Exploración en la Cordillera: Dos meticulosos montañistas recorrieron zonas remotas de la quebrada de Matienzo, en los Andes Centrales. Intentando una nueva vía al cerro Chorrillos, bautizaron “ARA San Juan” a su pico secundario.
A mediados de agosto con unos amigos planificamos ascender el cerro Pedro Zanni, mientras otro grupo organizaba la ascensión del volcán Lanín.
Las condiciones del tiempo en la Patagonia cambiaron los planes y parte de aquel grupo se organizó para venir a Mendoza y explorar la quebrada de Matienzo, en los Andes Centrales de la Cordillera Principal de la provincia, con el objeto de intentar una nueva vía al pico Chorrillos.
La Quebrada de Matienzo (antiguamente quebrada de las Bóvedas), es una zona de particular belleza cuyo nombre conmemora al aviador argentino pionero por intentar el cruce de la Cordillera, que le costara la vida. Por ella discurre el río Las Cuevas, que luego se une con el Vacas y finalmente con el Tupungato para formar, a la altura de Punta de Vacas, el río Mendoza.
Preparativos
El viernes 16 de noviembre Sebastián, Pablo y Rodrigo arriban desde Buenos Aires. Luego de buscar a Nicolás por su trabajo emprendemos el viaje hacia Las Cuevas. A la altura de Estación Guido nos encontramos con el otro grupo que iría por el Pedro Zanni: Leandro, Charly, Diego, Tano y Juan Pablo.
Al llegar a destino cerca de las 17:30, armamos mochila y emprendimos la travesía por la quebrada hasta el llamado campamento Chorrillos (S 32º 46.653´ W 70º 05.020´). El grupo de Leandro se quedaría a disfrutar una noche en el refugio.
Objetivo: Chorrillos
La jornada siguiente se inicia a las 7:30. El objetivo era el Pico por el cual le pusimos nombre a la zona en la que acampamos, a 3.259 msnm. Si bien conocíamos la ruta de su ascenso, y la descripción técnica de Federico Indovina, Carlos Scellato y Pablo David González, primeros en ascender y bautizar el Pico Chorrillos de 4159 msnm, fue nuestra intención buscar una nueva ruta, ya que tiene pocos ascensos.
Con ayuda de imágenes de Google Earth, fotos, cartas topográficas del IGN y el GPS comenzamos a caminar por la hermosa y poco transitada quebrada de Matienzo, cuya forma y dimensiones nos permite deducir el tamaño del glaciar que esculpió las montañas y su lecho. A las 9:05 de ese 17 de noviembre salimos rumbo al Chorrillos.
Transitamos unos 500 metros desde nuestro base y rumbeamos hacia el Norte para aproximarnos a la base de la quebrada de Chorrillos, un valle colgado, tributario del glaciar principal del Matienzo y que dejó a su paso las geoformas características de este tipo de modelado.
Así comenzamos la empinada subida hacia el Oeste. La pendiente es de 45° sostenidos durante unos 300 metros hasta los 3.600 m donde encontramos el umbral y sobre él depósitos de las últimas nevadas. No muchos metros, pero sí nos dio un pantallazo de lo que se venía.
Nieve
La nieve era profunda y en partes muy blanda, por lo que tuvimos que cruzar en diagonal demorando la colocación de crampones hasta ver cómo se presentaba más arriba.
Unas decenas de metros más adelante y habiendo ganado más altura (3.700 m) apreciamos el hermoso circo glaciar que se abre frente a nuestra vista, con sus glaciares de escombros y las geoformas del ambiente periglacial propias de los Andes Centrales.
Desde allí ya podemos ver los cerros Ancestral (4.315 m), Peñas Coloradas (4.211 m), pico Chorrillos (4.159 m) y muchos más sin nombre.
A nuestras espaldas se levanta erguido, dominante, monstruoso el Aconcagua, adelante el Cordón de Los Dedos con sus cumbres técnicas, el Nevado del Matienzo (5083 m) al Norte y el México (5.010 m) al Sur.
El nombre
El entorno se presentaba con nieve abundante sobre la base del valle colgante y nieve acumulada por el viento. La temperatura rondaba -3° pero el sol nos cargaba de energía y nos facilitaba la empresa. A la memoria se nos venía la frase acuñada años atrás por Nico: “Ayer fue un anhelo, estabas en el horizonte, sobre mi frente. Hoy es una realidad, estás aquí, bajo mis pies”.
Hacemos las fotos de rigor, y en eso estábamos cuando nos enteramos de una noticia que, si bien trajo alivio, nos inundó de tristeza por no haber llegado en su momento, casi un año atrás. Habían encontrado el ARA San Juan. Desde la altura en la que nos encontramos y que alguna vez fue lecho marino nos enteramos de que, en lo más profundo del mar, descansan los 44 héroes.
La marcha continúa por la base del hermoso valle colgado. Debido a la abundante nieve nos colocamos los crampones para facilitar el paso.
En algunas zonas la nieve blanda y muy profunda por momentos hizo enterrarnos hasta la cadera, con tiempo de marcha mucho más lento. Caminar por aquí es más tranquilo, la pendiente es muy leve y se gana altura en forma suave, en 1.000 metros acumulamos apenas 200 de altura.
Elecciones
Decidimos responder al reclamo de nuestros cuerpos de algo más interesante que turrones y chips de banana, y almorzamos queso que sabía a manjar delicioso y atún que se sentía como langostinos al malbec.
Comenzamos a caminar nuevamente. Alrededor nuestro se veían importantes canaletas nevadas con cornisas sobre el final, y al fondo del circo, en la base del Ancestral (ascendido por primera vez por Lito Sánchez y Heber Orona), vimos rastros de un muy reciente alud o avalancha de placa, incluso vimos el sector de fractura (figura 5).
Nuestros sentidos iban atentos, analizando el entorno y repasando lo que hasta ahora hemos aprendido para minimizar los riesgos y llegar a nuestro objetivo sin sobresaltos. Analizamos todas las canaletas, las posibles vías de ascenso y en base a nuestra capacidad y experiencia decidimos ir por la que creíamos más segura y que, si bien era alejada de la cumbre principal, por allí se ganaba mucha altura y parecía conectar, después de una travesía, con aquella cota.
Vertical
El ascenso se puso más vertical y en pocos metros ganamos altura hasta más de 4.000 m, comenzando por un acarreo (figura 6) con nieve bastante profunda y de unos 45° de inclinación lo que demandó un gran esfuerzo físico. Luego de un corto paso por una zona menos vertical continuamos por una canaleta que se abría hacia el Este, y de ahí a la cima.
Tiene una distancia de unos 60 metros y un desnivel del 30% con mucha nieve y una hermosa cornisa en su punto más alto que obliga a una marcha con mucha precaución, lo más alejado de ella y cerca de las rocas posible.
Últimos metros
Una vez arriba, a casi 4.100 m, comienza la búsqueda de una travesía que lleve a la tan preciada cumbre del Pico Chorrillo. Luego de unos cuantos metros de filos retorcidos (Figura 7) atravesamos una zona que, mochila y bastones a un lado, debemos trepar por una pequeña pared rocosa de pocos metros y menos de un IV° grado.
En este punto el peligro radica en las fuertes ráfagas de viento, sumado a la meteorización de la roca que cedía a cada paso. Fue imprescindible asegurar cada uno de los apoyos elegidos (Figura 8). Una vez pasado este punto ya estábamos a 4.125 m y no se podía avanzar más. Eran las 14:30 en la parte más alta de ese pico, y la travesía se acababa en una quebrada de descenso complejo y peligroso que difícilmente conectara con el pico principal, el Chorrillo.
Desde ese punto, el más alto, se ve hacia el Este la cota suprema del Chorrillo, y la belleza completa de toda la quebrada de Matienzo, el valle colgado y su circo glaciar imponente por el que veníamos y el majestuoso Aconcagua. Un lugar que, además, no parecía tener huella humana, no había sendero, no había apachetas ni otra marca que se distinga. Parecería que somos los primeros en llegar hasta ese punto. Subimos unos 866 metros en total y recorrimos unos 4,5 kilómetros hasta allí para completar un total de casi 9 km por un lugar peno de belleza.
El logro
La emoción está a flor de piel, como en cada cumbre, cada ascenso. Pero ésta con un plus: la noticia de un hallazgo y el sentir que en esta tierra tan llena de personas era posible que estemos parados en un lugar en el que nadie haya estado (o al menos muy pocos).
Es en ese lugar, donde se encuentra a partir de hoy lo que para nosotros será el Pico ARA San Juan, de 4.125 m, en recuerdo de aquellos héroes que descansan miles de metros por debajo de este punto y de los que esperamos que nunca se pierda la memoria.
La significación
Técnicamente, la prominencia del ARA San Juan es de unos 65 metros. Según el sistema de Jurgalski, la dominancia sería de 1.56, lo que le otorgaría un grado de “cumbre secundaria mayor” del Chorrillos.
En conversaciones con Glauco Muratti, coincidimos que, si bien es un dato interesante para incorporar junto a coordenadas geográficas y altitud, tampoco se debe quedar subjetivamente sujeto al sistema de dominancia/prominencia de Jurgalski, ya que éste es un dato más que puede ayudar a validar uno u otro cerro.
Lo que realmente hace importante en el sentir y pensar del montañista es la significación de esa montaña. A veces la misma, a veces distinta.
Nuestro logro no es haber subido una gran montaña, ni siquiera la más técnica ni compleja, sino porque ponemos en valor algo mucho más sencillo y que esperamos que muchos puedan realizar: investigar, explorar nuevos horizontes, poner en juego herramientas y experiencias previas para buscar lugares poco conocidos o sin transitar que, aunque parezca extraño, aún quedan muchos.
Los protagonistas
Andrés Nicolás Novero (43) casado, padre de 6 hijos, reparte su tiempo entre los quehaceres familiares y busca la salida mensual para poner sus pies donde una vez primero puso su mente. Es Licenciado en Geografía de la UNCuyo, ejerce la docencia por pasión e investiga en el Instituto de Geografía. Además, trabaja en la penitenciaria de Mendoza. Desde los 13 años cuando subió el cerro Arco, no para de buscar lugares para ascender.
Sebastián Schiaratura (36), es profesor de Educación Física en Tandil, Buenos Aires. Aficionado y apasionado de la montaña, comparte salidas con su familia y amigos con la misma pasión, a veces en la montaña y a veces escalando en roca en algún cerro cercano.