La metodología cambia el escenario indoor por outdoor. Individualmente o en grupo, personas con distintas problemáticas se contactan con la naturaleza y sus actividades, como parte de su tratamiento psicológico. Hablamos con el principal impulsor de la Terapia a través de la Aventura, el Psicólogo español Alexander Rose.
El español Alexander Rose es Psicólogo y vive en Montcada, en la Comunidad de Valencia. Conjugando su profesión con su amor por la naturaleza y la montaña, desde su titulación se involucró y dedicó decididamente a la llamada Terapia a través de la aventura.
Él la define como una metodología terapéutca más que como una escuela u orientación psicológica. Es trasladar básicamente la terapia psicológica, en determinada oportunidad, del escenario del consultorio, el recinto terapéutico, al contexto de la naturaleza, la montaña y la diversidad de actividades que allí se pueden realizar. Con individuos o con grupos, dependiendo del programa y de la problemática que interese remediar.
Desde el aislamiento por la pandemia de Covid-19, Alex dialogó extensamente con CUMBRES y abordó su especialidad desde sus orígenes.
CUMBRES: ¿Cuál podría ser una definición ampliada de lo que llamamos Terapia a través de la Aventura?
Alexander Rose: Es una terapia que hacemos los psicólogos en el aula o en el recinto, pero afuera, con un plus muy grande que es hacerlo en la naturaleza. Es una terapia para personas con problemas o padecimientos, que se tratan en un contexto natural, individual o grupalmente.
C.: Se trata justamente de una iniciativa terapéutica, no de diagnóstico. ¿En qué diagnósticos principalmente es posible aplicar, y con qué eficacia, la terapia a través de la aventura?
A. R.: Se puede adaptar a personas con situaciones diferentes. Mi experiencia es trabajar, por ejemplo, con personas con cáncer o adolescentes con problemas de adicciones a sustancias.
Hay poblaciones que quizás de entrada sea más conveniente tratar con mucho más cuidado, personas con trastornos límites de personalidad, una patología con bastante gravedad, o personas con trastorno bipolar o depresión. Se enfoca de otra manera.
Los programas se diseñan por las demandas de grupo, que se puede trabajar a nivel grupal. Hay mucha disparidad de programas y eso es lo mágico de esta terapia, que se puede aplicar a poblaciones diferentes.
C: La ejecución de la terapia ¿requiere una exigencia física determinada para el paciente? ¿Debe llevar una preparación complementaria?
A R: Depende del programa. Una organización belga hace un programa con supervivientes de cáncer en Pirineos, España. Tiene una parte, son 4 días, donde la mayoría del grupo asciende a 3.300 metros de altura. Lógicamente debe haber una preparación física, de hecho es un programa anual, un año entero donde se trabaja desde muchas facetas del ser humano, entre ellas la preparación física porque para este programa precisamente existe ese reto en la última parte.
Para otros programas no, hay otros que son para pacientes que no tienen ningún nivel de condición física, y hacemos terapia en escalada, en rocódromo. Uno de los beneficios del tratamiento de manera paralela es la mejora de la condición física finalmente, hay un movimiento, una actividad. Pero no es una condición per se.
C.: ¿En tu zona de montaña en particular cuál es el escenario de interés para la terapia?
A. R.: Como son programas sobre todo escolares yo hago uso de lo que hay cerca del centro escolar, rocódromos, parques cercanos al pueblo, áreas boscosas o montañosas del entorno. También hemos participado de otros programas en Pirineos, que ya son otro tipo de condiciones. Aquí lo que usamos mucho es escalada natural, vía ferrata, kayak.
Habitualmente lo que planificamos tiene que ver con los objetivos terapéuticos de las personas con las que trabajamos. Muchas veces proponer algo demasiado difícil para les frustra. Luego tenemos otros programas donde llevamos a un grupo y estamos durante una semana, 5 días, fuera en la naturaleza. Es otro tipo de aproximación, un modelo expedicionario donde hacemos diferentes actividades en donde ya no deben desplazarse. Por lo general son de caminata larga de día, 6 o 7 horas, con un estilo que nos gusta a los montañeros que es llegar, montar el vivac, la tienda, el hornillo. Y luego cosas que vamos encontrando por el camino, escalada, alguna tirolina que se pueda diseñar.
C: ¿Es siempre esta terapia aplicable en grupos, la actividad grupal contiene en sí misma la esencia de la terapia? ¿o tiene su “variante”, por así decirlo, individual?
A R: Las dos cosas. Primero que donde más literatura hay finalmente cuando uno investiga es en grupo, sobre todo, pero también hay que se trabaja con personas individuales.
Esta próxima acción metodológica se usa como adyuvante, esto es un tratamiento principal y algunos aspectos de ese tratamiento se tratan de esta manera. Es una forma paralela de trabajar aspectos que son mucho mejores así. Un compañero en Australia que trabaja con adolescentes que tienen su tratamiento en la ciudad, él se los lleva un día a hacer kayak, o escalada, o simplemente pasar una noche fuera, montar un vivac. Y es un proceso paralelo a ese tratamiento, que puede ser con grupos o individual.
C.: En España ¿cómo logras introducir este tipo de terapia en el ámbito sanitario? ¿tienes apoyo público o se trata de incumbencia privada?
A. R.: Hemos tenido que hacer un esfuerzo extra para ser reconocidos como tratamiento. Hay mucho corpus de investigación detrás de la terapia de aventura, pero no hay apenas nada en castellano, eso es algo que intentamos subsanar poco a poco.
Claro que convencer a las autoridades para que den fondos para que esto sea aprobado como un programa falta investigación de fondo. Ahora mismo hay varios programas en marcha con financiación pública. Yo trabajo en uno financiado por la Diputación de Valencia para adolescentes con problemas de adicciones y fracaso escolar. Ese plan se hace con financiación pública.
La organización que fundé hace un tiempo atrás, que ya no estoy vinculado a ella, trabajan desde un hospital público en Lleida, con personas con trastornos límite de personalidad, financiados por el Gobierno regional.
Hay más iniciativas que se dan cuenta que esta metodología es más atractiva para algunos colectivos, sobre todo para jóvenes, adolescentes. No es muy atractivo que un chaval de 16 o 17 años se venga a una sala a hablar con el psicólogo y otra cosa es que nos vayamos a la naturaleza y hagamos una escalada, la subida a algún pico, y a través de eso se introduzcan cuestiones clínicas, se trabaje desde lo conductual, reflexiones, introspecciones, cambios de pensamiento.
C: ¿Qué información tienes sobre la aplicación de la terapia a través de la aventura en otros países y particularmente en Sudamérica?
A R: Establecemos su inicio en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial con Kurt Hahn, un pedagogo que lo que hacía era terapéutico y que tuvo que emigrar por la guerra, él era judío. Con eso aparecieron diferentes escuelas alrededor del mundo y se propagó sobre todo a Estados Unidos, Canadá, Australia donde hay muchísimo movimiento hoy, Nueva Zelanda. Eso es el inicio si se ve desde una parte.
Si lo contemplamos como algo más antropológico, los ritos de paso han existido siempre. Los aborígenes eran enviados a la naturaleza y cuando volvían al cabo de un mes eran reinsertados en sociedad como personas adultas. No es lo mismo, pero se usaba la naturaleza, el reto, la aventura, como parte de su proceso de desarrollo. Depende de dónde queramos poner el foco.
En Sudamérica hay iniciativas. Estoy en contacto con personas en Colombia, Bolivia. En Costa Rica, Centroamérica, también, aunque un poco especial porque son programas norteamericanos que tienen base allí. Pero en Colombia y Bolivia son programas muy bonitos que están involucrando mucho a la comunidad. No solamente ese chico o chica que tiene un problema, le saco fuera, lo llevo al monte y hago algo, sino que es algo más comunitario, es una aproximación muy bonita.
C.: ¿Es posible que a través de la lectura de este reportaje alguien pueda interesarse en acercarse a la terapia a través de la aventura, para sí mismo o quizás para algún allegado con alguna problemática?
A. R.: Lo bueno es que poco a poco empiezan a haber más personas que se aproximan desde esta orientación. Realmente haciendo una búsqueda en inglés es habitualmente lo más frecuente, “adventure therapy”. Ahí hay bastante información de lo que es la terapia a través de la aventura. Serán muchas páginas de Estados Unidos, por supuesto.
Al español también ha sido traducida como terapia de aventura, o terapia basada en la aventura. Yo cuando empecé con todo esto, allá por 2008, no había traducción, el concepto no existía, se usaba en inglés.
Esto puede ser útil para personas que consideren que el contacto con la naturaleza desarrolla esa sensibilidad que es un poco diferente en cuanto a la metodología y las personas. Muchas veces personas que han pasado por diferentes tratamientos y no han sido efectivos a lo mejor esto es una vía para poder acceder. Es una aproximación que estamos probando cada vez más la validez.
Esto es importante decirlo, hay muchas orientaciones en Psicología y esto es una metodología. Quiere decir que el paradigma o la filosofía de base habitualmente es la del terapeuta, puede ser humanista, sistémico, cognitivo-conductual, psicoanalítico. Realmente lo que cambia es el contexto donde se desarrolla esa acción terapéutica. Y también cambia el método. Y la terapia a través de la aventura es sobre todo un método. Cómo desde la creación de un entorno seguro, desde la proposición de un reto, una aventura, sirve para reflexionar y pensar cosas de mi día a día y cómo luego hago esa transferencia finalmente a mi vida diaria. Ese reto sirve para pensar en uno mismo y para cambiar cosas en el día a día.
C: ¿Cómo asociaste tu profesión de terapeuta con las actividades al aire libre que, bien se nota, es lo que más te gusta?
A R: Yo me considero montañero, aunque hace mucho que no toco montaña. Pero siempre he estado vinculado al movimiento educativo al aire libre, en la naturaleza. Digamos que la montaña está en mí, la vivo y la necesito.
Empecé a desarrollarme como profesor en una universidad y a dar clases de pedagogía en el tiempo libre, de cómo los docentes podían usar el medio natural para hacer algo educativo. En 2007 descubrí esa palabra mágica, “adventure therapy”, y dije ‘esto es para mí’. Tuve la oportunidad de ir a Estados Unidos y formarme durante 6 meses. Luego me vine para España, volví a la Universidad y estudié Psicología con toda intención de ser clínico. A partir de 2012 que tengo el certificado de Psicólogo ya estoy haciendo este tipo de terapia. Me junté con un grupo de personas, empezamos a ilusionarnos mucho en diferentes proyectos y así es como surgió el germen.
Paralelamente en el proceso de creación de una red europea también estuve muy involucrado al inicio y estamos en pleno desarrollo. Es un disfrute estar en la etapa de crecimiento de todo esto. Y lo bonito es que nos damos cuenta que nos hemos alejado de casa, y que es bueno poco a poco ir recuperando esos espacios naturales y volver a ser parte de lo que éramos antes. Creo que en el futuro esta terapia más y más se va a ir implementando.