El reconocido guía Tomás Ceppi lideró en mayo pasado una expedición al Everest, la cumbre más alta del planeta. Fue dos días después del dramático embotellamiento a más de 8 mil metros. Reflexivas palabras de un experto sobre la actualidad del Everest, las actividades en montaña y la profesión que lo apasiona.
El 27 de mayo pasado el rionegrino Tomás Ceppi llegó a la cumbre del Everest, la montaña más alta del mundo. Y se convirtió en el 25° argentino en alcanzar los 8.848 metros de altura.
Lo hizo como guía de una expedición de la empresa Climbing The Seven Summits, junto a su colega Casey Grom y 4 clientes , entre los cuales se encontraba otro argentino, Nacho Montesinos.
Llegar a 8.848 metros, la mayor altura que algún ser humano pueda pisar jamás en el planeta, implica un antes y un después. La vida no es la misma para Tommy después de su logro. Independientemente que se trate de su trabajo, al que considera y ejerce como una pasión.
Parado en la cima mayor del mundo pasaron antes sus ojos aquella infancia en Choele Choel, los ascensos al cerro López con su familia, los estudios para convertirse en guía, más de 20 ascensos de Aconcagua.
La progresión de Tomás Ceppi se dio desde su época de estudiante en Mendoza, donde paralelamente trabajó como porteador en Aconcagua. Luego fue guía asistente para después liderar expediciones para distintas firmas, de Argentina primero, de EE. UU. y Europa luego. En 2009 fundó su propia empresa de expediciones de montaña.
Objetivo Everest
Su exitoso paso por Everest despertó el interés de los medios de comunicación masiva. Así fue como Tomás fue invitado a compartir su experiencia en el programa de televisión Hora 25, que conduce el periodista Jorge Lanata.
Algunas impresiones que transmitió en esa entrevista Tomás Ceppi en relación con su ascenso al Everest, son por demás interesantes.
¿Qué pasa por su cabeza al llegar a la cima? “Sensaciones, recuerdos, la familia, dejar de lado muchas veces compartir tiempo con mi mujer, mi hermano, mis viejos y mi Tina -mi perra-. Me acuerdo de todos ellos allá arriba”.
¿Cuándo sentís que vas a llegar? “Podés estar a 15 minutos de la cumbre y te cambia el clima, y no podés subir. Tenés que evaluar un montón de cosas continuamente, factores climáticos, condiciones, cómo está el cliente. A veces estás a tiro de piedra, le pasó algo al cliente y tenés que volver”.
Este año tuvieron una especial suerte y pudieron permanecer 30 minutos en la cumbre, “disfrutando con buen clima y nadie alrededor, compartimos y disfrutamos 30 minutos. Ves todo, es increíble, no solo lo que se ve sino el esfuerzo previo por estar ahí, tu familia, realmente se te cruza todo”.
Masificación
Este gran volumen de gente, la masificación del Everest, llevó a Tomás Ceppi y su grupo a tomar la determinación, muy acertada, de demorar el ascenso un par de días.
“Se da no solo en Everest, también en varias montañas más. Hay un gran auge en la actividad, está creciendo un montón, faltan controles y reglamentaciones, no solo los guías de montaña tenemos que ser responsables de poner un parate a las personas que quieran subir, evaluar si están capacitados o no, hacer un proceso previo. Y falta el control del Estado. En Nepal el control es lo justo y necesario”.
Everest es realmente una fuente de ingresos muy grande para Nepal. Tomás Ceppi informó que el permiso solo tiene un valor de 12.000 dólares. Más la logística, soporte de guía, oxígeno, el precio total va de 45.000 a 70.000 dólares.
Sherpas, riesgos
¿Cómo son los sherpas? “Los sherpas son muy fuertes, y son personas excelentes. Es una de las castas de mayor jerarquía. Originalmente son de Tíbet y se han alojado en los valles de altura de Nepal. Por eso tienen esa gran facilidad para trabajar en montañas tan altas. Hice muchos amigos. Hace varios años que voy a Nepal, tengo mi colega y gran amigo local, Tendi y toda su tropa. Son gente muy cálida, te abren las puertas en todo sentido”.
¿Tenés consciencia que podés morir en la montaña? “Soy consciente. Es lo que marca la diferencia y siempre te hace estar alerta. No solo estoy yo, sino tengo la gran responsabilidad de estar cuidando a personas. Hay que estar super atento, consciente, conocer el riesgo. Eso marca la diferencia”.
Motivaciones
¿Cuál es la motivación para subir Everest? “Hay millones de motivos, tantos como las personas que van. Cada uno tiene el propio, al Everest o a cualquier cumbre. Hoy uno se cruza de todo, el que va por deporte porque quiere continuamente ponerse límites y superarlos. Otros que solo van a disfrutar ese proceso. Yo trato de transmitir que la cumbre no es ese puntito geográfico que podemos ver o tocar al final de un ascenso, sino que es cada paso, el proceso que uno puede vivenciar y disfrutar el momento y no pensar continuamente en llegar a la cumbre. Disfrutar del lugar, la cultura, los compañeros. Una vez que llegamos, el poster queda en una pared, pero lo que uno recuerda es lo que se vive en el proceso”.
Hoy hay personas que nunca tuvieron actividad continua en las montañas, pero cuentan con el recurso económico y así llegan al pie del Everest para tratar de subirlo. “Es una irresponsabilidad de la persona y de la empresa que lo lleva. Si vos me decís ‘che Tommy vamos al Everest’, y te pregunto ‘¿qué hiciste Jorge?’ ‘no hice nada’. Bueno empecemos de menor a mayor, no solo por la seguridad sino para que lo puedas disfrutar. Y de mi lado está la ética de no mentirte, y decirte ‘dame 50 mil, me los pongo en el bolsillo y por ahí volvemos mañana’. Es un todo. Lo importante es ir creciendo dentro de un proceso.
Reconocimientos
Algunas palabras reflexivas sobre sus colegas, sus maestros y sobre las condiciones de ser guía de montaña.
“Admiro a nivel nacional a varios guías, que fueron mis profesores, Ulises Corvalán, Lito Sánchez de Mendoza, referentes en la actividad. También a los hermanos Willy y Damián Benegas, Angel Armesto. Hoy somos colegas y amigos, somos todos a la par. En esta profesión soy muy curioso de cómo trabajan los demás, cómo se adaptan. Uno nunca deja de aprender. Tengo la suerte de codearme en el exterior con grandes guías americanos y europeos. Poder mirar cómo se manejan es una manera genial de aprender. Es un ida y vuelta continuo”.
¿Qué debe tener un buen guía? “Un buen guía debe tener compromiso, gran fortaleza, responsabilidad y vocación. Es una actividad dura, de riesgo. Y no solamente es mi profesión, es lo que realmente me gusta hacer, me siento en el lugar que quiero estar. Es una pasión”.