El vasco y el tucumano alcanzaron un objetivo de alto valor deportivo: la cumbre en invierno del volcán Pissis, tercer monte más alto de América. El relato cronológico de la expedición, detallado y didáctico, escrito por Glauco Muratti. (*)
Arkaitz Ibarra Martínez y Ulises Kusnezov hicieron cumbre en el Pissis (6.795 m) este 10 de agosto. Decidieron no volver por donde vinieron. Como alquimistas de la montaña, transformaron un ascenso meritorio en una mágica travesía: partieron desde La Rioja, subieron la montaña que separa las dos provincias y vuelven a la civilización por Catamarca.
Esta mañana (del sábado 10) esperaron por su único aliado, el sol. En ese momento mandaron un breve mensaje explicando que las condiciones eran malas, mucho viento, pero que ‘iban a salir igual’ hacia la cumbre. Desarmaron la carpa, armaron las mochilas y comenzó el peregrinaje hacia las alturas.
Con tanta carga recién llegaron la cima alrededor de las 18:30, tarde, apenas quedaba luz. La bajada no se hizo esperar, aprovecharon la última luz natural y en una hora andaban a 6.100 msnm.
El Pissis se sube normalmente desde el Norte en verano. Ellos ascendieron en invierno, por el Sur y están bajando por el Norte.
Actualización
En la noche del sábado 10 de agosto, a las 23:38, se recibió la señal satelital desde el campamento 6, a 4.600 m, al inicio de la vía normal.
En pocas horas han bajado toda la montaña. Desconocemos detalles, ya nos enteraremos, pero no hay dudas, ha sido uno de esos días que el andinista recuerda para siempre. Se vuelve cambiado de un ascenso como este.
Pero nada de estadísticas o récords. Lo único que buscan Ulises y Arkaitz es saber si pueden hacerlo. Quieren seguir contestando las preguntas que la montaña plantea.
Ese es el juego del montañista. Orientarse, avanzar, encontrar abrigo, hacer agua, tener charlas con el compañero, ingresar al amparo de la bolsa de dormir. Y una tardecita desde una altura casi estratosférica empezar a bajar por terreno desconocido con una sonrisa, como haciéndole una travesura a los cerros.
Pissis: parte del 3 de agosto
El 3 de agosto empezaron su excursión Arkaitz Ibarra y Ulises Kusnezov.
Pasaron la noche en Vinchina y después de algunas demoras de último momento viajaron cuatro horas subiendo a la estepa puneña para, a media tarde, bajar del vehículo en la banquina de la ruta del Paso de Pircas Negras al oeste de La Rioja, a 4.400 m.
Caminan al Norte, van hacia el Nevado de Pissis, un volcán de 6.815 metros que forma la frontera con Catamarca.
Ese primer día pudieron remontar los primeros 15 km de un amplio y desolado valle al pie del volcán Bonete Chico, paradójicamente una montaña tan grande que van a tardar días en dejarla atrás.
A las 20 llegó la señal del “in reach” (dispositivo de comunicación satelital que indica dónde se encuentran). Están a 4.600 en un pequeño estrechamiento del valle.
Parte del 6 de agosto
Ulises y Arkaitz se han acercado al Nevado de Pissis. Debido a lo extraordinario del terreno, el fondo de una caldera volcánica plagada de elevaciones, depresiones y lagunas, no han ganado gran altitud.
Los andinistas suelen crear sus propias reglas, su propio modo de hacer las cosas. Por eso descartaron usar camionetas doble tracción para salvar parte de la distancia (la modalidad que normalmente se usa en la zona).
A las 17:01 llegó la señal satelital: están acampados a 5.400 m cerca de una gran roca en un lecho seco.
Por primera vez, además de la posición enviaron un mensaje: “… De 10. Un poco sí, pero estamos cerca ya. Mucho viento, hoy renegamos muchísimo. El éxito o no depende del viento. El prono es importante (sic)…”
Lo que en verdad significa tanto viento. Por un lado, dificulta pensar y, sobre todo, suele entorpecer el diálogo con el compañero, el intercambio de ideas. El viento no solo multiplica el efecto de la temperatura (a mediodía había alrededor de -12°). Si es frontal puede llegar a impedir avanzar, pero por detrás (no parece haber sido el caso de hoy) arrastra el cuerpo, hace tomar velocidad y se puede “perder pie”, situación de riesgo si hay grandes rocas afiladas. El andinista trata de compensar la fuerza del viento moviéndose muy inclinado, en posiciones casi imposibles a veces.
Parte del 7 de agosto
Hoy han permanecido en el mismo campamento intercambiado mensajes de carácter meteorológico con Andrés Suárez.
El paisaje volcánico donde transcurre el ascenso. Cualquier sector elevado de la superficie de la tierra tiende a ser retrabajado y socavado. Eso se llama erosión: aprovechando la gravedad, milenio tras milenio se van eliminando materiales de sitios altos para depositarlos más abajo. Es el agua en su forma líquida o solida quien contribuye enérgicamente con este trabajo. Como en la Puna la sequía dura milenios, los materiales que en su momento fueron expulsados sobre la superficie por los volcanes (desde el período Terciario hasta el Cuaternario), se fueron acumulando sin fuerza capaz de labrarlos.
Así el terreno carece de desniveles bruscos, no hay valles profundos (ni del tipo fluvial en forma de “V” ni de tipo glaciar en forma de “U”). Tampoco paredes rocosas ni picos agudos, casi todo en la Puna está sumergido bajo esa eterna e intemporal capa de roca suelta. Por eso es extraordinario encontrar un arroyo o río permanente: aún en época de deshielo casi toda el agua se infiltra en las gruesas capas de material suelto que tapizan las montañas, reapareciendo a veces en vertientes, las vegas.
Pissis: parte del 8 de agosto
Ulises y Arkaitz continúan en el mismo campamento. Tomando en cuenta los pronósticos han tomado una decisión y trazado sus planes para la última parte del ascenso.
La incertidumbre de encontrar la decisión correcta ha desaparecido. Ahora “es pasar hoy”, tomar agua, alimentarse, reparar algo, tensar los sostenes de la carpa que el viento afloja.
En altitud la presión atmosférica desciende y el cuerpo recibe menos oxígeno. Se pueden vivir semanas sin comer, días sin beber, minutos sin respirar. Un humano no adaptado no solo responde a la actividad física como si hubiera envejecido 50 años, sino que puede desarrollar enfermedades.
Andinistas experimentados como Ulises y Arkaitz saben que en un lugar como éste es poco lo que se puede hacer una vez que un problema se ha planteado. Lo que cabe es prevenir, aclimatarse. Los días pasados para aclimatarse a la altura son días ganados.
Expertos montañistas
Ulises Kusnezov es de Tucumán, tiene 25 años. De chico pasaba las vacaciones en una casa familiar en Tafí del Valle. Desde que tiene memoria se pasaba subiendo los cerros que estaban detrás de la casa de su abuelo. Que como él y su padre también eran montañeros.
La experiencia en montaña se fue acumulando. El año pasado subió por sus propios medios el Manaslu, uno de los 14 ochomiles (las montañas más altas de la tierra).
Fundador de la Asociación Argentina de Montaña, trabaja como guía profesional en A Cielo Abierto Trekking Tucumán.
El vasco Arkaitz Ibarra Martínez dio sus primeros pasos en la Sierra Nevada en España. Siguieron escaladas alpinas, Pirineos, los Alpes, el Mustagh Ata un 7.500 en la cordillera del Kun Lun en Asia.
En 2006 llegó a la Argentina y desde entonces ha acumulado una notable cantidad de cumbres. Algunas en ascensos rápidos, porque Arkaitz gusta del atletismo.
Trabaja como guía profesional en Aran Expediciones.
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Textos extraídos de los partes diarios escritos por Glauco Muratti. Publicados en los sitios de Facebook de la Asociación Argentina de Montaña y de la empresa A Cielo Abierto Trekking Tucumán.
Fotografías gentileza Asociación Argentina de Montaña y A Cielo Abierto Trekking Tucumán
Glauco Muratti (Rosario, Santa Fe) es abogado, andinista, y autor del libro “Los hielos olvidados”. E-mail: glaucomu@yahoo.com.ar