A propósito de la crisis mundial por la pandemia de COVID-19, la alpinista y Dra. en Psicología, Vanessa Estol, expone una serie de estrategias de la mente que se aprenden en las actividades de montaña, aplicables a la actual situación de aislamiento y cuarentena global.
Escribe: Vanessa Estol (*)
Fotos: Nirmal Purja, Steve House, Fahad Barad, Rafael Pease, Juan Pablo Mohr, Don Bowie, Tamara Lunger, Simone Moro
A raíz del COVID-19 estamos pasando por tiempos muy difíciles para todos. Semanas en las que predominan en nosotros emociones negativas como tristeza, miedo, enojo, ansiedad, frustración, aburrimiento y desesperación. Nunca me había tocado vivir ninguna situación parecida y tal vez lo más estresante de todo, sea el no tener una posible fecha de finalización de esta crisis y de regreso a la normalidad.
Muchos estamos sin trabajo, sin la posibilidad de generar ingresos, encerrados en casa, con la incertidumbre de ¿cuánto tiempo más va a durar esto? Sintiendo miedo por nuestros seres queridos, extrañando y valorando más que nunca a nuestras familias y amigos a los que no podemos ver.
Se suponía que el día de hoy estaría partiendo hacia Nepal a intentar cumbre en el Everest. Me estuve preparando durante años para este desafío, de forma física, mental y económica, pero obviamente mi expedición se canceló. Al principio sentí mucha tristeza y enojo, pero con el paso de los días lo fui procesando y hoy siento agradecimiento por estar sana y ganas de que todos salgamos pronto de esto para empezar a planear nuevos proyectos.
Esta situación provocada por el COVID-19 me llevó a reflexionar sobre las estrategias mentales y herramientas que aprendemos en la montaña, que hoy me están ayudando a sobrellevar mejor los días y me gustaría compartirlas.

Fortaleza mental
Por fortaleza mental se entiende al conjunto de habilidades psicológicas y estrategias efectivas de afrontamiento, mediante las cuales podemos controlarnos ante situaciones estresantes y momentos críticos, así como factores adversos y la capacidad de sobreponernos a ellos. Las personas con fortaleza mental muestran un control completo de emociones ante situaciones estresantes (Hernández, 2010). Existen varias cualidades que están relacionadas con la fortaleza mental como autoconfianza, concentración y foco, motivación, actitud positiva y resiliencia (Giesenow, 2017).
Considero que en la montaña esta es una de las habilidades más importantes. En el mundo de los ocho miles, cada día nos enfrentamos a situaciones estresantes que no podemos controlar como avalanchas, accidentes, tormentas y hasta la muerte de alguien cercano o con quien convivimos. A pesar de ello, debemos intentar mantenernos emocionalmente estables para poder subir y bajar a salvo. De lo contrario, podríamos distraernos y tener un accidente.
La situación actual del COVID-19 requiere de nosotros la máxima fortaleza mental posible. Sin duda, estamos viviendo momentos críticos y de estrés en los que mantener control sobre nuestras emociones es difícil. Estamos bombardeados de información por redes sociales (sin discriminar muchas veces la verdadera y la falsa) y esto lo vuelve más complicado, ya que nos genera mayor miedo y un incremento de la ansiedad. En este caso, una buena medida para disminuirla es evitar estar las 24 horas conectado a redes o buscando noticias y en lugar de ello elegir un sólo momento del día para hacerlo.

Planificación
Tanto antes como durante una expedición a la montaña, es importante planificar. Planificamos el entrenamiento, la logística, la cantidad de comida que llevar para cada campamento, los horarios y nos imaginamos y visualizamos a nosotros mismos en la cumbre y recorriendo la ruta hacia ella.
Lo mismo podemos hacer en este momento. Es tiempo de ser precavidos y planificar. Imaginarnos todos los posibles escenarios, hacer algunas compras y tener un poco más de lo que tenemos habitualmente en casa por alguna emergencia (sin caer en compras de pánico excesivas). Planificar mejor nuestros gastos de los próximos meses reduciéndolos a lo imprescindible, tratando de ahorrar lo máximo posible y pensar en nuevas formas de generar ingresos cuando la crisis por COVID-19 termine.

Objetivos a corto plazo
La montaña me ha enseñado que es menos estresante pensar en dar un paso a la vez que pensar en que tenemos que llegar a la cumbre todo el tiempo. Es mejor ponerse objetivos cortos para no sentir frustración o agobio. Me ha servido mucho estudiar la ruta y ponerme pequeñas metas o enfocarme simplemente en cada paso que doy y pensar que estoy un poco más cerca de mi objetivo.
Lo mismo aplica para estos momentos de COVID-19. Podemos establecer pequeñas metas semanales y planificar una rutina. Sirve mucho tener horarios y pensar en objetivos diarios y realistas que se puedan cumplir en las condiciones en las que nos está tocando vivir. Como hacer ejercicio en casa para mantenernos activos y generar endorfinas, trabajar en proyectos personales, estudiar un nuevo idioma, terminar una tesis, pensar en nuevas posibilidades de negocios, hacer planes de viajes a futuro, etc.

Motivación
Otro punto muy importante en la montaña es tratar de mantener siempre alta la motivación. Ante situaciones adversas, perderla puede ser muy fácil. Muchas veces caminando a medianoche con temperaturas bajo cero, cansada y con sueño he llegado a pensar ¿por qué estoy aquí?, ¿para qué seguir?
Tenemos que buscar el motor que nos impulsa todos los días y pensar que esto es pasajero y que necesitamos estar enfocados, concentrarnos en lo correcto, y seguir adelante. El tema de la motivación es muy personal, pero en mi caso me motiva mucho hacer ejercicio. Es difícil cumplir estando encerrado, pero tener una buena red de apoyo de amigos o familia puede ayudar. A mí me está sirviendo hacer apuestas con mis amigas y motivarnos entre nosotras.

Paciencia
Esta es una de las habilidades que personalmente más me ha costado trabajar. Una expedición a un 8000 dura entre uno y dos meses, en los que hay que subir y bajar varias veces para aclimatar, esperar ventanas de buen clima encerrados en una carpa, con poco espacio y aburridos y aceptar la incomodidad. Muchas veces por algún motivo toca bajar muy cerca de la cumbre, la ventana de buen clima se retrasa o nunca llega.
Ahora con la crisis pro el COVID-19 vivimos una situación similar. No podemos salir, toca en la medida de lo posible estar encerrados sin saber por cuanto tiempo. Muchos no podemos trabajar, ni ver a nuestra familia o amigos, y lo único que podemos hacer es tener paciencia y esperar.
En este sentido, la montaña me enseñó a ocupar el tiempo e intentar estar distraída, inventando juegos, aprendiendo algo bueno, leyendo, planificando. Y en este momento tenemos a favor la tecnología e Internet para estar conectados con nuestro círculo.

Mantenernos saludables
Si bien no es una estrategia mental, en el proceso de preparación para ir a Manaslu -mi primer 8000- esto era casi tan importante para mí como entrenar. Era primordial no enfermarme, comer saludable y cuidar muchísimo mi cuerpo y mi salud.
En estos momentos es muy importante aplicar lo mismo. Tratar de comer lo mejor posible, lavarnos las manos casi excesivamente, evitar salir y el contacto con la gente, e intentar reforzar nuestro sistema inmunológico.

Resiliencia
Ser resiliente significa tener la capacidad para vivir y desarrollarse positivamente, a pesar de la adversidad, y suele implicar riesgo de desenlace negativo (Breton, Zurita, & Cepero, 2016). Además de la fortaleza mental, ésta me parece una estrategia psicológica sumamente importante en la montaña y en la vida en general.
En los tiempos actuales debemos intentar ser resilientes y seguir adelante a pesar del estrés y la presión que vivimos.

Trabajo en equipo
Es mucho más fácil llegar a una cumbre y disfrutar de ella si trabajamos en equipo para lograrlo. En situaciones adversas y difíciles, ayudarnos y colaborar entre nosotros nos garantiza una mayor probabilidad de éxito.
Estos días de COVID-19 son cruciales, debemos estar más unidos que nunca. Ayudar a los que más lo necesitan, estar para los demás, aunque sea simplemente para escuchar. Los que tenemos la posibilidad, quedarnos en casa para evitar que la curva de contagios crezca, colaborar con nuestros abuelos o gente mayor, intentar ayudar a pequeños emprendedores cuando esto termine, consumir productos locales para que la economía empiece a crecer de nuevo y hacer alianzas entre nosotros para ayudarnos.

A pesar de que no veamos la cumbre cerca, siempre está ahí.
Es importante intentar mantenernos positivos, buscar pequeños motivos que nos impulsen a seguir adelante y sobre todo, cuando esto pase, reflexionar y ver qué aprendimos. Vivimos en una sociedad muy consumista en la que muchas veces actuamos pensando nada más en el hoy, sin planificar, sin prever, agotando los recursos naturales, sin preocuparnos por el medio ambiente, ni por aquellos que vienen después de nosotros.
Espero que esta crisis por COVID-19 nos ayude a volvernos mejores personas y darnos cuenta de las cosas que son realmente importantes, como los abrazos de los seres queridos y la libertad de salir y estar en contacto con la naturaleza.
Tenemos que estar unidos, colaborar, trabajar juntos y ser más solidarios. No es necesario esperar a tocar fondo, esto debería servirnos de lección para cambiar nuestros hábitos y tratar de cuidar mejor nuestro planeta y a las personas que nos rodean.
(*) Vanessa Estol (Uruguay) es Dra. en Psicología y alpinista. Instagram @vanessaestol
Foto de portada: @nimsdai instalando cuerdas fijas en Everest.
Referencias:
Bretón, S., Zurita, F., & Cepero, M. (2016). La resiliencia como factor determinante en el rendimiento deportivo. Revisión bibliográfica.
Hernández, L. (2010). Fortaleza mental en el deporte. EDITORES, 15.
Giesenow, C. (2017). ¿De qué hablamos cuando hablamos de fortaleza mental? Una revisión conceptual.