Hoy se cumplen 20 años de la gran hazaña de Heber Orona. Sin sponsors ni recursos, sin oxígeno artificial ni asistencia de porteadores, coronó el Everest por la cara Norte. Fue el primer argentino en lograrlo en estilo alpino.

Heber Orona exactamente hace 20 años, el 27 de mayo de 1999 a las 10:55 hora de Tíbet, se convertía en el primer montañista argentino en lograr la cumbre del monte Everest (8.848 m, Nepal), con 27 años apenas, de forma totalmente autónoma, sin oxígeno artificial ni asistencia de porteadores de altura.
El célebre andinista mendocino ascendió en aquella oportunidad por la cara Norte desde China/Tíbet, es decir no por la ruta normal del Collado Sur por donde sube la gran mayoría de los expedicionarios, de entonces y de ahora.
Heber se propuso acometer la montaña más alta del planeta como un reto deportivo extremo. No contempló en ningún momento el uso de tubos de oxígeno o la ayuda de sherpas para el ascenso. Como montañista cabal, su decisión era llegar hasta donde su cuerpo y esfuerzo lo permitiera.
Aquella titánica hazaña cobra aún más dimensión al conocerse los detalles de sus preparativos y logística previa, que Heber gentilmente compartió con Cumbres en este día tan especial.

Con lo puesto
En 1998 Heber vendió su primer auto para ir al Makalu (8.463 m). Llegó a su cumbre secundaria a 8.400 metros. Gastó todos sus ahorros para cumplir el sueño de su primer 8 mil, y regresó a la Argentina sin un centavo.
En esa expedición conoció a unos rusos con quienes trabó alguna amistad.
Así fue como al año siguiente los rusos lo invitaron a sumarse a una expedición de escaladores por la Cara Norte (más técnica) al Everest. Sin dinero ni perspectivas de conseguirlo, Heber confirmó su presencia.
Con poco tiempo y pocos contactos aún, el Universo conspiró y el milagro se produjo. Una semana antes viajó a Buenos Aires y a través de una agencia de Turismo para estudiantes consiguió los pasajes. Tardó una semana en llegar a Nepal.
Ya en Katmandú, con poca plata y bastantes contratiempos, se reunió con un ecuatoriano que también integraría el team: Iván Vallejo, de ahí en más uno de sus grandes amigos de la montaña.
Eran 11 escaladores entre búlgaros, rusos, mexicanos, finlandeses, el ecuatoriano y el argentino, Orona. El costo por el lado Norte en aquel entonces era de 7 mil dólares.
Ese año en el CB de la ruta Norte entre montañistas, campamenteros y porteadores había 200 personas. Por la vía normal, 2.000.
Heber Orona, primer argentino
Una vez arribados al campo base, el equipamiento de la ruta y la supervisión era asunto de cada expedición. Allí no había sherpas que se encargaran. Mediante acuerdos entre los guías líderes se repartían los tramos para equipar y el aporte de cuerdas de cada grupo. De ese modo se alivió un poco el trabajo y el peso.
Así fue como fueron paulatinamente ascendiendo hacia los campamentos de altura. Heber e Iván, únicos del equipo que lo hacían sin oxígeno, congeniaron de inmediato. Y conformaron una dupla muy sólida.
También por una cuestión de acuerdos de montaña, el día de cumbre fue totalmente autónomo, cada cual a su ritmo y en sus tiempos.
Iván llegó primero a la gran cima. Apenas comenzado su descenso, a los pocos metros, los dos sudamericanos se cruzaron. Uno bajaba y el otro subía. Se estrecharon en un fuerte abrazo. “Falta muy poco Heber” le dijo el ecuatoriano entre sollozos.
En el punto más alto posible que pueda pisar un hombre, allí se encontró Heber Orona aquella mañana por una hora y media absolutamente solo. Contemplando, literalmente, el mundo a sus pies. Y lloró.
Tanto había leído sobre los ascensos al Everest por la ruta “normal” o Sur, que en aquella circunstancia se dio el gusto de una experiencia notable: estando en la cima, descendió por la vertiente Sur unos 50 metros, sólo para ascender por la ruta que tanto había leído.
Luego llegó la mexicana Karla Wheelock con su sherpa, a quien Heber ya conocía de Aconcagua. Nuevos abrazos y más lágrimas, fotos, videos. Y a regresar, sanos y salvos.
Los reconocimientos
A 20 años de aquel hito del montañismo argentino, Heber Orona tuvo palabras de reconocimiento y admiración para tres personas muy queridas por él.
“A Lito Sánchez, que fue el precursor en todo esto, el que abrió el juego en las grandes montañas”.
“Al gran amigo Mariano Galván, que se lo extraña, el gran y verdadero montañista argentino con quien compartiéramos la experiencia de ser los únicos argentinos de estar en la cumbre del mundo sin utilizar tubos de oxígeno”.
“A mi gran maestro y mentor Alejandro Randis, quien me enseñara no solo los conceptos del montañismo, sino a no renunciar a los sueños y desafíos”.
¡Salud Heber Orona!