En 31 horas batió el récord argentino de escalada a la temible cara Sur del Aconcagua, uno de los más grandes desafíos del alpinismo mundial.
Felipe Randis (31) logró esta temporada un impresionante tiempo de 31 horas en escalar la tremenda pared Sur del Aconcagua, y se convirtió así en el argentino más veloz por la ruta Francesa con variante Messner, quebrando la marca de 34 horas que ostentaba el recordado Mariano Galván.
El joven Felipe, guía profesional de montaña e inquieto aventurero de las alturas, cumplió su anhelado sueño e hizo honor a su apellido: Felipe es hijo de Alejandro Randis, gran referente de la montaña, miembro de la cordada que en 1986 lograra la primera ascensión mendocina a la pared Sur.
El récord absoluto por la Sur del Aconcagua lo conserva el francés Bruno Sourzac que el 12 de diciembre de 2002, en solitario también, entró y salió en 22 horas. En enero de este 2018, los reconocidos ecuatorianos Karl Egloff y Nicolás Miranda intentaron dos veces abordar la célebre Pared, pero el mal tiempo atentó en ambas ocasiones para siquiera iniciar el ascenso.
“Esta temporada se juntaron varios factores -enfatiza Felipe en diálogo con Cumbres-. El clima muy bueno, muchísima motivación, estaba aclimatado ya que había alcanzado 3 cumbres esta temporada y había entrenado bastante durante el año”.
Pocos días antes el mendocino ascendió nada menos que el glaciar del Hombre Cojo del cerro Tolosa (cumbre de Oro, 5.260 m). Ese éxito lo motivó aún más para intentar su sueño sobre fin de temporada. Consultó fotos de la pared que la mostraban bastante seca, por lo que no iba a haber mucha descarga y eso lo llevó a la decisión. Su colega, el experimentado Horacio Cunietti, le transmitió algunos muy útiles tips de trayectos y equipo.
El martes 13 de febrero a las 11:30 emprendió el periplo hacia el col Ibáñez, cuyo cruce le demandó algo más de 2 horas. En Plaza Francia se encontró frente a frente con la pared Sur del Aconcagua, en la más absoluta soledad. El sueño estaba en marcha.
A las 15 cruzaba la rimaya que divide el glaciar Horcones Inferior con la montaña. No exento de miedo con el glaciar Medio y el Superior acechando, rápidamente enfiló hacia Campo 1 donde unos paredones cubren un poco de eventuales avalanchas. En el trayecto cruzó 4 ríos que bajan de los glaciares que lo auxiliaron en su hidratación.
Tras un rodeo al espolón llegó al Campo 1 en 2 horas 15 minutos. En ese instante, una avalancha se abría paso por donde había cruzado minutos antes.
Así comenzó a escalar el filo que conduce a las grandes torres. “Es como escalar por la piel de un dragón, muchas escamas y una pendiente continua de 65°” grafica Felipe ese trayecto. A las 8 horas de su ingreso a la pared ya estaba saliendo de las grandes torres, unas chimeneas que se van conectando durante 80 metros. Eran las 23.
En su vivac compuesto por un Thermarest y 2 bolsas de consorcio, trató de dormir en aquel magnífico sitio bajo un mar de estrellas cumpliendo su anhelo de pared Sur. Imposible cerrar un ojo, demasiada adrenalina.
A la 1:30 continuó entonces rumbo a las areniscas. Ya con crampones transitaba a pleno por el glaciar Medio. En 2 horas alcanzó el objetivo, pero tuvo dificultades para encontrar la entrada, hasta que al cabo de 1 hora localizó a la izquierda una rampa de nieve y 2 canales que se discontinuaban. Entró por el de la izquierda por donde seguía una pala de hielo de 100 metros y luego coagulares de hielo incrustados en la tapia. “Me resultó la parte más técnica y a la vez la gocé mucho”.
A las 7 comenzó a despuntar el sol y Felipe se encontraba escalando sin guantes a 6.000 metros. Impresionante. Al llegar a la base del glaciar Superior -donde también le costó encontrar la entrada- tuvo la sensación de que todo allí pende de un hilo, la tremenda experiencia de escalar bajo inmensas y temibles paredes de hielo. Mediante una incómoda travesía, 80 metros hacia la derecha identificó la entrada, no sin antes dar peligrosos pasos de equilibrio sobre el abismo.
Ya surcaba sobre el glaciar rumbo a los Mixtos y Pala Messner, con la salida de la pared a la vista.
Con 22 horas de escalada comenzó el tránsito por el extenso glaciar Superior hasta la base de los mixtos. Cruzó un puente y alcanzó la primera chimenea de los mixtos, donde luego había que escalar 3 cascadas cortas. Luego de esta parte muy técnica y expuesta, sólo quedaba la Pala Messner, que pudo cruzar en 3 horas más.
A punto de salir encontró Felipe la última dificultad: una pared de hielo de 75° con salida por una cornisa de nieve inconsistente: “La pasé literalmente de cabeza, clavé un regatón de la piqueta y me abalancé como pude sobre el Filo del Guanaco. Lo había conseguido”.
En un tiempo increíble de 31 horas, Felipe había logrado cumplir su sueño de escalar completa la pared Sur, en su primer intento.
En el descenso descansó un par de horas en el refugio Elena del campo Cólera. El frío lo puso en marcha nuevamente a las 3, y a las 7 llegó a Plaza Argentina (desde allí a la cumbre ida y vuelta en 44 horas) para confundirse en un abrazo con su amigo Peluca (Matías Fabrizio) que, algo preocupado, lo esperaba con un reparador guiso.
Felipe Randis agradeció y dedicó su logro a amigos y maestros, y realzó el apoyo logístico de la empresa donde trabaja, Inka Expediciones. El nuevo recordman de Aconcagua dejó bien en claro que, pese a lo solitario del desafío -y del montañismo en general-, nada es posible sin el apoyo y aliento de compañeros y colegas.