Por Jorge Federico Gómez
Algunas fotos son emblemáticas. Algunos cerros son emblemáticos.

Es el caso de la maravillosa y mundialmente conocida imagen de la pared Sur del cerro Aconcagua (6.962 m), una especie de cuadro del enorme cono casi perfecto con el azul profundo de su roca, sus vetas blancas de hielo y nieve y su casi permanente corona de nubes.
Es cierto que la imagen de la pared Sur es apreciable, a lo lejos, desde la propia ruta Nacional 7 en la entrada del Parque Aconcagua. Pero la mejor foto es la que se obtiene en el mirador de Plaza Francia, rendidos a sus pies a 4.100 metros de altura.
El trekking a plaza Francia en sí mismo es un disfrute, más allá del premio final de la foto.
El periplo comienza en el ingreso al valle de Horcones y el puesto de Guardaparques. En unos 15 minutos se arriba al segundo puesto pasando por la hermosa pequeña laguna de Horcones. En el trayecto zigzagueante, con buena huella y suave pendiente, es posible contemplar los últimos vestigios de la vistosa flora del lugar, que paulatinamente va desapareciendo conforme se asciende.
Luego de cruzar el río Horcones a través del puente colgante donde se filmaran escenas de la película “Siete años en el Tíbet” -de Jean Jacques Annaud y con Brad Pitt-, el tránsito se torna algo más complejo, se gana altura más rápidamente por un sendero estrecho de cornisa con mucha piedra.
Una pampa alta permite un paso más descansado antes de vadear un cauce y encarar el tramo final hasta el campamento de Confluencia, a 3.300 metros. Son unas 3 horas en total. Lo ideal es descansar allí, aclimatar a la altura, y al otro día temprano salir hacia plaza Francia.
Al mirador
Con las primeras luces del día se encara el primer tramo con una pendiente considerable. Al cabo de aproximadamente una hora se comienza a transitar por una especie de cauce que se pega a las primeras lenguas del glaciar Horcones Inferior, que acompañará la huella hasta el destino final. Poco a poco van apareciendo más y más grandes las caprichosas formas de la gran masa de hielo, hasta hacerla completamente visible. Impresionante.
Luego el camino deriva en una ancha playa jalonada con enormes rocas y la pared Sur se va revelando hasta quedar bien frente al camino. Un último y empinado ascenso y aparece finalmente el mirador de plaza Francia, algunos centenares de metros antes del campamento homónimo, a 4.100 metros de altura sobre el nivel del mar.
El Aconcagua no puede ser más generoso. Magnífico e imponente muestra su más bella cara para que los caminantes disparen decenas de fotos y perpetuar el lugar y el momento. Pero nada se iguala a la sensación de sentarse contra alguna roca y contemplar, sólo contemplar tal grandeza de piedra y hielo, de luz y aire, de silencio perfecto y ancestral.