La primera Misión Geodésica Francesa y de sabios españoles vino al territorio de la Real Audiencia de Quito -que ahora es ecuatoriano-, realizó los levantamientos geográficos en general y verificó respaldada con mediciones de tecnología de la época. Cumplió con su cometido de establecer la certeza en sus mediciones, fijando la división del planeta entre hemisferio Norte y Hemisferio Sur, y ubicando este territorio en la llamada “Mitad del Mundo”. Establecido el Meridiano Cero denominado Línea Equinoccial o Ecuador, da el nombre a este biodiverso, multicultural y multiétnico país.

Por Franklin Velasco-Garcés (*)
Parte I
El ESCENARIO GEOGRÁFICO. La Línea equinoccial
La primera misión geodésica francesa y de sabios españoles que vino al territorio de la Real Audiencia de Quito -hoy ecuatoriano- realizó levantamientos geográficos en general y verificó respaldada con mediciones de tecnología de la época.
Cumplió con su cometido de establecer la certeza en sus mediciones, fijó la división del planeta entre hemisferios Norte y Sur, y ubicó a este territorio en la llamada “mitad del mundo”.
Establecido el meridiano Cero denominado línea equinoccial o Ecuador, dio el nombre a este biodiverso, multicultural y multiétnico país.
Oficialmente el Ecuador define claramente cuatro regiones:
Insular, con las deslumbrantes “islas encantadas”, las Galápagos, emporio de las más extrañas y arcaicas variedades de fauna y flora que deslumbraron al gran Darwin para fundamentar su teoría de la evolución de las especies.

Litoral o costa, que encierra una paradisíaca línea de 650 kilómetros de playas y territorio continental de riquísima producción agrícola tropical.
Interandina, protegida por dos grandes ramales y cadenas montañosas entrelazadas de los Andes, que encierran los más variados valles y paisajes de altura con microclimas y particulares ambientes.
Y la región amazónica, con la exuberante naturaleza de la selva y caudalosos ríos y sus mágicas riveras. Ecuador, país de contrastes.
El contraste del paisaje
La visión en conjunto de la escena física de Ecuador, permite encontrar infinidad de paisajes, dotados cada uno de singulares atractivos, que en un corto recorrido muestran la grandiosidad de los contrastes de la flora, en primer lugar.
Como ejemplo establecido que en los flancos cordilleranos, los bosques húmedos subtropicales y calientes, se encuentran tipos diferentes de plantas como una variedad de más de 4.000 orquídeas.

Las plantas rastreras, arbustos, arbolitos y gigantes ejemplares, permanecen en estos territorios exóticos de singular belleza. Y claro, estos escenarios silvestres son hábitats de animales salvajes propios de este rincón continental, hogar de las especies más admiradas.
Los Andes en el Ecuador
El tramo de la gran cordillera de los Andes ubicado en esta región, está dividido en dos ramales. Constituye el segmento territorial y el corte de la gran cadena panamericana, que en el caso ecuatoriano se alarga hasta los 700 kilómetros, entre Colombia por el Norte y Perú por el Sur.
Ahí emergen sus fronteras verticales que se elevan hasta los 6.268 metros sobre el nivel del mar, hasta la cúspide del Chimborazo, coloso que se confirma, hoy en día, como la montaña más grande del mundo, midiéndola desde el centro de la Tierra.
Esta región de montañas de roca andesita, lava petrificada, verdes páramos, bosques nativos y albos glaciares, hacen un conjunto de volcanes (36), unos activos y amenazantes, siete de ellos con recientes erupciones. Y los más apagados, pero con colosales vestigios de su furia natural, datan de hace millones de años. La región se ganó el nombre que le puso Humboldt: “La Avenida de los Volcanes”.

Los páramos y tierras frías constituyen los más grandes reservorios acuíferos, cuyas fuentes sensibles requieren de un cuidadoso empeño de protección ambiental.
Atractivo para propios y extraños
La mencionada misión francesa integró a dos académicos españoles y al geógrafo ecuatoriano Pedro Vicente Maldonado, para realizar sus estudios, empezando en 1790 la primera etapa de la historia de exploraciones y ascensiones a las montañas.
Definidas las longitudes y latitudes del mundo, la difusión de sus resultados atrajo más científicos y exploradores, principalmente europeos.
Pero la más destacable misión científica llegada al Ecuador la presidió el célebre sabio alemán Alexander Von Humboldt. Acompañado del botánico francés Aimé Bonpland y el ecuatoriano Carlos Montúfar, realizan una serie de ascensiones precursoras a las montañas ecuatorianas, habiendo intentado sin éxito el difícil Chimborazo, aunque alcanzaron cumbres en otros cerros importantes.

La gran obra de Humboldt, basada en su más larga estadía en América (en Quito), durante sus exploraciones al nuevo continente, se plasmaron en informaciones científicas de su obra “Cosmos”. La que dio renombre a sus estudios y causó que sus críticos le bautizaran “el redescubridor de América”.
El propio Libertador Simón Bolívar intenta la cima del Chimborazo en 1822, logrando bordear los 5.000 metros, emoción y audacia que le convirtieron en el primer poeta de esta montaña símbolo, al escribir “Mi Delirio”.
Luego de otros intentos de otros tantos exploradores y alpinistas que fracasaron en su propósito, aparecen los alemanes Dr. Whilhelm Reiss y Alfons Stubel, quienes estuvieron a punto de coronar el coloso, pero que en otras célebres montañas alcanzaron cimas y estudios que impactaron al mundo científico y alpinista.
Estas dos celebridades fueron acompañadas en todo momento por el joven y ya catalogado pintor ecuatoriano Rafael Troya, quien completa una colección plástica pintada frente a los mismos escenarios. Contenida en 150 obras que se expusieron en Francia y Alemania, pero perdiéndose en un siniestro del museo, pocas quedaron en Ecuador. Son de admirable esplendor.

El primer Chimborazo
En 1880, Edward Whymper, el de la epopeya y reciente conquistador del Matterhorn o Cervino, vino a este atractivo país con los guías italianos, los primos Louis y Jean Antoine Carrel.
Se constituyeron en primeros en llegar a la cima del Chimborazo.
Whymper haría histórica y amplia difusión de sus obras, principalmente de su libro “Travels Amongst the Great Andes of the Equator”, traducida al español y conocido como un iniciador y clásico de la literatura alpina. La obra contiene sus narraciones de ascensión. Con estupenda ilustración de sus grabados de gran calidad artística que recogen las particularidades del exótico escenario montañoso ecuatoriano. Contiene además estudios científicos y sutil descripción de las bondades de un pueblo acogedor.
El alpinista alemán, profesor Hans Meyer, luego de sus exploraciones, estudios y ascensión primera al Kilimanjaro, aparece en 1903 por estos lares andinos. Con gran interés de estudios geológicos que contribuyeron al conocimiento de la región.

Ascendió a sus montañas, pero el gran Chimborazo, su principal objetivo, le negó el paso con una gigantesca grieta que lleva su nombre. Sus escritos, monografías y cartas científicas derivaron en su gran obra “En los Altos Andes del Ecuador” (1907). De gran prestigio y amplia difusión en Europa.
El sabio Teodoro Wolf fue un jesuita politécnico traído al país por el genio constructor y la pasión científica del presidente Gabriel García Moreno. También hizo montañismo científico en el cráter del Guagua Pichincha y en las puertas de las furiosas erupciones del Sangay.
Wolf, nacionalizado ecuatoriano, pudo mapear territorio, regiones y ciudades. Realizó estudios vulcanológicos focalizando en las históricas y devastadoras erupciones del Cotopaxi, “el volcán activo más alto del mundo” de 5.867 metros.
Siglo XX
Entre 1890 y 1934 culmina esta etapa precursora del montañismo la presencia del cuarteto de ecuatorianos, los hermanos Martínez: Augusto, sabio geólogo y naturalista; Anacarsis, dedicado a la agricultura experimental, botánico y explorador; Luis, clásico autor de la literatura nacional, admirable pintor de paisajes andinos nevados; y Nicolás, científico, artista, ascensionista pionero en estos cerros que con su acompañante indígena Miguel Tull, alcanzan la cima del Chimborazo.

Nicolás enfatizó que había que continuar mejor equipados. Logró lo que se propuso, pedir a Francia verdaderos y legítimos, picos, ganchos para el calzado, guantes impermeables, anteojos, etc. Todos implementos con los que continuó impresionantes conquistas.
Al mismo tiempo que escoger acompañantes, con quienes pudo realizar pruebas meteorológicas, físicas y químicas, fotografías de gran calidad. Su gran compilación de apuntes le permitió escribir con gran estilo la narración de sus aventuras en varios libros de difusión nacional.
En una de sus ascensiones al Tungurahua, en 1911, va acompañado de la europea Elizabeth Boyle de Robalino, primera andinista histórica del país. Por todos estos antecedentes, Nicolás Martínez es considerado “padre del andinismo ecuatoriano”.
A mediados del siglo XX visitan el país acreditados pintores como Frederick E. Church, recogiendo clarísimos esbozos para pintarlos. A su regreso en EE.UU., pintó cuadros de grandes dimensiones de los Andes ecuatorianos. Hizo exposiciones itinerantes, para que sus obras culminen en poder de coleccionistas y principales museos del Este de su país.
Se suman otros pintores extranjeros y nacionales de renombre con imágenes de paisajes montañosos relumbrantes.
Continuaron llegando, en su turno, algunos extranjeros bien informados por las obras de sus antecesores de celebridad mundial, ya descritos. Atraídos por los carismáticos encantos de las montañas y biodiversidad andina.

Destaca el alemán-ecuatoriano Arturo Eichler, gran caminante y montañista explorador, quien luego de varias expediciones edita un maravilloso libro titulado “Ecuador, Nieve y Selva”. El estudioso Eichler, más tarde, se convierte en uno de los principales pioneros con sus trabajos magistrales, publicaciones, conferencias y libros sobre la novedad del medio siglo XX: La ecología y el cuidado del medio ambiente.
Cómo no va a impactar y tener un efecto contagioso esta historia resumida, para que los ecuatorianos entren en este fabuloso escenario y desborden sus pasiones de conquista y deleite en exploraciones, caminatas y serias ascensiones. El Quito de los años ‘40, ya registra escenas y acontecimientos de ascensos de nacionales a las cumbres.
(*) Franklin Velasco-Garcés (75) es andinista, trail runner y caminante. Autor del libro “Eco de los Andes” y otros, artículos periodísticos y conferencias. Licenciado en Administración de Empresas y Diploma de Gerencia de la Industria Petrolera Internacional. En la foto, en 1969 en la cima de Aconcagua, y hoy en Quito.