A la manera del ochomilismo en el Himalaya, el guía Máximo Kausch impone el seismilismo andino con su proyecto de escalar los 104 6 miles de Sudamérica.

[dropcap size=big]M[/dropcap]áximo Kausch nació hace 37 años en Villa General Belgrano, Córdoba, donde vivió hasta los 10 años, para luego radicarse en Brasil por 7 más, y más tarde en Inglaterra hasta la actualidad. Desde los 23 trabaja en la montaña, guía la mitad del año y escala deportivamente la otra mitad. Como alpinista profesional auspician sus iniciativas marcas como North Face, Spot y Deuter.
En 2012 guiaba una expedición al Broad Peak (8.051 m, Karakorum, China/Pakistán). Por esa época guiaba en Asia dos o tres expediciones al año. Una crisis política en Pakistán motivó la suspensión de aquella expedición. Con inesperadas vacaciones, Máximo decidió concretar un viejo anhelo: escalar 6 miles en Sudamérica.
Llegó a Argentina, compró una moto Tornado 250 cc y se fue a Salta. En esos 1.500 kms aprendió a manejarla. Y así empezó todo.
Ya entonces Máximo había ascendido unos 20 cerros en los Andes de esa altura. Pensó en un número “redondo” como objetivo: 50. Rápidamente llegó a 48, en dos meses de viaje hizo 30 cerros con un promedio de uno cada 2 días.
El plan era similar: en solitario, aproximar en moto hasta la base, subir, bajar, e ir por otro. A veces en una semana coronaba 4 cerros, otras solo 1. Comenzó por Salta y Jujuy y de allí hacia el Sur, también en Chile al Norte en la frontera con Bolivia.
El proyecto avanzaba y el número inicial de 50 dio lugar a otras posibilidades, como escalar todos los 6 miles de Sudamérica. El problema es que no existía un listado preciso, sólo datos aproximados, listas tentativas y poco rigurosas, por lo cual se abrió un doble desafío: enumerar los 6 miles de los Andes, pero antes definir qué se considera un cerro en sí mismo (ver aparte).
Del consenso inicial de 117, la lista depurada arrojó 104. Y ese fue el número objetivo del dinámico proyecto de Máximo.

Cada cerro un mundo
“Lo interesante del proyecto es que te da una idea de cada microcordillera de los Andes. Vas a cada punto más alto y te da una idea de lo que hay. No es decir ‘ay, qué groso soy porque escalé tantos cerros’, sino que te da una idea de ‘qué pequeño soy y cuánto me falta’. En tu vida vas a llegar a subir tantos cerros”. Con sencillas palabras y claras premisas define Máximo su Andes6K.
Cada cerro tiene su particularidad, y cada ascensión dejó anécdotas y experiencias únicas. Algunos como el Nevado Plomo, donde hacía 10 años que nadie iba, uno de los 6 miles más cercanos a Mendoza y a Santiago de Chile, y al que casi no va nadie. Junto a él se encuentra el impresionante Juncal: “Por estudios llegamos a que tiene 5.975 metros. No está en mi proyecto, pero es gigante, un cerro muy importante. Eso te da una perspectiva distinta de lo que hay en los Andes y cuánto te falta para escalar”.
Máximo recuerda algunos casos anecdóticos, como el meteórico ascenso al volcán San Francisco, habiendo salido de Fiambalá a las 13 y llegado a la cumbre a las 18. O el Famatina, partiendo desde Chilecito a las 9 y a la tarde ya regresar con la cima. Así como hubo montañas con tres intentos fallidos consecutivos.
En Perú no fue fácil con cerros muy técnicos e inaccesibles. O como el Nevado de Chachacomani (Bolivia) donde demoró 18 horas en superar nieve hasta la cintura por 3 km, o el Nevado Coropuna, donde subió a sus dos cumbres, pero lo bajó en 22 horas por otro lado, perdido por el congelamiento del GPS. En el nevado Socompa y el volcán Salín, Norte de Chile, para llegar a la base debió cruzar un sector de minas terrestres instaladas por el gobierno de Pinochet en los ’70.
Además de problemas técnicos y hasta “políticos”, para muchos casos, sobre todo en Argentina, debió sortear obstáculos burocráticos administrativos insólitos: “Gendarmería y AFIP ponen muchas imposiciones, buena parte de estos cerros están sobre la línea de frontera”. Como en el Nevado del Cóndor (6.400 m), muy aislado en Catamarca: “Me pedían un permiso de guardia civil, pero nadie sabía qué era ese permiso. Muchas veces me tuve que pegar la vuelta e ir por otro lado y no estaba traficando drogas, estaba escalando 6 miles”.
En algunas etapas del proyecto se sumaron personas como Suzie Imber, científica inglesa que aportó datos y tecnología de punta para acceder a la mejor información, y escaló junto a Máximo el último tramo en Mendoza. Otros integrantes fueron Pedro Hauck, conocido geógrafo de Brasil con varios 6 miles en su haber, los guías Eduardo Tonetti y Danilo Morasutti, ambos que trabajan con Máximo, se sumaron en diversos tramos. Y también Jovani Blume, mecánico brasileño, participó en parte de la iniciativa.

Andes desconocido
Hasta enero de 2018 Máximo logró coronar 85 montañas de más de 6 mil metros, la totalidad de Argentina y Chile, varios de Bolivia y algunos de Perú.
“Ahora sigo” responde ansioso Máximo ante la consulta de CUMBRES. Falta terminar todos los del Sur del Perú, dos de la zona de Arequipa, Solimana y Hualca Hualca, varios en la cordillera Blanca, en la Huayhuash. También la cordillera Vilcanota (Perú) donde hay cerros difíciles, desconocidos, “a los que no va nadie”. Y el único 6 mil de Ecuador: Chimborazo.
La intención de escalar todos los 6 mil de nuestro continente es formar una lista y divulgar lo que tenemos en los Andes. Actualmente está en estudio cómo cumplir la próxima etapa, pues todo depende de la sponsorización. En los últimos 12 cerros la marca auspiciante fue Red Bull, lo que derivó en un documental que pronto se podrá ver en Red Bull TV.
Una vez finalizado el Andes6K ya Máximo tiene en mente lo que viene, subir la impensada cantidad de 5 miles vírgenes de los Andes. “Hay mucho que hacer y si termino el proyecto seguro me voy a sentir igual, muy chico, o a tener una perspectiva más grande de lo que son los Andes y lo que falta escalar”.
¿Qué es un cerro?
Menuda cuestión definir qué es un cerro en sí mismo y qué no lo es. Para afrontar su proyecto, Máximo debió encontrar una definición precisa.
Se basó en el concepto de “prominencia topográfica”, una medida en metros que surge de analizar el col (col llave) que une una cumbre determinada con otra superior inmediatamente vecina. La distancia entre el punto mínimo de ese col y la cumbre es lo que determina si es un cerro o sólo una cumbre secundaria. Antiguamente la UIAA determinó que esa diferencia debe ser de al menos 300 metros.
Pero Máximo halló algo injusto este criterio. Es que no es lo mismo la diferencia en el col llave entre dos 6 miles que entre dos 2 miles, por caso, el concepto no contempla proporcionalidad. Entonces se optó por la metodología creada por el alemán Eberhard Jurgalski, que consiste en un porcentaje variable de acuerdo con la altura de un cerro, donde mientras más alto sea se exigirá mayor prominencia para considerarlo independiente. Este porcentaje -dominancia-, se obtiene definiendo la prominencia, dividiéndola por la altura del cerro y multiplicándola por 100. Si el porcentaje es mayor a 7% estamos ante un cerro en sí mismo. Por debajo, es una cumbre secundaria, una sub cumbre o punto notable.
Algunos aún discuten estas cuestiones científicas y tienden a contemplar conceptos subjetivos como la estética o la historia. Suponemos que jamás aceptarán que, por ejemplo, el Vallecitos, en el cordón del Plata, no es un cerro propiamente sino una cumbre secundaria del Plata, pues la dominancia entre ambas cumbres es del 5,5% y no clasifica como cerro independiente.