En las redes lo conocen como “el cubano montañista”. Vive en Islandia, donde conoció y aprendió sobre montañas. Con lo que ganó en su trabajo de pescador y pintor de barcos en los mares del hemisferio Norte, subió Mont Blanc, Elbrus, Iztaccíhuatl, Orizaba y Aconcagua, en 6 meses. Ahora su sueño es llegar al Everest.
“No soy un montañista con gran experiencia como algunos. Yo apenas llevo dos años y en esos dos años lo he explotado al máximo. Soy el cubano montañista”.
El joven Yandy Núñez Martínez tiene 32 años. Nació en Calabazar, La Habana, capital de la isla de Cuba, en el Caribe. En su país conoció a Halldora, quien hoy es su mujer, de nacionalidad islandesa. Con ella vive en esta otra isla, en Europa esta vez, desde hace 5 años, y desde hace 2 tienen un pequeño hijo, Yngvi Yandyson.
En Islandia se deslumbró y apasionó con las montañas y su mundo, totalmente desconocido para él, acostumbrado a las blancas playas y los calores caribeños. En 2017, Yandy se enlistó en las filas del equipo de rescate nacional por un año.
Al mismo tiempo, el cubano montañista participó en una compañía de guías de Islandia haciendo excursiones por toda la isla durante 6 meses. Fue entonces cuando puso en práctica más profundamente todo lo aprendido en el equipo de rescate.
“Recorrí muchas montañas de Islandia, recorrí muchos lugares de la isla”, relata entusiasmado y verborrágico en diálogo virtual con CUMBRES.
Accedió así a la montaña más alta de Islandia, Hvannadalshnjúkur, de 2.109 metros, en donde la particularidad y dificultad consiste en que todo el trayecto, completo, transcurre sobre un glaciar. “Ahí fue donde inicié y puse en práctica los conocimientos de los crampones, cómo caminar, cómo seguir los pasos. Fueron mis inicios”.
Fueron unas 14 horas desde la base a la cumbre, ida y vuelta. Salieron de la base a las 2 AM, hicieron cumbre a las 9 AM y regresaron al vehículo a las 16, aproximadamente.
Esa experiencia fue la llave que abrió la puerta de su nueva gran historia.
Primeros logros
En 2019 Yandy decidió que quería ser montañista de relieve, comenzó a tallar se historia.
Así, todo lo obtenido en su trabajo en una compañía pesquera lo volcó a costear las expediciones que ya comenzaba a imaginar.
Llegó nada menos que Mont Blanc (Francia/Italia 4.810 m) en junio de ese año. E inmediatamente, en septiembre ascendió a la cumbre más alta de Europa, Elbrus (Rusia, 5.642 m).
Luego su plan lo llevó a cruzar el océano Atlántico y recalar en América, en México. Allí junto a algunos amigos escaladores, el cubano montañista estuvo 2 semanas en las cuales subió dos veces el Iztaccíhuatl (5.286 m), y una el Pico de Orizaba (5.636 m), el más elevado de ese país.
Núñez Martínez estaba contento y conforme con su rendimiento. Los conocimientos y preparación adquiridos en Islandia rendían sus frutos en montañas cada vez más complejas y atractivas. Ahí mismo se planteó volar a Argentina e intentar el pico más alto del mundo, fuera de Himalaya. El Aconcagua, el centinela de piedra de 6.962 metros.
Cúspide: Aconcagua
“Mi ascenso al Aconcagua fue en 5 días. Pero desde el campo base de Plaza de Mulas hasta la cumbre fueron 2 días”. Todo un logro para alguien que apenas un año antes ni soñaba con estas alturas.
Hizo en el Coloso de Piedra sólo dos campamentos de altura, Nido de Cóndores y Berlín. “Venía aclimatado y con una preparación estupenda gracias al tiempo que estuve en México porque allá entrené mucho”.
La experiencia en Aconcagua le sirvió para darse cuenta cómo reacciona su cuerpo a una altura de más de 6.500 metros. “Me di cuenta que tomar agua constantemente es lo que te da el oxígeno que necesitas para que puedas respirar mejor. Estaba casi seca la montaña. En Mulas cogíamos agua de los estanques. Después en los campamentos tuvimos que derretir nieve, pero era escasa”.
Yandy caminaba por encima de los 6.500 metros monitoreando en su reloj Garmin constantemente frecuencia cardíaca y presión. Su plan era mantenerse siempre en 110. Si se pasaba a más de 120 paraba, respiraba y trataba de seguir con paso lento pero continuo, sin detenerse.
“Ciertamente en un momento el cansancio se hace sentir”, y recuerda La Cueva, la Canaleta… 6.800 metros y más que se hacen sentir. “Tienes que de verdad tener una preparación y concentración y algo que te motive para seguir adelante. Adentro sientes que buscas tu cumbre”.
El cubano montañista siente que su gran experiencia en Aconcagua le sirve para aspirar a su escala mayor: “El Everest, mi gran anhelo. Creo que en Everest andaré bien, y voy por eso”.
Camino de sueños
Verdaderamente la meta del cubano son las Seven Summits. Pero todo depende del financiamiento que vaya consiguiendo. Para ello lanzó una campaña en Gofundme para obtener aportes.
“Me gustaría antes de Everest hacer otro 8 mil. Es un escalón intermedio entre Aconcagua y Everest. He pensado en Cho Oyu, pero es muy caro, carísimo. Tal vez Pakistán es más accesible, pero lo estoy estudiando”.
Es dura la etapa del financiamiento y es lo que ahora está comprobando. Todo hasta ahora se lo he costeado de propio bolsillo, el equipamiento completo de montaña y las expediciones.
“Cuando salí de Elbrus estaba pintando barcos y me quedé sin trabajo. Lo poco reunido lo eché pa’lante, todo para Elbrus. Después regresé y estuve dos semanas trabajando en un barco, pescando. Y ahí me fui a Aconcagua y México. Cuando regresé me tocó estar sin trabajar. Estoy muy orgulloso de haber dado ese paso, haber optado por mí y no por la compañía donde trabajaba”.
Fundamentalmente su logro en Elbrus le dio a Yandy una visibilidad mayor en el mundo de la montaña. “Se me abrieron muchos caminos y me he dado más a conocer en este mundo del montañismo y eso me llena de orgullo. Ahora estoy en lo que aparezca”, admite.
Dos banderas
El joven montañista lleva a Cuba siempre en su corazón. “Está conmigo, en cada montañita y cada rinconcito donde llego, Cuba es una parte de mí. Cuando plantas la bandera en una cima, eso para mí representa mi país, Cuba, un pedacito de mí también”.
A su vez, está inmensamente agradecido de Islandia, “este país que me abrió las puertas a ver muchas cosas que yo no veía en Cuba y no iba a tener la oportunidad. Estoy muy orgulloso y es a este país al que tengo que agradecer por sentir y conocer el montañismo”.
Así entonces Yandy va detrás de sus sueños de plantar las dos banderas en las cumbres más altas del planeta. Es y será el primer cubano en muchas de ellas, en la mayoría.
Es consciente de lo difícil de su empresa, y más en tiempos de pandemia. “Pero siempre digo que nunca pierdo las esperanzas. No espero por nadie para construir mis propios sueños, porque si espero por alguien, otro está construyendo lo que yo soñé. Yo quiero hacer realidad y construir por mí mi propio sueño. Si viene una ayuda, felicidades. Pero que yo voy al Everest, voy. Quiero dejar un legado en la historia de Cuba y de mi vida”.
A Yandy Núñez Martínez, ganas y condiciones no le faltan.