Sin aviso previo, sin diálogo y con custodia policial, la maquinaria pesada ingresó la semana pasada al predio del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), en la ciudad de Buenos Aires, e inició la demolición de la Palestra Nacional de Andinismo y Escalada.
La histórica estructura, construida en 1982 y considerada la más grande y singular de América Latina por su réplica fiel de la roca de montaña con piedra natural, desaparece para dar paso a la ampliación del Puente Labruna y a la reconfiguración de la zona, un proyecto impulsado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires junto a desarrolladores privados.
La acción se consuma pese a una causa judicial abierta y a una medida cautelar que había ordenado suspender provisoriamente los trabajos. Y sin que mediara un permiso de obra visible, según denuncian las organizaciones de escaladores.
La operación, ejecutada por la empresa AUSA, se desarrolló con un fuerte operativo del Grupo de Operaciones Urbanas (DOU) de la Policía de la Ciudad, destinado a impedir la resistencia de la comunidad deportiva.

Este despliegue fuerza bruta contrasta con la total ausencia de instancias de consulta o negociación con los usuarios históricos del espacio.
Para ellos, la palestra no era un simple muro deportivo: era un bien público insustituible. Era el principal espacio de formación para escaladores, montañistas, guías profesionales y cuerpos especializados de rescate, como bomberos y policías.
Su diseño único permitía entrenar técnicas de escalada tradicional imposibles de replicar en estructuras artificiales convencionales, convirtiéndolo en un patrimonio técnico y cultural de valor incalculable.
Crónica fatal
El conflicto trasciende lo meramente deportivo y expone una crónica de desidia e irregularidades. Los escaladores señalan que la cesión de la estructura por parte de la Secretaría de Deporte de la Nación, a cargo de Daniel Scioli, al gobierno porteño en febrero pasado fue irregular. Debió mediar la aprobación del Congreso.
Asimismo, denuncian graves vicios en el procedimiento, como la omisión del terreno de la palestra en el estudio de impacto ambiental, pese a que la obra sí la incluye. Abundaron las irregularidades”, afirman. Y destacan la falta de técnicos o responsables in situ al momento de iniciarse la demolición.

La promesa oficial de construir una “réplica” en el barrio Villa Soldati ha sido categóricamente rechazada por la comunidad. Expertos y usuarios coinciden en que el proyecto alternativo carece de las condiciones de seguridad y la superficie escalable. Y, sobre todo, las características geomorfológicas únicas de la estructura original, hecha de lajas naturales y cemento moldeado.
Para Julia Marincovich, del Centro Andino Buenos Aires, la propuesta es “literalmente inútil” y pondría en riesgo a los deportistas.
Lo que se derrumba, entonces, no es solo hormigón y piedra. Se desmorona un espacio de inclusión, encuentro intergeneracional y transmisión de conocimientos donde se forjaron valores de cooperación y confianza durante cuatro décadas.
Su pérdida representa un retroceso concreto en el derecho colectivo al deporte, a la cultura y a un espacio público con identidad, sacrificado en el altar de una transformación urbana ejecutada sin consenso y al margen de la comunidad que le daba vida.










