La vía Aconcagua 360° tiene una distancia de unos 108 km. Comienza a 2800 metros de altitud en Horcones, y sube hasta la cumbre de 6962 metros por la vía normal, para luego volver al otro campamento base, Plaza Argentina. De allí, por la quebrada de Vacas hasta el ingreso al Parque Provincia, conectando finalmente con el otro acceso a través de la ruta vehicular. Y era el sueño de Mia Farrow.
El viaje de Mia al Aconcagua comenzó en realidad en enero de 2020. Allí y entonces comenzó a escribir su historia de confianza en sí misma, de perseverancia, de coraje y trabajo en equipo. Que culminó con éxito entre el 9 y el 11 de febrero de 2025, convirtiéndose en la tercera mujer del mundo en completar la ruta más extensa del monte más alto de América, y lo pudo documentar.
El viaje de 108 km
En marzo de 2019 Mia cumplió 41 años. Después de su licencia por maternidad, tanto en el trabajo como en el deporte, decidió volver a sus aficiones: la montaña, el running y la altura.
“Para algunas madres, hay una vida antes y después de los hijos”, dice Mia. Para esta madre en particular, cuando sus hijas tenían 2, 3 y 5 años, decidió que era el momento de volver a sus objetivos perdidos hace mucho tiempo.
Fue también un proceso de recuperación de un sentido de sí misma. Mia confía que algunas amigas madres podrían sentirse identificadas.
“He pasado unos 7 años dedicándome por completo a criar a mis bebés y ser madre y pareja a tiempo completo. La maternidad puede ser el trabajo más gratificante y también el más agotador al mismo tiempo. Se necesita energía, amor e inspiración sin fin para poder dar a los demás de forma constante y continua” resume su tiempo.
Después de siete años, sintió haber llegado a un punto en el que estaba empezando a perder de vista sus objetivos: “Reconocí que necesitaba recuperar mi chispa, necesitaba revitalizarme. Decidí escalar el Aconcagua”.
Su última montaña antes de la llegada de sus hijas en 2009 fue el Kilimanjaro (Tanzania, 5.985m) -“lo hice como una ascensión rápida en un día”-. Pensó que Aconcagua, de 6.962 metros, era el siguiente paso natural.
14 de enero de 2020
Ese día Mia Farrow llegó a la cima del pico más alto de América en solo siete días, con el equipo del guía de montaña Julián Insarralde.
Después de esa expedición por la ruta normal, donde cargó una mochila de 25 kg en su espalda, tardó solo 3 días en recuperarse, en Las Cuevas.
Luego acometió su primer intento a la vía Aconcagua 360° en solitario. En ese momento, Mia solo había pasado 10 días en altitud. Llegar a tan solo 350 metros de la cumbre, decidió a Mia volver a intentarlo.
El mundo en pausa
El COVID-19 mantuvo al mundo detenido en materia de vuelos por casi dos años.
Mia recuerda esa etapa: “Esta fue una buena oportunidad para desarrollar mi resistencia y fuerza, dado que recién había vuelto a correr. Y todos sabemos que desarrollar la resistencia lleva años”.
Aconcagua 360° le seguía pareciendo un proyecto muy interesante y desafiante, exactamente lo que necesitaba para mantenerse motivada e inspirada durante ese par de particulares años.
Llegó el momento. Mia se sentía segura e inspirada para organizar otra expedición para poder experimentar Aconcagua por el valle de Vacas y completar todo el circuito 360°.
De vuelta al ruedo
En diciembre de 2022, se unió al equipo de una empresa local. En una expedición de 18 días logró alcanzar la cima, una vez más, en la Navidad de 2022.
“Tuvimos un grupo grande y divertido y guías increíbles: Agustín Zambrano, Diego Pallotti y Diego Cofone. Lo más divertido fue salir del Campo 3 cerca de las 9 AM con Diego Cofone, alcanzar al equipo que había salido a las 4 AM y luego llegar a la cima juntos a las 3 PM” recuerda con alegría.
Remarca una actitud de Diego de prestarle sus propios guantes a 6.400 metros, cuando sus manos corrían peligro de congelarse. “Un gesto increíble de Diego que permanecerá conmigo de por vida” rememora emocionada.
Inmediatamente después de esta expedición, el clima empeoró tanto que ningún equipo pudo llegar a la cima durante más de una semana.
Mia esperó pacientemente e intentó algunos tramos cortos por la vía normal. Todos terminaron en el C2. El frío intenso y las tormentas de nieve no daban tregua.
Dadas las circunstancias, Mia solo había completado la parte del valle de Vacas hasta el campamento base Plaza Argentina. Y debió daro por terminado su intento de 360° en C1 esa temporada.
Sin más días restantes en Argentina y profundamente decepcionada, Mia regresó a casa para reevaluar sus planes.
Preparación a fondo
El 2022 fue un año emocionalmente crítico para Mia por la pérdido de su padre, solo unos meses antes de la temporada de Aconcagua. Su papá fue fundamental en sus comienzos como corredora, en su adolescencia. Él fue quien inscribió a ella y a sus hermanos en un club de montañismo local a la edad de 10 años. Era su manera de alentarla a correr a gran altura luego, como para equilibrar su carrera laboral en finanzas.
“Escuché hablar por primera vez de Aconcagua cuando tenía 12 años. Un grupo de montañistas locales estaba presentando sus fotos y videos de escalada de Aconcagua al grupo y eso dejó una gran huella en mí. Era una de esas metas de largo alcance con las que solo podía soñar cuando era niña” graficó luego.
En el año 2023, Mia volvió a entrenar en las Montañas Azules, una zona montañosa cerca de Sídney. Y continuó con su rutina semanal de fuerza en un gimnasio de simulación de altitud.
“Estaba decidida a volver y terminar el proyecto. Siempre creí que todo iba a ocurrir, era solo cuestión de tiempo y de aguantar la rutina de entrenamiento. Y no es que me estaba volviendo más joven” bromea al respecto.
Mia sentía que cuanto más trabajaba, mejor y más fuerte se sentía y más fácil se volvía el proceso.
“En 2024, sentí que las cosas finalmente estaban saliendo como debían. Mi entrenador personal, Conor Houlihan, había diseñado un programa de clase mundial y, sin faltar a una sesión durante 40 semanas, 2024 fue un año muy satisfactorio para mí personalmente”. Estaba sumando más y más distancia y no sufrió lesiones. Su recuperación era buena y pudo agregar una carpa hipóxica por las noches.
En aquel momento se unió al checo Martin Zhor, de Uphill Athlete, recordman de Aconcagua: “Él me ha entrenado y guiado en 2024 y ha trabajado conmigo en un enfoque general para el entrenamiento de carrera, un programa de carpa hipóxica, algunos consejos generales de nutrición y mi mentalidad”.
Martin también la ayudó con un programa de entrenamiento mientras estaba en Aconcagua esta temporada, algo que Mia considera “extremadamente útil”.
Temporada 24-25
“Desde el momento en que aterricé en Mendoza en enero de 2025, las cosas comenzaron a conectarse y fluir” comienza entusiasmada el relato de su última incursión.
Mia encaró la etapa de aclimatación en la villa de Las Cuevas, Mendoza, a 3.100 metros sobre el nivel del mar.
Allí, en el establecimiento Portezuelo del Viento, previo a ingresar a Aconcagua, tuvo la oportunidad de entrenar con Martín Erroz, uno de los atletas de resistencia más fuertes de la región. “Hicimos algunas subidas y corrimos en el valle de Matienzo, ¡que fue espectacular! Luego me fui a entrenar al Aconcagua” añade Mia.
Siguiendo el protocolo de Martín Zhor, dividió el tiempo entre el campo base Plaza de Mulas y el campo 2, alcanzando los 6.200 metros como punto más alto en el entrenamiento.
Las ventanas climáticas comenzaron a abrirse a principios de febrero y decidió dar comienzo a su nuevo intento de Aconcagua 360° el 5 de febrero.
“Todo estuvo bien hasta que llegué a los 6.200 metros, vía Berlín, y me quedé paralizada antes del refugio Independencia, sintiéndome débil y fastidiada. En mi descenso, me encontré con Karl Egloff, le dije que no tenía energía para continuar con mi proyecto, y casi rompo a llorar”. El inmenso Karl sólo le respondió: “Pero Mia, tú estás inspirando a tus chicas ¡recuérdalo siempre!” Sus palabras le inyectaron la energía necesaria para llegar al campo 2.
Los tres guías también tuvieron sus palabras de aliento: “Mia, ese fue un buen entrenamiento. Dale dos días y luego vuelve a intentarlo”.
Sin casi tiempo siquiera de procesar la información, Mia decidió descender a Mullas y descansar. En el campamento, más y más escaladores la animaban a seguir adelante: “Finalmente decidí llamar a Martin Zhor para hablar sobre intentarlo de nuevo”.
El 9 de febrero a las 3 PM comenzó su nuevo -y último- intento. “Alcancé la cima después de 23 horas de esfuerzo desde Horcones, con granizo, lluvia y nieve en Plaza de Mulas y de allí fui subiendo hacia campamentos más altos”.
Más nieve, ráfagas de viento, resbalones y deslizamientos tuvo que soportar Mia en el camino a la cumbre: “solo estaba con mis zapatillas de correr y micro crampones puestos. Pero el momento de la cumbre fue divino, soleado y despejado. Lleno de lágrimas de alegría”. El primer gran paso está dado.
Descenso y gloria
“Me tomó alrededor de tres horas llegar a campo 3, ya que hubo una emergencia médica en la que terminé siendo parte como traductora de serbio” retoma el relato.
Todo fue alegría y emoción en la cumbre, pero quedaban otros 80 km hasta la línea de meta. Fue un largo camino en descenso y aún más largo para unir los dos accesos al Parque por la autopista. “¡Pero lo logré!”.
Martín Erroz la esperaba en el ingreso de quebrada de Vacas con agua y naranjas: “Martín se aseguró que corriera de manera segura desde la puerta de Vacas hasta la puerta de Horcones, conduciendo delante o detrás de mí. No podría haber pedido un mejor compañero de equipo” añade con gratitud.
El trabajo en equipo hace que los sueños se hagan realidad, y así lo comprobó Mia. “He tenido tanta gente excepcional de mi lado esta temporada, atesoraré estos momentos para siempre. Estos momentos son lo que realmente significan estos grandes proyectos”.
Después de tantos años de soñarlo como de prepararse, su sueño de completar la circunvalación de Aconcagua es una realidad para Mia.
Y, si bien es importante para ella el logro deportivo y físico que acaba de completar, una y otra vez acentúa que el premio mayor que se lleva en sus valijas, es la amistad en la montaña: “Aconcagua me ha dado algunas de las mejores amistades, y amistades para toda la vida. ¡Toda la comunidad es como ninguna otra! Me siento como en casa estando en la montaña entre personas con ideas afines, apasionadas y aventureras. Es un gran privilegio poder inspirarnos mutuamente”.
¿Qué sigue para Mia Farrow?
“Es hora de soñar de nuevo, hora de establecer nuevas metas. Es hora de volver a entrenar. ¡No puedo esperar para volver a Mendoza!”
Y Mendoza y Aconcagua seguirán dando bienvenidas a Mia Farrow cada vez que ella se proponga regresar. La mamá de las tres niñas, la del esfuerzo y la superación, la de la perseverancia. La que consigue sus metas deportivas, pero la que más valora las amistades que son para siempre, esas que se forjan en la montaña.