Estudios en EE.UU. comprueban que aplicar dexametasona en pacientes graves por coronavirus, literalmente los revive. Al igual que en grandes montañas, cuando el mal de altura afecta a algún alpinista. Persiste el debate por su uso previo, para mejorar la performance en la búsqueda de las cumbres.
A raíz de la pandemia de Covid-19 que afecta a todo el planeta, un corticoide muy conocido entre montañistas y rescatistas, la dexametasona, cobró notable protagonismo en estos días por lograr algo que ningún otro medicamento puede ante el coronavirus: revivir a pacientes infectados al borde de la muerte.
Así lo publica en un extenso informe la revista estadounidense Outside. El cronista Devon O’Neil menciona allí a dos investigadores médicos de la Universidad de Oxford, Peter Horby y Martin Landray.
Éstos anunciaron los resultados de sus estudios clínicos, que afirman que las muertes entre pacientes con COVID-19 con respiradores podrían reducirse un tercio y las de infectados que reciben oxígeno sin intubación en un 20%, si recibieran dexametasona. Más conocida como dex.
La historia llegó a la portada de The New York Times y a medios de comunicación de todo el mundo. Por meses, científicos intentan, por ahora en vano, encontrar un tratamiento confiable para la enfermedad, que ha infectado a millones de personas y matado a cientos de miles. De pronto, nace una esperanza.
Hablan los que saben
Jeremy Windsor, un médico de cuidados críticos en el Chesterfield Royal Hospital cerca de Manchester, Inglaterra, ha tratado a innumerables pacientes con COVID-19 desde marzo.
Windsor ha sido montañista por décadas y alcanzó la cima del Everest en 2007. Por ello, conoce bien las aplicaciones médicas de gran alcance de la dex, un antiinflamatorio de bajo costo utilizado para tratar de todo, desde tumores cerebrales hasta asma.
“Cuando vemos algo que reduce las muertes en un tercio, eso realmente es difícil de ignorar”, opina Windsor.
El Dr. Ignacio Rogé es Jefe del Servicio Médico del monte Aconcagua (6.962 m) en Mendoza, Argentina, la montaña más alta del planeta fuera de la cordillera de Himalaya.
De amplia experiencia y conocimiento de medicina en altura, Rogé no duda en confirmar las virtudes de la dexametasona en el actual contexto de pandemia.
“Es real, se usa en determinados casos de terapia, estrés respiratorio severo, asociado a respirador, sobre todo para desinflamar vía aérea. Es claro que está funcionando bien en casos graves de Covid-19. Pero no se sabe por qué. Hay algo con la fisiopatología del germen, los efectos que produce en el cuerpo, que se necesita un antiinflamatorio tan potente como la dexametasona” explica el profesional ante la consulta de CUMBRES.
Se enrola entre quienes se esperanzan con que quizás en la dex se encuentre la llave de la cura: “Hay evidencia clara. La OMS ha pedido a los laboratorios que la fabriquen más.
Se habla mucho porque es el corticoide más potente que hay y un muy buen antiinflamatorio”.
Dudas, certezas y esperanzas
Cuando los pacientes con COVID-19 no mejoran, a menudo sus órganos comienzan a fallar. Pero con la dex -inexplicablemente, dado que nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona-, un porcentaje significativo mejoró.
Andy Luks, médico neumonólogo y de cuidados críticos en el Centro Médico Harborview de la Universidad de Washington, tiene también mucha experiencia en montaña. Incluso él mismo ha tomado dexametasona para ayudar a su aclimatación en recorridos de esquí a gran altitud en Sierra Nevada, España, y durante misiones médicas en los Alpes.
Luks y sus colegas consideraron usarlo para tratar a los pacientes con COVID-19 al comienzo de la pandemia, pero no lo hicieron, debido a la falta de datos de respaldo.
Aún así, a pesar de los resultados prometedores y la atención de los medios, persiste escepticismo sobre si la dex realmente salva vidas.
El estudio al respecto no ha pasado por revisión por pares, requisito previo para ser publicado por alguna de las principales revistas médicas del mundo. Algo que probablemente suceda en las próximas semanas.
El “levanta muertos”
Entre alpinistas, la dexametasona a menudo se toma de forma preventiva y controvertida. Se plantea algún cuestionamiento ético por utilizarse como potenciador del rendimiento y para mejorar las posibilidades de cumbre.
Los rescatistas en Denali, Alaska, lo usan para eludir el lento proceso de aclimatación. Y los guías allí a menudo usan dosis o llevan una jeringa inyectable llena a mano, en caso de que un cliente presente edema pulmonar o cerebral.
En la publicación norteamericana hablan de los guías de habla hispana que “llaman levanta muertos a la dex, por la forma en que le da vida a una persona muerta”, según afirmara años atrás el guía argentino Damián Benegas.
“Siempre la llevamos. En mis bolsillos nunca falta una dexametosona inyectable por vía intramuscular. La llevo desde hace más de 30 años, desde mi primera expedición. Todo himalayista que suba más de 5.000 metros debe llevarla. A más de 8.000 metros de altura, en una situación complicada, con un chute de dexametosona revives”, se suma con su parecer el experto alpinista vasco Alex Txikon, en una publicación del periódico Marca.
Rogé deja también su parecer autorizado en la materia: “La dexametasona es cada vez más popular para seguir subiendo montañas, y eso no me gusta. Es una medicación de emergencia para la bajada, no para subir, ni a modo preventivo ni nada. Es una costumbre cada vez más arraigada sobre todo en el hemisferio Norte. No me gusta, así como el diamox (acetazolamida, también usada para el mal agudo de montaña) lo veo como doping, antideportivo”.
Coincide con sus colegas estadounidense en su uso, eso sí, laboral: “Si un rescatista de la Patrulla tiene que subir a hacer un rescate a la cumbre en Aconcagua y no ha aclimatado, bueno, sí. Pero eso es trabajo, no deporte”.
El galeno argentino distingue así la situación del uso cuestionable que se hace para mejorar el rendimiento en grandes alturas. “Lamentablemente a diario en Aconcagua vemos gente que toma desaxametasona en comprimidos, muchísimo”.
Foto de portada: Juan Pablo Mohr. Everest