Compartimos el emocionado relato en primera persona de Alejandra Ulehla, primera mujer argentina en lograr el circuito de las cumbres más altas de cada continente.
Los comienzos
[dropcap size=big]T[/dropcap]uve una infancia y adolescencia muy conectadas al deporte y la naturaleza en un hogar y con una educación acordes a mi natural condición de estar en movimiento; allí encontré mis primeras herramientas para mi búsqueda.
Con años recorridos formándome como persona, nuevos vínculos y lugares por descubrir, con abundancia en aprendizajes de lo que me rodeaba y conciencia de escuchar mi interior, conocí caminos y paisajes únicos gracias a las competencias en carreras de larga distancia, pruebas combinadas y de aventura; unir mi pasión por el deporte y mi curiosidad por conocer me llevó a vivir “la magia de las montañas”.
Más allá de resultados exitosos, mi mayor logro en esa etapa fue no dejar de buscar, escuchar en mí y en la naturaleza que había algo más.
Mis sueños fueron cambiando conforme sentía “ese algo más”, entonces pude verbalizar ese sueño nutrido de experiencias y visualizaciones cargadas de emociones.
“Quiero ir a Everest” fue el motor que en 2011 impulsó mis primeros pasos en el montañismo. En esa búsqueda, personas cercanas me sugirieron comenzar con una montaña de menor altura, y así nació el desafío Aconcagua.
La preparación
Fernando Grajales es una persona que me aportó una oportuna claridad, sabiduría en sus palabras, decisiones rotundamente acertadas y corazón incondicional para soñar conmigo. Fiel a sus ideas, la hoja de ruta me llevó en 2012 al Cordón del Plata. Hice en pocos días bastante desnivel con hermosas cumbres, entre ellas Vallecitos (5550 m), objetivo cumplido con mi primer maestro y guía, Guillermo Fuentes.
Mi desvelo es vivir las montañas con alto nivel de exigencia, intensidad y volumen en el entrenamiento para encontrarme en ellas preparada física y mentalmente, y aclimatar y entrenar en repetidas ocasiones en nuestra Cordillera de los Andes (Cordón del Plata, el propio Aconcagua, Catamarca).
Mi historia en Aconcagua fue hermosa, la disfruté y volvería siempre. Es una montaña con su folklore que me enseñó mucho, y sobre todo me puso de cara a la altura. Fui por primera vez en 2012 con mi segundo maestro, Quique Clausen. En 2014 lo hice con otro guía y maestro, Ulises Corvalán, con quien nos empezamos a conocer para concretar el sueño del Everest. Sin saberlo entonces, en un futuro no muy lejano sería mi compañero de viajes y montañas que la vida nos tenía guardado.
Con otra hoja de ruta diseñada con Fernando Grajales, Ulises y nuestro amigo y sherpa Tendi, por fin llegó abril de 2014.
El esquivo Everest
Disfrutando el camino de aproximación del Khumbu llegamos al CB (5300 m) de la ruta Sur, en Nepal. La expedición estaba avanzada y con nuestra ansiedad de comenzar con las rotaciones de altura, nos sorprendió una mañana un estruendo más fuerte de los habituales; me retumbó en el pecho y tras ese instante trágico, minuto a minuto se escribiría en la historia del Himalaya la mayor y más triste de las tragedias. Un serac cayó desde la altura y mató a 16 sherpas. Mientras terminaban de rescatar los cuerpos quedamos en medio de un conflicto de intereses entre el gobierno nepalí y los sherpas que derivó en el cierre, por primera vez, de la temporada del Everest. Así comenzó para mí un nuevo proyecto, una vuelta de página que lo cambiaría todo.
Entre senderos, paisajes y soles, búsquedas y miradas de peregrinos montañeros, el proyecto Seven Summits se fue gestando. Fue momento de decisiones definitivas e importantes, planificación y determinación. Perseverar, “soñarlo bien fuerte”.
A paso firme en el desafiante proyecto, con Ulises como guía logramos dos cumbres ese mismo 2014: con su geografía diversa el Kilimanjaro (5.895 m), en África, y días después inundados de alegría el Elbrus (5.642 m), en el Cáucaso, Rusia.
Planificamos el regreso a Everest en 2015. Por sabia decisión de Tendi Sherpa esta vez fuimos por la cara Norte (Tíbet – China). Luego de trámites y preparativos de equipo, viajes y rutas, nos encontrábamos en una expedición expectante en el CB, con la ilusión a pleno en nuestra primera rotación en el Campo Avanzado (6.400 m), de nuevo la fatalidad: la montaña se estremeció con un terremoto. Desconcertados e ignorando lo que pasaba, por temor a réplicas emprendimos el peligroso descenso al CB. El sueño de cumbre se desdibujaba mientras llegaban las tristes noticias de la gravedad del desastre.
Después de dos Everest tan intensos y dramáticos, una pregunta recurrente: ¿qué tenía que aprender? Algo me atravesaba, algo mucho más grande que trascendía la experiencia de conocer el camino a la cumbre de mi Everest.
Sin dudarlo y con el amigo poblano Aldo Valencia de testigo, invité a Ulises y a Tendi a un nuevo Everest 2016.
Varias montañas, pueblos y ciudades del Himalaya, entre ellas Katmandú, se vieron dañadas por semejante terremoto. En ese estado de angustia, con energía rara, con la incertidumbre de nuestros compañeros sherpas que perdieron familiares y viviendas, volveríamos a Katmandú.
Fin del mundo
Entre aclimataciones y entrenamientos las metas estaban claras; dos meses después mi destino fue Alaska, el Denali (6.194 m), entre junio y julio de 2015 el primer intento. Algo golpeada anímicamente y con un aprendizaje en mí luego del intento fallido, la naturaleza te desarma y desnuda cualquier idea de proyección con aires de cierto control. Absolutamente todo es a su tiempo, a su voluntad.
En meses posteriores de 2015, mientras aclimataba para el volcán San Francisco (6.018 m, Catamarca), un llamado alentador nos reveló la posibilidad de nuestro próximo rumbo: Antártida. El 31 de diciembre de 2015 hicimos cumbre en el inmaculado Macizo Vinson (4.897 m) con Tomás Ceppi, una persona con admirable capacidad de pensar en positivo todo el tiempo, un guía distinto. Juntos con Silvia Lavado Vázquez (primera mujer peruana en escalar el Everest), Ulises y yo, formamos una armoniosa cordada.
En marzo de 2016 con energías renovadas y sintiendo cerca un ilusionado abril, entrenaba en la cumbre del Plata (5.968 m), nada menos que con mi primer maestro de montaña Guillermo Fuentes, con la calidez y paz que lo caracterizan.
Ese otro cielo
Cuenta regresiva de una expedición soñada, no sólo por escalar Everest sino también por el grupo de compañeros: Nuestro líder Tendi Sherpa y su flamante empresa TagNepal, Juan Boselli, Facundo Arana, Ulises Corvalán, Verónica Rainone (doctora de la expedición) y yo, cinco argentinos; Aldo Valencia de México, y otros integrantes, como en un deja vú estábamos en el CB del lado Norte del Everest. Conforme se iban dando las rotaciones exitosas que nos acercaban a la única y última ventana, llegamos en tiempo y forma al día de cumbre.
Es difícil describir ese día, voy como en un trance, un mecanismo de resistencia mental con lapsos de una sola consigna internalizada: Avanzar y avanzar, moverse hacia la cumbre, pasar por diferentes emociones, sensaciones fuertes, pensamientos profundos, visiones y recuerdos. Alentando a mi cuerpo a seguir.
Las palabras que pueda decir sobre el momento de cumbre son pobres y suenan a poco. Retrasé mi paso, busqué estar conectada 100% con la montaña, ser consciente de lo que tenía esa cumbre para mí. Con ese cielo (como si fuera otro), con esa nieve cumbrera, con su olor y su viento. Sentir qué me mostraba ese sol ese 23 de mayo. Horizonte infinito, nubes hermosas confundiéndose con otras cumbres, grandeza y superioridad natural.
Quería ser parte de ese equilibrio de la naturaleza. En mi corazón llevé a mis seres amados y me sentí muy conmovida. Más allá del orgulloso cansancio, la cumbre me llenó de energía reparadora; pero el descenso fue arduo, muy duro.
El sueño posible
Quedaban las dos últimas montañas del proyecto, y ya comencé a sentir ese vacío de meta por cumplir.
En octubre del mismo 2016 logramos con Ulises la particular cima de la Pirámide Carstensz (4.884 m), Indonesia.
Tiempo atrás volviendo de Alaska mi compañero me propuso planificar la última expedición sin ningún servicio, sin empresa contratada, autosuficientes en todo lo que se pudiera.
Así conformamos una cordada de cuatro argentinos: Herman Kneeteman, Martín “Tincho” Lucero y Ulises, tres guías de lujo para compartir conmigo la cumbre tan anhelada para concluir las Seven Summits. Tras dudosos días de frentes de tormenta en campamentos de altura, nuestro momento de cumbre se concretó el 20 de junio de 2017.
Querer nombrar a cada rostro expresivo, a cada persona que enriqueció todas mis aventuras, sería imposible. Para todos mis maestros de la montaña, incluyéndola, para absolutamente todos, mi sincero agradecimiento. Simplemente los abrazo, siempre.
Seven Summits
- Aconcagua (Argentina, Sudamérica) – 6.962 m. Cumbre 2012 – 2014
- Kilimanjaro (Tanzania, África) – 5.895 m. Cumbre 2014
- Elbrus (Rusia, Europa) – 5.642 m. Cumbre 2014
- Denali (Alaska, EEUU; américa del Norte) – 6.194 m. 1° intento 2015. Cumbre 2017
- Vinson (Antártida) – 4.897 m (Primera mujer argentina). Cumbre 2015
- Everest (Nepal-China, Asia) – 8.848 m. 1° intento por ruta Sur 2014. 2° intento por ruta Norte 2015. Cumbre ruta Norte 2016 (Primera mujer argentina en ascender por ruta Norte, China)
- Pirámide Carstensz (Indonesia, Oceanía) – 4892 m (Primera mujer argentina). Cumbre 2016