Gonzalo Zamorano, argentino y apasionado del viaje, ha forjado una vida marcada por el deseo de exploración y el espíritu de aventura.
Originario de Rodeo del Medio, Maipú, en la provincia de Mendoza, Gonzalo es un referente en el mundo del bikepacking, una modalidad de ciclismo que combina el minimalismo y la autosuficiencia en viajes a lugares recónditos, lejos de las rutas turísticas convencionales.
Su viaje comenzó hace más de siete años, cuando, luego de recorrer el mundo como mochilero, decidió explorar nuevos destinos con una bicicleta y poco equipaje.
El bikepacking, explica Gonzalo, surge como una variante del cicloturismo. A diferencia de las tradicionales bicicletas con grandes alforjas, esta modalidad utiliza equipamiento más compacto y ligero, facilitando el acceso a rutas y paisajes remotos. “Es una manera de viajar en bicicleta mucho más minimalista”, describe.
Equipado con alforjas pequeñas y materiales técnicos, puede adentrarse en zonas donde la naturaleza es dominante y la hospitalidad local es auténtica, sin intermediarios. “Nos permite andar por lugares increíbles, entrar en contacto con la naturaleza de forma muy cercana, llegar a aldeas donde solo viven un puñado de personas, donde el turista convencional no llega y se aprende el verdadero significado de la palabra hospitalidad”, sostiene.
Para Gonzalo, viajar es más que un simple recorrido o un acto de turismo. “Recomiendo esta forma de viaje. Pero, principalmente, recomiendo viajar de cualquier manera”, afirma.
Este deseo de salir de la zona de confort es, según él, una experiencia de descubrimiento personal y cultural. “Uno aprende mucho cuando viaja. Todos deberíamos hacer al menos un viaje, alguna vez en la vida”, agrega con convicción.
Desde joven mostró un interés profundo por la naturaleza, la aventura y las artes. Su padre, Eduardo, recuerda que siempre fue “un chico muy tranquilo, solidario, muy poco egoísta, que siempre tuvo inclinación por el arte”.
A lo largo de su vida, ha cultivado la fotografía y el dibujo, y su interés por la montaña y los paisajes lo llevó a explorar primero como mochilero y luego en bicicleta.
Sobre pedales
La experiencia acumulada en sus recorridos le ha permitido conocer el sudeste asiático, Oceanía y Europa, donde trabajó en diversos oficios para financiar sus aventuras.
Entre 2015 y 2018, recorrió durante tres años la Patagonia chilena, el desierto de Atacama, y casi toda la ruta 40 en Argentina.
También se ha desplazado por Bolivia, Perú y Colombia, donde disfrutó de la generosidad de su gente, llegando incluso a vivir en Cali durante una temporada.
En el año 2001, Gonzalo emigró a España junto a su familia en busca de nuevas oportunidades. Trabajó durante varios años en un matadero y en una cámara frigorífica, hasta que decidió emprender su propio camino en busca de sus sueños. Cambiando la rutina laboral por el deseo de aventura.
Su salida de la “zona de confort”, como él la llama, fue también motivada por el fin de una larga relación, punto de inflexión que lo impulsó a repensar su vida y buscar algo más allá de la estabilidad económica. “Me pregunté si realmente estaba haciendo lo que quería y me di cuenta de que no”, reflexiona.
Con el tiempo, el viaje en bicicleta se convirtió en su forma de vida.
Aprendizajes
La pandemia de 2020 interrumpió sus planes cuando se encontraba en Colombia, listo para continuar hacia Alaska. Bloqueado por las restricciones sanitarias, regresó a Mendoza, donde pasó meses sin poder salir ni retomar sus aventuras.
“La situación se sostenía en el tiempo y se hacía más y más compleja”, recuerda sobre los desafíos de la repatriación. Este periodo de pausa le dio tiempo para reflexionar sobre su camino recorrido, las experiencias vividas y los lugares pendientes en su propia tierra.
Financia sus travesías en parte por marcas que lo patrocinan y por la colaboración de seguidores en redes sociales. Así como por publicaciones en revistas digitales donde comparte sus fotografías y relatos de viaje.
Este apoyo le permite seguir sumando a su proyecto y continuar con sus exploraciones. Aunque también ha trabajado de manera ocasional en el camino, ya sea en hotelería, restaurantes o vendiendo postales.
“Aprendí muchos oficios y trabajé de varias cosas. Ahora, con el paso del tiempo y con mucho esfuerzo, he podido sumar a este gran proyecto mi profesión de fotógrafo”, explica.
A rodar
Hoy, con 41 años, Gonzalo planea sus próximos pasos: Recorrer, a principios del próximo año, el sur de Mendoza, particularmente Malargüe, “una región que siempre me sorprende y me encanta compartir, por su diversidad paisajística y sus desafíos únicos para quienes viajamos en bicicleta”.
Luego el plan es continuar hacia la Patagonia, un territorio que, aunque no lo ha explorado en profundidad, siempre ha estado en su lista de pendientes. Gonzalo sabe que la Patagonia es un lugar inmenso, lleno de rincones por descubrir. La idea de pedalear por esas tierras lo llena de entusiasmo.
El definitiva, la filosofía de vida de Gonzalo Zamorano se basa en la libertad y en el valor de la experiencia compartida. “Siempre digo que esta elección de vida no sería lo mismo si no fuera por las personas que se cruzan en mi camino”, tal como afirma. Es que la verdadera riqueza de sus viajes proviene de los encuentros humanos que enriquecen cada jornada.
(Gonzalo en Instagram)