La temporada 2021 ya registró dos fallecidos y numerosos accidentes en el monte Denali, la Seven Summit ubicada en Alaska. Deducen que es consecuencia del montañismo ultra veloz y sin complejos que se impone en el mundo. Impresiones en primera persona.
Por Adrián Camerano
En su libro “La virtud en la montaña”, el escritor y alpinista español Pablo Batalla Cueto vindica un montañismo lento, ilustrado y anticapitalista, que prioriza el goce y la reflexión. Todo lo opuesto al modelo deportivo que se impone en todo el mundo y que por estos días tiene preocupadas a las autoridades del monte Denali.
En esta temporada, la Seven Summit ubicada en Alaska, Estados Unidos, vio multiplicarse los accidentes por imprudencias, velocidad a ultranza y reconfiguraciones de cordada forzadas y contrarias a los más básicos preceptos del montañismo.
Como ocurrió en casi todo el mundo, en 2020 Denali (6.190 msnm) estuvo cerrado. La pandemia congeló los proyectos de deportistas autónomos o de las mayoritarias expediciones comerciales.
Así fue como este 2021 se abrió la posibilidad de ascensos y se inició una temporada con ciertos visos de normalidad, y no pocos inconvenientes.
El parque nacional, históricamente muy exigente a la hora de otorgar -o no- el permiso de ascenso, alertó por estos días que proliferan los accidentes por este montañismo “rápido y furioso”.
En una declaración pública, los funcionarios identificaron dos problemas: intentos de cumbres desde 14 mil pies en lugar del campamento de altura a 17 mil; y reconfiguración de expediciones luego de accidentes y abandonos, por lo que terminan intentando cumbres grupos conformados por personas que jamás se habían visto las caras. Llamarlos “cordadas” es, a todas luces, una exageración.
Montañismo urgente
Aunque lejos está de ser un deportista novato, Pablo Bravo, integrante de una expedición argentina no comercial que hizo cumbre el 31 de mayo, sigue shockeado.
A su regreso de la Seven Summit, cuenta que en Denali –“una montaña hermosa, una de las más lindas del mundo”– fue testigo de esta urgencia montañera. Un estilo polémico, que en ocasiones puede hasta ocasionar pérdidas humanas.
Bravo es un agradecido de la expedición que lo unió a sus tres compañeros Javier Porebski, Hernán Murmis, Max Robayna, todos con una década de amistad y montañismo común sobre sus espaldas.
Ya en casa, se refiere a la moda de “tirar cumbre exprés desde campamento base y bajar”, lo que mundialmente se conoce como el “efecto Killian” (por Jornet) o “efecto Decatlón”.
“Nosotros vimos mucha expedición comercial y no muchos novatos, porque el parque es muy exigente a la hora de otorgar los permisos. Y muchos pibes que evolucionan muy rápido, con un nivel técnico y físico muy bueno, que suben un par de cerros técnicos y queman etapas”, relata.
Bravo, de la escuela de montaña Azimutrek, se refiere a que estas nuevas generaciones “están con este tema de hacer las tiradas exprés. Salir de campamentos bajos, tirar cumbre y bajar. Y en Denali falla algo y fuiste. Un vientito y tenés una térmica de 50, 60 grados bajo cero”.
Entre otros percances, refiere que “vimos muchos congelamientos”. E incluso da cuenta de la caída casi vertical de 300 metros y sin cuerda de un deportista que, milagrosamente, sobrevivió.
“Son unos monstruos los pibes, muy buenos esquiadores también, que harían Aconcagua por Polacos sin problemas”, reconoce. Pero Denali no es el Coloso, y los errores, en ocasiones, se pagan caros.
Salteando pasos, sumando riesgo
Este año, el parque emitió unos 1.000 permisos de ascenso, e incluso por estas horas hay argentinos intentando el ascenso. El porcentaje de cumbre ronda el 45%, similar a otros años. Pero ya hubo esta temporada dos muertes, algo que no ocurría desde 2017.
Los funcionarios del Parque Nacional Denali alertaron que no pocas expediciones se vieron resentidas por edemas y lesiones. “El agotamiento, la respuesta fisiológica no probada a la gran altitud, el clima rápidamente cambiante y la marcha insuficiente en un empujón tan largo son factores que hemos visto que contribuyen a las lesiones y muertes”, señala un comunicado oficial.
A partir de allí, se rearman las expediciones, y en ocasiones se queman etapas. El ascenso al Denali por la ruta normal West Buttress generalmente lleva entre 17 y 21 días, incluyendo descansos y aclimatación. Y lo habitual es que los deportistas lleven todo su equipo.
Al desafío físico y el clima agresivo se suma que los rescates son realmente muy complejos.
Lo normal es instalar el campamento base a 7.200 pies, acampar en el glaciar Kahiltna (11 mil pies). Luego en la base de Motorcycle Hill (14 mil pies) y en el campo de altura a 17 mil pies, antes de intentar cumbre.
Para los montañistas “rápidos y furiosos”, aquellos que según Batalla Cueto representan el estilo que se viene imponiendo en todo el mundo, tantas escalas sean quizás una pérdida de tiempo.
Lo que esta temporada ocurre en Denali es una muestra de ello.