La francesa Catherine Destivelle (60) recibirá este año el galardón más importante del mundo del alpinismo, el Piolet D’Or a su trayectoria. Sus tempranos logros en escalada, sus complejas incursiones en Himalaya. La diversificación de su carrera. Una mujer ejemplo y referente. Una leyenda.

La noticia de la designación de la alpinista francesa Catherine Destivelle para recibir el reconocimiento más prestigioso del mundo a la trayectoria, llenó las páginas de revistas, magazines y medios especializados de todo el planeta.
El Piolet d’Or Lifetime Achievement “Walter Bonatti” Award, lo recibirá la buena de Catherine en septiembre próximo en la entrega de los Piolets d´Or 2020, en Polonia, durante la 25° edición del Ladek Mountain Film Festival
Lo que con mayor preponderancia se destacó en todos los titulares y artículos al respecto fue que la hoy titular de la Éditions du Mont-Blanc compartirá el pedestal con alpinistas de la talla de Walter Bonatti (2009), Reinhold Messner (2010), Doug Scott (2011), Robert Paragot (2012), Kurt Diemberger (2013), John Roskelley (2014), Chris Bonington (2015), Voytek Kurtyka (2016), Jeff Lowe (2017), Andrej Stremfelj (2018) y Krzysztof Wielicki (2019). Todos genios, todos próceres. Todos hombres. Catherine Destivelle será la primera mujer con el más alto galardón.

La especialidad innata de Catherine Destivelle fue la escalada, y su apogeo en los ‘80. Nacida y criada en la roca del bosque de Fontainebleau, siendo muy joven ya accedía a las más notables rutas en el macizo del Mont Blanc, en su vecindario.
Asombrosa
Su paso al estrellato lo logró en aquel consagratorio 1988. “Samizdat“, primer 8a femenino, “Elixir de violence” también 8a y “Choucas” 8a+, una detrás de otra. Catherine escaló allí donde hasta entonces solo lo hacían los hombres.
Ya en los 90, la francesa calentaba motores acometiendo en solitario el Pilar Bonatti del Petit Dru y abriendo su propia ruta en la cara Oeste. Eran los preparativos para su desafío más alto e impresionante: la gran trilogía invernal de los Alpes.
La Norte del Eiger (Ogro) en 1992, el espolón Walker en la cara Norte de las Grandes Jorasses en 1993, y la vía Bonatti en la Norte del Cervino o Matterhorn, en 1994. Tres caras Norte, en invierno, en solitario, año tras año. Catherine Destivelle no paraba de sorprender al mundo. Ya sólo el Eiger le hubiera justificado el bronce. Su triple logro no tiene parangón.
Es curioso. Sus tempranos éxitos aumentan su dimensión por tratarse de una mujer, claro está, en un espectro secularmente masculino como el alpinismo, sobre todo el de élite. Pero ella reniega de ese encasillamiento donde la consideran. Ella quiere ser una alpinista de relevancia por sus méritos, no por su género.
Al mundo
Luego vendrán para Catherine sus incursiones en Himalaya, con objetivos fuera de lo común. Logró la segunda en libre de la ruta Eslovena en la Torre del Trango, junto a Jeff Lowe.

Hizo cumbre en Shisha Pangma, decimocuarta mayor altura del mundo. Desafió la Sur del Annapurna, el pilar Oeste del Makalu y la arista Norte del Latok I, empresas complejas y poco repetidas aún al día de hoy.
Exploró las fantásticas agujas rocosas de Malí. Despuntó la escalada en paredes del Sinaí. Emprendió arriesgados ascensos en Estados Unidos, donde también protagonizó sus propios films, con singular aceptación.
En el verano austral de 1996, Catherine Destivelle acababa de hacer cumbre en una montaña innominada de 4.160 metros junto a su compañero Erik Decamp. A su gusto a -30°, en el momento que tomaba la foto de rigor, perdió apoyo en el inestable hielo y cayó 20 metros al vacío. Se fracturó una pierna y quedó colgada allí, al borde de la muerte.

Su experiencia y pericia, y la de Erik, salvaron su vida. Tres días más tarde un avión de rescate la evacuaba hacia una base estadounidense donde recibió auxilio.
Nuevos rumbos
El accidente primero, y el nacimiento de su hijo al año siguiente, la alejaron de las grandes alturas y los desafíos más increíbles.
La bellísima Catherine atrajo la atención de fotógrafos y cineastas. Protagonizó “Au-delà des cimes” de Rémy Tézier, donde escala una compleja ruta en el Grand Capucin, Voyage selon Gulliver. Un hermoso film de inmenso valor y reconocimiento para el alpinismo.
Más tarde incursionó en la literatura al escribir su autobiografía. Esto le abrió las puertas a su nueva profesión de editora.

Con la misma decisión y destreza con las que lograba uno tras otro sus objetivos de montaña, hoy a sus 60 años Catherine Destivelle dirige su propia editorial de libros de montaña Les Éditions du Mont Blanc. Allí produce muy buenos títulos propios, y obras de ignotos autores que, luego de su experta mirada, por lo general se convierten en escritores prolíficos y reconocidos.
Bella, transgresora y “antidiva”, Catherine Destivelle es una mujer llamada desde siempre a pertenecer al selecto mundo de las celebridades. Muy a su pesar probablemente.
Fuentes: El País, El Heraldo, Desnivel, Oxígeno, Cara Oculta, Les Editions du Mont Blanc, Sal y Roca, Madrid Adventours.