el techo del mundo con tus clientes, todos en la cumbre, todos bien, bien el regreso, después de 2 años de intentos, fue muy gratificante.

C: ¿Vas camino a completar el circuito Seven Summits?
UC: A las Seven Summits me las planteo como guía. Deportivamente no sé si yo tuviera el dinero lo gastaría en esas montañas, no sé si las elegiría. Están tan comercializadas y hay tantos servicios que permite subir a personas no especializadas. Pero a nivel profesional me planteo como objetivo ser uno de los muy pocos guías argentinos en guiar clientes a todas las Seven Summits.
C: Y de todo lo que subiste ¿cuál es el lugar que más te impresionó?
UC: Deportivamente muchas montañas en Perú y Bolivia con amigos me resultaron muy satisfactorias. Yo “desgraciadamente” comencé a trabajar como guía desde muy chico entonces mi carrera deportiva se vio como afectada -en el buen sentido- porque cuando uno pasa tanto tiempo con clientes empieza a ver la montaña con otros ojos, empieza a asumir los peligros que ve el cliente. Una grieta que yo cruzaba corriendo y saltando, cuando voy con un cliente debo pensar en él, asegurar de otra manera, tu cabeza hace un click. Pero donde más disfruté de escalar con dificultades técnicas y con amigos fue sin duda Perú, la Cordillera Blanca. Paradójicamente terminé trabajando allí, pero como ya conocía eso me abrió una ventana.
C: ¿Cómo es tu experiencia con la docencia en la Escuela de Guías?
UC: La docencia es hermosa, es una satisfacción enorme compartir con colegas que fueron alumnos trabajos, montañas, expediciones, salidas. Es muy gratificante. En los dos trabajos que tengo si uno no amara lo que hace no podría hacerlo. La docencia está muy mal paga en Argentina, y es especial porque tenés salidas mensuales a la montaña donde está involucrado tu equipo personal de cada uno, que es caro. Pero la satisfacción de ver a tus alumnos que se transforman en guías, como lo veo en la revista CUMBRES, los ves guiando en todo el mundo, estamos exportando guías a nivel internacional y eso es super gratificante.
C: ¿Creés que hay un buen nivel en la educación de montaña en Mendoza?
UC: La calidad de la formación en Mendoza es de primer nivel, y por eso empresas extranjeras buscan nuestra mano de obra para trabajar no solo Aconcagua sino en todo el mundo. Por supuesto tiene mucho que ver que el guía se reciba y se siga actualizando y perfeccionando. El guía que quiere vivir de esto busca, empuja, investiga, usa internet, redes sociales. El que lo quiere hacer tiene un mundo para guiar en montañas en todos los continentes. Hay herramientas fundamentales como el inglés u otros idiomas. Pero tu oficina es el mundo, saber venderte y posicionarte con empresas extranjeras.
C: Muchos de tus profesores son tus compañeros de salidas.
UC: Tuve grandes formadores: Alejandro Randis, Daniel Alessio, Daniel Pizarro, Fernando Grajales padre, Lito Sánchez, Horacio Cunietti, que además fue mi compañero. Ellos fueron mis profes, motivadores, ejemplos para mí. Por ejemplo una salida con Lito Sánchez es impagable, caminar con él que con 60 años sigue abriendo rutas nuevas… ¡Cómo hace! (risas)
C: ¿Servicios y seguridades para hacer cumbre o estilo liviano, alpino?
UC: Según. El cliente que contrata un guía está pagando servicios, logística. Por ahí no tiene la experiencia entonces trata de buscar los medios para subir la montaña. Es una ayuda fundamental el “circo” que se arma. Por el lado deportivo siempre me gustó liviano, rápido, ligero. Hay un libro de Mark Twight, “Alpinismo Extremo”, que para mi generación era la Biblia. Subir liviano, rápido, sin cuerda fija, como está haciendo Mariano Galván en algunos 8 miles. Cuando estás menos tiempo expuesto reducís los riesgos, siempre y cuando estés con posibilidades físicas y técnicas. Cuando voy con amigos a la montaña prefiero eso, somos minimalistas totales. Con Lito en un sano juego que tenemos pesamos cada cosita que llevamos, ‘mirá, conseguí un grampón 200 gramos más liviano que el tuyo’, y así. Soy de ese estilo. Hace poco estuvimos con Lito, Heber Orona y un lindo grupo en la quebrada de Matienzo. Salimos de Mendoza a las 5 AM y volvimos a las 19, hicimos 2.000 metros de desnivel, la mochila pesaba 6 kilos con el agua, y no sobró ni faltó nada. Pero cuando trabajo cambio. Si tengo que ir a esas mismas montañas con clientes tengo que ir a Las Cuevas, alquilar refugio, que duerman allí, salir a las 2 AM, volver a las 12 de la noche. Y en Las Cuevas quién no se toma un vinito… pero además está bueno porque bancás a la gente de Las Cuevas, a los refugios, a quienes alquilan equipo de montaña, al transfer. Trato de que ganemos todos.

Las Cuevas recomendable
“Las Cuevas es un lugar increíble, fantástico. Llegás en auto a 3.200 metros, con Internet, hostels, colchones, ducha de agua caliente, vinitos. Para aclimatar y entrenar es un paraíso, subís el Santa Elena, el Bermejo, el Pedro Zanni en Matienzo. Me gusta porque está levantando de a poco gracias al buen tino de la Municipalidad de Las Heras que concesionó los edificios. A mí cuando me consultan yo recomiendo Las Cuevas, Las Cuevas y Las Cuevas. Vos me decís ‘aclimatar tres días en Confluencia’… yo lo cambio por Las Cuevas, con los grupos metemos tres noches en Las Cuevas y después metés Confluencia, Mulas. Y vamos rotando entre los refugios y los restaurantes para que nos sirva a todos, para que todos ganen”. Ulises Corvalán.