La alarma se presenta hoy principalmente en los Alpes. Se trata de una curiosa alga que cubre los mantos de color rosáceo. El fenómeno de la nieve rosa provoca menor rebote de la luz solar y acelera el derretimiento.
El extraño episodio de la llamada “nieve rosa” o “nieve sandía” se ha verificado este año en los Alpes en mucho mayor medida que en inviernos anteriores. Lo que ciertamente aparece como pintoresco, en realidad es un pésimo presagio para el clima del planeta.
El proceso es el siguiente: la nieve adquiere un tono entre rojizo y rosado a causa de la presencia de algas de nieve. Su nombre es Chlamydomonas nivalis y contienen un pigmento carotenoide que produce ese color característico.
Mientras que la mayoría de las algas de agua dulce prospera en temperaturas cálidas, la nieve sandía es criófila, es decir que habita en temperaturas frías.
Ciencia en alerta
Científicos han manifestado preocupación por la creciente presencia de estas algas en los Alpes. El problema surge porque el color rojo aumenta la absorción de la luz solar en la nieve. Esto implica que se derretirá antes y exacerbará, claro está, el impacto del cambio climático.
Biagio Di Mauro es un investigador del Instituto de Ciencias Polares del Consejo Nacional de Investigación de Italia. Este invierno recorrió algunos glaciares en las alturas alpinas donde comprobó personalmente el preocupante fenómeno.
En distintos reportajes y en su cuenta de Twitter, Di Mauro explicó que las flores de las algas en cuestión no solo se encuentran en los Alpes sino también en las regiones polares, incluidas Groenlandia y el continente Antártico.
De hecho, en mayo, investigadores de la Universidad de Cambridge y el British Antarctic Survey descubrieron que algas verdes están tiñendo de ese color buena parte de la nieve en la Antártida. Algunos comienzan a llamarla “nieve melón”.
De vieja data
La “nieve rosa”, es en realidad antiguo habitante del ecosistema alpino. La presencia de Chlamydomonas nivalis está registrada en los Tratados sobre la Naturaleza de Aristóteles, hace más de 2.300 años. Y también está mencionada, no sin algún ribete fantástico, en relatos históricos de alpinistas exploradores de remotas regiones.
El alga “florece” en primavera y verano. Con el deshielo, se reproduce y aflora en la superficie de los mantos nevados tiñéndolos de esos particulares tonos.
La microalga alcanza varios millones de ejemplares por centímetro de nieve. Y puede concentrarse en espacios de 25 centímetros de profundidad. Sus esporas de color rojo/naranja dan lugar a densas floraciones, también conocidas como “blooms”.
El problema concreto es que, con el calentamiento global casi descontrolado, cada vez aparece antes y se va más tarde. Y aquí la consecuencia: el rosa en la nieve provoca que pierda en un 20% una de sus propiedades: el llamado albedo, su blanco, su capacidad de rebotar la luz solar y demorar el derretimiento.
(Foto de portada Francesca Ferrari: Este año, el color rosa se vio en varias áreas de los Alpes, como en el glaciar Presena (Trentino-AltoAdige).