1825 días. En las alturas del Nanga Parbat descansa un soñador, en sus entrañas duerme un aventurero.
Por el filo de la arista Mazeno, sus huellas perdurables, nos inspiran a no perder de vista los principios que mueven nuestros pies.
Un manto blanco, lo envolvió para siempre.
Una voz amiga viaja en el tiempo y me cuenta historias sobre exploraciones de siglos pasados, donde no se estaba a un clic de colocarla en un carrito, para pasar al pago.
Recuerdo sus manos curtidas, por el frío, el viento y el magnesio. Su sonrisa cómplice previa a una travesura propia de su imaginación. Su mirada profunda, que buscaba descubrirte, saber de qué estabas hecho, cuáles eran tus miedos y sueños y virtudes, escudriñando proezas y derrotas…
Salvó vidas, no sólo de quienes estaban a la deriva en cualquier montaña, sino de los que muchas veces estábamos en el llano, perdidos y desganados, casi resignados al aburrimiento, la rutina y el confort.
Un día con Mariano, un instante de su charla, tenía la fuerza arrolladora de cualquier avalancha. Indómita su presencia, se escurría por tus pensamientos y te hacía reflexionar.
Un día, bastaba.
Por todo esto y por lo que me guardo, estos 1825 días no son nada, ya que de alguna u otra manera te la has ingeniado, como siempre, para acompañarnos y para recordarnos que lo importante es vivir con pasión, humildad y convicción.
¡Salud, Mariano! Y gracias.
24/6/2022
Por: Natalia García
(N.d.R.: Mariano Galván remontó vuelo 5 años atrás, hace 1825 días, cumpliendo sueños en el Nanga Parbat)