Juan Pablo Mohr en mayo se convirtió en el primer chileno en la cumbre del Everest sin oxígeno extra ni ayuda de sherpas. Pocos días antes subió el Lhotse. Lleva ya 4 ocho miles y quiere lograr los 14. Juan Pablo es un cabal representante del estilo puro y deportivo de abordar las grandes montañas.
Juan Pablo Mohr (32, arquitecto, casado con Juanita, padre de 3 hijos) se convirtió el 23 de mayo pasado en el primer chileno en la historia en llegar a la cumbre del Everest (8.848 m, Nepal/China), la montaña más alta del mundo, sin auxilio de oxígeno embotellado ni asistencia de porteadores de altura.
En una temporada de Himalaya signada por polémicas y muertes, el logro deportivo de Juan Pablo es una bocanada de aire fresco y refleja el brillante momento del andinismo de Chile por estos años.
Mohr es un tipo sencillo, carismático y honesto. Habla sin tapujos ni presiones, cuenta sus logros y verdades con naturalidad y respeta todo lo que se hace en las montañas.
Su ingreso a la historia del ochomilismo se produjo en 2017 cuando junto a otro chileno brillante, Sebastián Rojas, fueron los primeros de su país en hollar el Annapurna (8.091 m). Y al año siguiente, en Nepal, Juan Pablo Mohr llegó a la cima del Manaslu (8.163 m).
Estas pruebas extremas que tan buen resultado le dieron, lo entusiasmaron para encarar un proyecto ambicioso: convertirse en el primer chileno en lograr las 14 montañas más altas del planeta en su estilo alpino puro, sin oxígeno suplementario, sin sherpas, en forma autónoma y deportiva.
Así fue como esta temporada se trazó un plan también ambicioso, que ya en su primera parte logró: Lhotse, Everest, G I, G II y Nanga Parbat.
Lhotse, más duro de lo previsto
Si bien sus objetivos e iniciativas son personales y autónomas, Juan Pablo Mohr formó cordada, por tramos, con algunos de sus amigos de las alturas con quienes sin dudas conforma buen equipo: el brasileño Moeses Fiamoncini, el español Sergi Mingote, el pakistaní Alí Sadpara, y algunos más que se suman en algún campamento o tramo en especial.
En un merecido descanso en las playas de Barcelona junto a su mujer Juanita, Juan Pablo Mohr dialogó con Cumbres y relató todo lo que vivió por estos días en Himalaya.
Su primer paso en esta primavera fue el Lhotse (8.516 m), cuarto monte más elevado del mundo.
“El Lhotse pensé que iba a ser mucho más fácil de lo que realmente fue. Una canaleta super larga donde tuvimos muchas horas metiéndole. Partimos a las 4 de la mañana y yo llegué a la cumbre a las 3 de la tarde, un horario muy tarde para un 8 mil. Fui de los últimos en hacer cumbre”.
“La bajada nos tocó super dura, nos tocó una tormenta, mucha nieve, viento blanco, poca visibilidad. Ese día llegamos como a las 6 de la tarde al campo IV donde nos dormimos hasta las 10 de la mañana”.
Rescate extremo
En Lhotse junto a Fiamoncini, Mingote y Sadpara, Juan Pablo participó de un angustioso rescate, cuyos detalles compartió:
“Con la calma, tipo 10, escucho a alguien fuera de la carpa que nos empieza a mover los vientos. Veo a una rusa y a un búlgaro, él estaba muy mal, ya con edema cerebral. Les digo que tengan cuidado y me doy cuenta que él no estaba entendiendo nada de lo que le decía. Traté de levantarlo y no tenía fuerza ni para levantarse, estaba súper grave”.
“Llamé a mis amigos, corté un pedazo de cuerda fija y lo amarré a mi arnés. Me aseguré a la cuerda fija y empecé como a rapelar con él amarrado. Moeses me ayudaba a bajarlo, le sacamos los crampones porque en verdad no avanzaba. Lo acostamos en el camino y lo fuimos bajando de a poquito, por casi una hora”.
“Él estaba con oxígeno que le había dado el día anterior Alí Sadpara. Eso tiene un tubito que se abre y cierra mientras respiras… pero el tubito había dejado de moverse. Se nos murió, fue impresionante, se nos murió en nuestros brazos”.
“La rusa quedó shockeada. Seguimos bajando un rato más el cuerpo, pero nos dimos cuenta que era puro esfuerzo perdido. Estábamos a 7.800 metros, nos estábamos desgastando después de una cumbre como el Lhotse”.
“Ella no quería bajar, decía que esperaba un helicóptero. Pero nadie iba a venir así que casi que la obligamos a bajar. Luego llegaron unos sherpas con oxígeno y se la llevaron. Es la primera vez que me pasa algo así de fuerte, nunca había vivido eso”.
Juan Pablo Mohr, el chileno más alto
Luego de dos días de descanso en Campo II, al tercero atacaron Everest junto a Sergi Mingote. Pero el catalán no estaba bien, tenía una costilla fisurada y problemas respiratorios. El tremendo episodio en el descenso del Lhotse sin dudas le pasó factura.
En la pared del campo III decidieron descender al II. Mingote necesitaba seguir bajando al Campo Base, y así lo hizo. Pero Juan Pablo se sentía bien y confiado. Decidió entonces recuperar un día más en el II y acometer definitivamente Everest.
Junto a Moeses Fiamoncini el 22 de mayo alrededor de las 20:30 emprendieron el ascenso más alto que jamás harán. “Así fue que subimos, perfecto, yo estaba medio resfriado, pero bien, soportándolo. Everest es mucho más duro que Lhotse por la distancia. Y yo sin oxígeno lo encontré durísimo, más después del Lhotse, durísimo. La gente con oxígeno me pasaba, toda la gente me pasó, fui a ritmo super lento”.
El buen tiempo los acompañó durante toda la subida. Pero sólo 10 minutos en la cumbre y entraron nubes y amenazas de tormenta.
“Aún así bajamos bien, se enterraron un poco las cuerdas fijas, demoramos como 6 horas en llegar al campo IV. No quisimos seguir más allá por el mal tiempo. Al otro día temprano partimos al IV del Lhotse a recoger nuestras cosas y a seguir para abajo”.
En total fueron 15 horas de ascenso, la llegada a la cumbre y el gran logro chileno fue a las 11:30. Juan Pablo Mohr entraba en la historia.
Tenía previsto también, si el tiempo daba, ir al Kanchenjunga. Entendía que podía hacerlo a buen ritmo, quizás de un día para otro. Pero tantos contratiempos y esfuerzos lo hicieron cambiar el plan.
Repercusión y tráfico
Juan Pablo Mohr no sale de su asombro por la incontable cantidad de saludos, contactos y felicitaciones que ha recibido por estos días: “Todos los medios que me contactaron, me felicitaron, muy buena energía he recibido. Y siempre representando a Chile”.
Tuvo también breves y acongojadas palabras por la suerte corrida por su colega Rodrigo Vivanco, desaparecido esta temporada en Kanchenjunga: “Una pena lo que le pasó, yo lo conocía a Rodrigo. Es una gran pena, con todos los problemas que tuvo. Una lata. Nada más”.
Consultado sobre su estilo de ascenso, deportivo, puro, autónomo, y el contraste con otras maneras de abordar la montaña, Juan Pablo argumenta lo suyo y elude cualquier polémica: “Yo voy sin oxígeno y sin sherpas, no pienso en otro estilo. Prefiero volverme si no puedo, o sea no llevo oxígeno, si me siento mal me vuelvo. Pero cada uno hace lo suyo, cada uno con su estilo, no encuentro ni mejor ni peor una posición, son estilos diferentes”.
Y respecto de la polémica por la superpoblación de montañistas en los ocho miles, fundamentalmente en Everest, Juan Pablo Mohr aporta un valioso diagnóstico: “Hay un exceso de gente porque muchos no saben de montaña, sobre todo en Everest. Mucha gente que no ha subido antes, no tiene experiencia, no saben ni cómo ponerse los crampones. Pero pagando miles de dólares contratan un par de sherpas y se van con oxígeno regalones a la cumbre. Todo servido haciéndoles todo el trabajo”.
Si bien consideró “una lata” esto de las cumbres con tanto tráfico, asegura que esto se puede evitar, y como prueba está su experiencia: “En mi caso yo no tuve esos tráficos, yo me fui un día después del que subieron los chinos y los indos, el día de esa foto que salió en todos lados. Yo tengo la misma foto, pero con 7 personas”.
De Barcelona a Pakistan
Juan Pablo Mohr reconoce y agradece a su esposa, Juanita, por la paciencia y el aguante que le hace para que pueda cumplir sus altos objetivos. En pocos días más pondrá rumbo a Pakistán para acometer Gasherbrum I (8.068 m) y Gasherbrum II (8.035 m).
Y en septiembre apunta nada menos que al Nanga Parbat. Cinco ochomiles en unos 100 días. Siete en 2 años, la mitad del proyecto.
“Estos son los planes, pero uno nunca sabe, la montaña es la que manda. Tengo la suerte de tener una santa de señora que me tiene cuidando a mis tres hijos, y aquí la tengo regaloneándola para que me deje”.
Los planes ya están esbozados para la próxima primavera: Kanchenjunga y Makalu. Y para el segundo semestre Cho Oyu y Shisha Pangma. Entonces sólo quedarían Broad Peak (8.042 m), K2 y Dhaulagiri.
Todo lo financia y sostiene con el apoyo de sus sponsors. Además, Juan Pablo Mohr forma parte de la Fundación Deporte Libre, de la que es fundador. “Es la que organiza esto, es la marca que llevo estampada en mi espalda”.
La fundación sin fines de lucro ayuda a gente vulnerable a adentrarse en los deportes de montaña y escalada. “Son deportes conocidos como elitistas, pero no lo son. Tratamos de mostrar todo para que en verdad se metan estas nuevas generaciones motivadas que tienen escasos recursos”.