El protagonista del rescate nocturno en Aconcagua es guía de montaña y porter independiente. En febrero salvó la vida de un montañista japonés herido cerca de la cumbre.

El héroe del rescate nocturno en Aconcagua de la reciente temporada se llama Nicolás Agüero. Tiene 44 años, pero aparenta mucho, muchísimo menos. Quizás por su permanente entrenamiento y cuidado para toda una vida dedicada a la alta montaña. Pero tal vez también por la nobleza de su espíritu, solidario y generoso.
Niko nació en Buenos Aires y estudió en la Escuela de Guías de Mendoza. Años después se radicó en Pamplona, España, junto a su novia farmacéutica. Hoy vive en Stokmarknes, Noruega, 8 ó 9 meses al año. El resto lo pasa trabajando en Aconcagua. En enero de este año fue guía asistente de la expedición de las Cholitas Escaladoras de Bolivia.
A fin de febrero pasado un montañista de nacionalidad japonesa sufrió una caída en la base de la Canaleta, a 6.650 metros. El golpe le provocó politraumatismos severos y cortes en el cuero cabelludo. Sus dos acompañantes, un hombre y una mujer, allí lo dejaron al atardecer y bajaron desesperadamente en busca de ayuda.
En plaza Cólera (5.970 m), despertaron a Nicolás que, luego de un porteo, descansaba porque al otro día temprano quería subir a la cumbre Sur del Coloso. Inmediatamente comunicada por radio la situación a la Patrulla de Rescate, Niko emprendió el ascenso en solitario, ya de noche, para dar con el accidentado.

Horas clave
Pasada la medianoche, en inmediaciones de la Cueva, Agüero halló al japonés, lo contuvo y le brindó mínimos auxilios. Literalmente lo “colgó” de su mochila y así comenzó a bajarlo, como podía.
“Se dio un golpe muy duro, con ganas. Es un lugar con mucha pendiente. Se pudo haber matado del mismo golpe. Era un hombre grande, pesado” compartió Niko, entrevistado por Cumbres en Mendoza, ya concluida la temporada.
Recuerda cada detalle de esa noche de angustia y adrenalina. Sabe que gracias a su decisión y denodado esfuerzo salvó la vida al montañista nipón. Pero para él es algo natural, y así lo relata: “Me dice que está golpeado en distintos lugares y que había perdido sus lentes, que no veía bien. Lo llevo al camino, a unos 20 metros. Lo agarro de lado, lo abrazo -le dolía el brazo-, lo llevo malamente hasta la travesía, porque es un camino para uno, no para dos, el sendero es angosto. Al sentarlo en una piedra, no encuentro sus lentes… ¿cómo lo bajo?”.
“Hablé a la Patrulla, les dije que entré en contacto con la víctima, que le duele esto y lo otro. Yo escuchaba que entre ellos y Guardaparques buscaban su registro de cuando entró al Parque, entonces encontraron un nombre que era parecido a lo que yo les estaba diciendo. Y este hombre reconoce que es él, que están hablando de él”.
Por radio los miembros de la Patrulla le pidieron que lo bajara. Pero claramente no podía, estaba solo, el hombre caminaba muy mal y no veía nada. No podría bajarlo. “A los 5 minutos se me ocurrió que me agarre de los hombros o de la mochila y vamos bajando despacito, casi colgado. Avisé a la Patrulla, lo hidraté, le di dos vasos de té (no había comido ni tomado nada, no tenía nada) y empezamos a bajar, súper despacito, como cuando cruzás la calle a una abuelita. Por lo menos bajábamos un poco y se ponía en movimiento, eso era lo importante”.

Rescate nocturno en Aconcagua
Sin dudas esa determinación fue lo que le salvó la vida. No podían pasar la noche en esas condiciones. Por fortuna, a 30 minutos de iniciado el esforzadísimo descenso con el japonés “colgado” de su mochila, se encontraron con Tato de la Patrulla de Rescate, que venía subiendo en auxilio. “Se me colgaba bastante de la mochila, me contracturé todo, mal. Tato lo sostenía por detrás, yo iba adelante y seguimos bajando. Habremos llegado a las 5:30 a Independencia, y ahí me reemplazó otro Policía. Yo estaba realmente roto, el cuello, los hombros. Ellos bajaron hasta Berlín y de ahí derecho a Mulas”.
A las 6 Niko intentaba dormir en el refugio Elena. “Tardé como media hora en dormir. Además de cansado estaba estresado, antes de irme había armado mi mochila porque yo no sabía qué iba a disponer la Patrulla, o si subía más gente. El Elena es un refugio exclusivo para rescate, entonces si hay un tipo viviendo adentro, pues mal”. Concilió el sueño y durmió hasta las 4 de la tarde.
Niko ya era un héroe, pero no estaba enterado en aquellas alturas y casi incomunicado. Al otro día emprendió otra vez el ascenso en busca de la cumbre Sur, que nunca la había hecho. “Cuando estaba bajando, en Portezuelo del Viento me encuentro con un Guardaparques asistiendo a un escocés que tenía mal de altura. Y lo ayudé a bajarlo, igual que al japonés, yo me puse por delante y le iba marcando la senda, que me siguiese”. Sin dudas fue su propia temporada de rescates.

El análisis
Pasado algún tiempo, Niko Agüero analiza con frialdad la situación del tremendo rescate nocturno en Aconcagua. Considera que el error del grupo fue que bajaron dos y dejaron solo al accidentado. Lo ideal hubiera sido que bajara uno a pedir ayuda y el otro se quedara a acompañarlo. “Pero lo normal es que la gente no tenga las luces allá arriba que tenemos acá abajo, la lucidez. Y la gente no sabe de rescate”.
En este caso que comenta, fue crucial la decisión de Niko de subir inmediatamente, aún solo y de noche. “Es que sabía que yo iba a hacer la diferencia, iba a llegar mucho antes, estaba segurísimo, y entendía la complejidad de la cuestión. El hombre estaba en riesgo más que nada por el frío”.
Una vez más Niko insiste en aconsejar, sobre todo a quienes no tienen tanta experiencia o llegan por primera vez a Aconcagua, que contraten guía: “Esto es diferente con guía, el guía se supone que te va a recomendar o a obligar mínimamente a usar casco, por ejemplo”.

Temporada perfecta
El rescate nocturno en Aconcagua del japonés fue probablemente el caso más complejo de todo el verano. Y se coronó así una temporada completa de ascensos sin tener que lamentar la pérdida de ninguna vida.
Todos y cada uno de los actores involucrados en la prevención y los rescates tienen su responsabilidad en el reconocimiento.
El ejemplo de Niko Agüero queda como símbolo de una de las mejores temporadas de los últimos años. Con profesionales con su preparación, decisión, fortaleza y generosidad, serán muchas más las temporadas buenas que de las otras.