Esta primavera, el techo del mundo se convertirá en el escenario de un duelo silencioso pero que promete ser histórico. Dos de los atletas de montaña más destacados de la última década, el suizo-ecuatoriano Karl Egloff y el estadounidense Tyler Andrews, convergerán en el Everest con un mismo objetivo: reescribir los límites de la velocidad en alta montaña.
Aunque sus intentos serán independientes, la comunidad montañera observará con atención quién logra imponerse en esta carrera contra el tiempo, la altitud y la propia fisiología humana.
Karl Egloff: La máquina de récords
A sus 44 años, Egloff no necesita presentación. Poseedor de registros de velocidad en cuatro de las Seven Summits -Kilimanjaro, Aconcagua, Elbrus y Denali-, el alpinista suizo-ecuatoriano busca ahora coronar su carrera con el récord más codiciado: el ascenso y descenso del Everest (8,848 metros) desde el campamento base en menos de 24 horas, sin oxígeno suplementario.
El actual récord lo ostenta Kaji Sherpa, quien en 1998 completó la hazaña en 20 horas y 24 minutos. Para Egloff, sin embargo, este proyecto trasciende lo personal. “Se trata de redefinir los límites del montañismo extremo”, afirma.
Su preparación ha sido meticulosa: en febrero de 2025, batió su propio registro en el Aconcagua, completando la travesía Campo Base-Cima Norte-Cima Sur en 7 horas y 57 minutos, apenas 48 horas después de haberla realizado en 8 horas y 49 minutos.
Egloff ascenderá por la ruta Sur, acompañado por su compañero de cordada Nico Miranda, quien portará oxígeno de emergencia. Juntos ya demostraron su sinergia en el Makalu (8,482 metros), que escalaron en 25 horas en 2022.
“La clave está en la fortaleza mental”, insiste Egloff, cuya transición de ciclista de montaña a alpinista de élite refleja una disciplina férrea.
Tyler Andrews: El ultrarunner que desafía la lógica
Mientras Egloff pulsa el reloj en estilo alpino, Tyler Andrews (34) abordará el Everest con la mentalidad de un corredor de ultradistancia.
El estadounidense, dos veces olímpico en maratón y poseedor de récords en Manaslu (8,163 m) y Aconcagua (6,962 m), apunta a superar el mismo registro de Kaji Sherpa, pero con una estrategia distinta: evitar los “atascos” de la ruta comercial.
“Cuando se estableció el récord, había menos gente en la montaña”, reconoce Andrews. Su plan implica ajustar su salida para esquivar las aglomeraciones, incluso dentro de una ventana meteorológica ajustada.
Acompañado en los tramos bajos por su amigo Chris Fisher, Andrews enfrentará solo los sectores críticos, como la peligrosa cascada de hielo Khumbu. Y la “zona de la muerte” claro, sobre los 7,000 metros.
Su preparación ha incluido entrenamiento en altura simulada (hasta 4,900 metros) y un sistema de capas desarrollado con la marca La Sportiva, para equilibrar movilidad y protección térmica. “Los últimos 800 metros podrían llevarme cuatro horas o doce”, admite, consciente de que el tramo final, entre el Campo 4 y la cumbre, será decisivo.

El Everest como escenario
Aunque Egloff y Andrews no competirán directamente -cada uno elegirá su día según las condiciones-, sus intentos coincidirán en una temporada donde el Everest sigue siendo un imán para la polémica. La masificación, los riesgos de congestión y la ética de los récords de velocidad en un entorno tan hostil son debates abiertos.
Andrews lo resume así: “Quienes intentamos esto entendemos el riesgo. No se trata de imprudencia, sino de calcular cada paso”. Egloff, por su parte, enfatiza el componente exploratorio: “Avanzar donde otros creen que no es posible”.

Producción cinematográfica en ciernes
Según fuentes cercanas a ambos proyectos, una “importante plataforma de cine y series” estaría avanzando en documentar estos desafíos paralelos para una producción cinematográfica de proporciones. Aunque los detalles se mantienen bajo reserva, la narrativa de dos atletas de perfiles distintos persiguiendo un mismo sueño en la montaña más icónica del planeta, promete ser un material fascinante.
Mientras tanto, el Everest aguarda. A finales de mayo, cuando los vientos del jet stream cedan, Karl Egloff y Tyler Andrews escribirán -o no- su nombre en la historia. El reloj, implacable, tendrá la última palabra.
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