El Cordón del Plata es una cadena montañosa que comparten los departamentos de Tupungato y Luján de Cuyo. Nace al Sur en la zona del portezuelo de Santa Clara y se extiende en forma paralela a la cordillera principal por más de 60 kilómetros hasta la cuenca del río Mendoza, al Norte.
Una de las poquísimas lagunas allí situadas es la laguna del Platita, situada detrás del cerro homónimo, en la base del Negro, cerca de la pared Sudeste del Plata (6.000 msnm), la cumbre más alta del cordón.
Este bellísimo espejo de agua es poco conocido y visitado en virtud de su altitud y dificultosa ubicación y observación. El mejor punto de partida es el puesto Las Lajas (2.385 msnm), a unos 4 kilómetros cordón adentro de la localidad de Valle del Sol, en Potrerillos. Allí vive junto a su hermosa familia Daniel Moyano, quien ofrece como servicio turístico una expedición a caballo de dos días de duración para alcanzar la misteriosa laguna.
En horas del mediodía, jinetes y mulas cargueras se ponen en marcha. Tras cruzar el arroyo las Mulas, 2,5 kilómetros más adelante se llega a un sitio denominado “Los Morteritos”, precisamente tres morteros horadados en una gran piedra seguramente utilizados por los primitivos habitantes para machacar sus especias y semillas.
El primer descanso para los nobles animales es pasando una zona de vegas, ya a los 3.000 metros de altura, donde se logra una majestuosa vista de Las Vegas y el dique Potrerillos.
Ya a los 3.500 metros las dificultades en la marcha comienzan a aparecer con laderas muy empinadas y largos desniveles que terminan en el arroyo, y con los efectos de la altura que en algunos puede ser ciertamente molesta.
Superando ya los 3.670 metros, y casi sin visibilidad por las nubes, el consejo fue descender de los caballos y llevarlos a tiro de las riendas. A más de 3.900 metros y ya con la luz menguante se estableció el campamento para pasar la noche para, con las primeras luces del día siguiente, “atacar” la subida hacia la laguna. Eso sí, Daniel preparó el asado más alto del mundo para recuperar energías.
Por la mañana, con el sol a pleno, el escenario no puede ser más conmovedor: Un cauce de agua cae desde lo alto dividiendo en colores las dos cumbres que cobijan a la laguna, el Negro y el Platita, una especie de falla geológica por donde corre el arroyo.
Los caballos y mulas quedan en el campamento y el ascenso final se realiza a pie, unos 150 metros por la empinada ladera hasta el portezuelo Platita-Cerro Negro a una altura de 4.082 metros.
Como en una cinematográfica búsqueda del tesoro aparece a la vista un impresionante valle, y al fondo del mismo, la laguna, un verdadero espejo que refleja cielo y nubes. La perfección.
Un suave descenso por la planicie para llegar a beber el agua helada de la laguna, que en pocas semanas más se congelará completamente, según relata Daniel. El terreno parece ser una vieja morrena que en algún momento cobijó un glaciar de proporciones. Sus dimensiones son de aproximadamente 250 por 180 metros.
Uniendo el trayecto en ambas jornadas, fueron 7 horas para los 9 kilómetros desde Las Lajas hasta la laguna. El cuidadoso regreso primero al campamento y luego al puesto insume bastante menos tiempo, y desandar las bajadas y acarreos constituye un verdadero desafío para los hermosos caballos y para los nerviosos jinetes.
No es de ningún modo recomendable aventurarse hacia la laguna en soledad o sin asistencia. El trayecto es bastante complejo, es fácil perderse y las cambiantes condiciones climáticas suelen convertirse en un grave problema para quien no está acostumbrado a la zona y a la altura.
Por eso, nada mejor que ponerse en manos de expertos y baquianos para que el “hallazgo” de la laguna del Platita se transforme en un recuerdo inolvidable.