Escribe Matías Sergo (*)
Hace un tiempo venía con la idea de hacer el Glaciar de los Polacos en el día, desde Plaza Argentina, y pude lograrlo.
Salí a las 2 AM desde el campo base y obtuve un tiempo total de 10 horas 50 minutos de ascenso y 3 horas de bajada, con tiempos intermedios de 4 horas 30 minutos hasta el campo 2. A las 7 AM comencé a recorrer el glaciar y a las 12:30 salí al filo. En total fueron 11 kilómetros recorridos según el Garmin.
La idea era ir bastante más lento de lo que camino habitualmente hasta el campo 2, porque quería ahorrar energía en la aproximación para estar fuerte en el glaciar. Fueron 4 horas y media hasta el campo 2 porteando todo el equipo.
No fui para nada “alpino”, de hecho, llevé mucho peso (15 kg aproximadamente), y por eso demoré muchísimo a mi criterio. Es un sitio que respeto demasiado y por eso no había lugar para errores. De hecho, sólo lo había subido con anterioridad solo una vez, con dos amigos, Oscar Agüero y Matías Moreira, pero en ese entonces salimos del campo 2 de Polacos.
Debajo del campo 2, antes de llegar, hay un planchón de nieve y no quise arriesgarme a una caída, así que decidí cambiarme ahí. Estuve alrededor de 25 minutos, fui con botas simples toda la aproximación y me calcé las botas dobles, me abrigué, tomé algo y me puse los crampones. Todavía no era necesario sacar las piquetas.
A eso de las 7 AM comencé a subir el glaciar, algo tarde a mi criterio. Hasta ahí iba con buena energía, estaba lindo el día, no corría mucho viento y me tenía fe de que iba a subirlo rápido. Pero se me empezaron a alargar los tiempos por el cansancio.
Sobre el glaciar
Ya entrando al glaciar de los Polacos, la verdad es que estaba bastante lindo. Los primeros 200 metros de desnivel estaban con nieve tipo cartón, donde se podía avanzar bastante bien. De ahí para arriba estaba penitenteado, con penitentes muy pequeños y tapados por las nevadas de los días anteriores, como huecos tapados por nieve. En algunos lugares estaba duro y en otros te enterrabas un poquito en esos penitentes, que no superaban los 20 a 30 centímetros.
Seguí hasta el cuello de botella donde hay una pequeña rimaya, era cuestión de esquivarla. Hice uso de la cuerda que puso Grajales, para asegurar el paso y pasar tranquilo. Como iba solo, no quería que pasara nada. De hecho, no le avisé a nadie, solamente a mis compañeros, a mi esposa Norma Escudero, a Coqui Agüero y a mi hermana Andrea.
Quería progresar en el glaciar lo más seguro posible. Cada piquetazo debía ser lo más certero posible y seguro, sobre todas las cosas.
Pasando el cuello de botella seguía en libre, sentía que la chimenea estaba ahí. Habré hecho 200 metros reales y me empecé a cansar, hiperventilaba un montón, pero por más bocanada que daba, el aire no entraba y no podía recuperar energías.
Tomé la decisión de quedarme cerca de la cuerda, por suerte no fue necesario usarla y recién en la chimenea, tuve la necesidad de utilizarla unos metros, por la pendiente que tienen los metros previos. En la chimenea, ya desvinculado, aproveché a escalar un poco en roca porque no había ni hielo, ni nieve, pero fue bastante divertido.
Esfuerzo extremo
Saliendo de la chimenea hay una parte de nieve blanda que iba bastante bien, me enterraba hasta la rodilla, pero podía hacer píe. Luego de eso necesité la cuerda, pero no estaba, estaba enterrada.
Fui en libre en un tramo de hielo cristal de aproximadamente 20 metros, pero con lo extenuado que iba para mí fueron como 100 metros. Ahí me cansé muchísimo porque quería estar seguro de lo que estaba haciendo.
Creo que ahí agoté todas mis energías, pero sabía que era el último tramo de escalada en el glaciar de los Polacos. Después sigue una rampa hasta la cumbre, pero es más tranquilo y se puede caminar.
En ese tramo de hielo cristal pasé miedo realmente, iba en libre, miraba para ver si aparecía la cuerda, pero no. En un momento la vi, pero era un pedacito y estaba como a 5 metros. Iba a gastar más energía en hacer esos 5 metros que salir para arriba. Decidí seguir y salir para arriba.
Fuera del glaciar
Di el aviso que estaba todo bien, a las 12 AM. Avisé que ya había salido del glaciar de los Polacos y ya no tenía que escalar más. El resto del camino era seguro, pero aún quedaban unos metros para llegar a la cumbre. A mi juicio era solamente media hora, pero terminó siendo una hora veinte.
Mientras daba el aviso de que estaba todo bien, me quebré. La verdad que estaba tan cansado, sentí que había dado todo. Realmente hoy, en frío, pienso que fue uno de los pegues más duros que he tenido en Aconcagua. Me extenuó, realmente me extenuó.
Finalmente llegué a la cumbre, intenté salir por radio con el base, pero no pude comunicarme. Ahí estaba Aldana, una chica porter de Grajales, nos saludamos, nos sacamos unas fotos y después de diez o veinte minutos, volví a llamar al base para avisar que estaba todo bien.
Emprendí la bajada a campo 3, mientras iba recuperando energía. En Cólera me volví a cambiar, me puse las botas simples, me saqué abrigo, hidraté, comí algo y levanté un montón. Ya bajé con otra energía, el ritmo normal que tengo cuando porteo. La bajada al final la hice en tres horas.
El gran desafío era ir desde el base y volver, y en cada paso que daba ir con seguridad. Porque quería volver, claramente, no quería que pasara nada, estar lo más seguro posible con cada paso que daba.
Conclusiones
Me pareció extremadamente duro. La combinación entre la caminata y la escalada me liquidó, sinceramente creo que fue más duro inclusive que el 360°.
Sentía que no podía más, un momento antes de llegar a la chimenea me costó tanto ese tramo del cuello botella. No se me pasó nunca por la cabeza bajar. Los pegues que he hecho en solitario nunca me volví. Pero decía para mis adentros “no llegó más”. Se me hizo eterno y no tenía de dónde más sacar energía. Por eso siento que fue uno de los pegues más duros.
Fue la cumbre número 33, de las cuales 28 lo fueron desde el campo base. Justo coincide con que en noviembre pasado cumplí 33 años, y volví a alcanzar mi edad en relación a las cumbres.
Este año no tenía nada planificado para hacer, pero sí estaba en mí cabeza ir a Polacos desde el base. Era lo único que tenía pensado para esta temporada y se dio. Creo que, de intentarlo nuevamente, lo haría lo más alpino posible.
Pero ahora a otra cosa. Quiero seguir entrenando para hacer alguna que otra hazaña en esta hermosa montaña que es Aconcagua.