Las inmensas y desconocidas cascadas de hielo se encuentran en el Plateau de Putorana, en el Ártico Ruso. El proyecto incluyó también la convivencia con pastores nómadas de la zona.
Los alpinistas catalanes David Graells, Dani González y Rafa Vadillo y los rusos Ivan Temerev, Vlad Golub y Fedor Kopitov concretaron entre el 5 y el 20 de abril pasado una expedición original exploratoria en busca de las remotas cascadas de hielo del Plateau de Putorana, en el Ártico Ruso.
Esta zona no es visitada por extranjeros. Por ello demoraron casi un año las gestiones para conseguir permisos y organizar la complicada logística.
El plan inicial era ir en el más benévolo mes de mayo. Pero eso implicaba un mayor riesgo de que el hielo de lagos y ríos que debían atravesar complicara la de por sí compleja aproximación hasta la entrada del Plateau.
No existe registro de anteriores expediciones en invierno en ese lugar.
La aproximación
Los expedicionarios aterrizaron en el aeropuerto de Norilsk. Es una ciudad minera a 300 kilómetros al Norte del Círculo Polar. La más septentrional del planeta.
Desde allí se accede al Plateau de Putorana, un altiplano de basalto aislado y salvaje, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y con gran potencial para la escalada en hielo.
La primera etapa la realizaron en vehículos todoterreno llamados “Trekol”. En ocho largas horas de noche, superaron lagos y ríos helados para recorrer casi 100 kilómetros.
El siguiente trayecto se cumplió con motos de nieve con remolque para el transporte de material y expedicionarios. Desperfectos en una de las motos obligaron a un cambio de planes. Los dos vehículos hicieron porteos hasta el lugar donde pasarían la noche. Mientras que los alpinistas avanzaron en improvisados esquís de fondo con rudimentarias fijaciones de cable de talón libre.
En esta zona no se usan pieles de foca en los esquís dado que al pasar por lugares con agua se congelan y pierden utilidad. En terreno plano no hay problema, pero es extenuante en pendientes.
La tercera etapa de aproximación fue íntegramente en esquís. 22 kilómetros sobre un impresionante lago helado.
Fantásticas cascadas de hielo
Desde el campo base el equipo afrontó exploraciones en los valles adyacentes en busca de cascadas de hielo. Debieron hacerlo con cierto cuidado en virtud de un alto riesgo de aludes, como en toda la zona. El avance fue lento.
El 12 de abril, tras remontar en 4 horas un valle abierto y menos expuesto a avalanchas, arribaron a un maravilloso circo con cinco estéticas cascadas colgantes. El objetivo se había logrado.
Bajo un intensísimo frío (entre -20° y -30°), Graells, González y Vadillo escalaron en dos largos los 60 metros de la gran cortina de hielo de la izquierda del circo. La bautizaron “León & Tudela Fall” (60 m., WI 5/5+), en memoria de los recientemente desaparecidos en accidentes de montaña Marc Sabata “León” y Carlos Tudela.
En tanto, los tres escaladores rusos descubrieron un nuevo circo con cinco cascadas más.
Así las bautizaron y catalogaron Temerev, Golub y Kopitov: Polshaga Vperyod (65 m., WI 5); Yel Putorana (40 m., WI 5); Slozhniy (35 m., WI 5+); Lyzhniy (35 m., WI 4); y Vasya Davai (50 m., WI 6).
Convivencia con los pastores
Mientras esto ocurría, parte del grupo avanzó por la tundra para visitar a los nómadas Nenets. Ramón Dies, guía especialista en zonas árticas, y Miguel Ángel Julián, etnólogo en comunidades indígenas del Ártico, también participan del proyecto. Ellos buscan para cumplir el otro objetivo, además de la exploración y escalada de las cascadas: la visita y convivencia con los pastores nómadas de renos de la etnia Nenet, mayoritaria en el Ártico Ruso.
El proyecto global se completa con la grabación de imágenes en vídeo para un reportaje sobre la escalada y la vida de los nómadas.
La inédita expedición a esta zona tan remota del planeta despertó el interés de la prensa rusa. Inclusive con la difusión de un reportaje en las telenoticias de la Televisión de aquel país.