En el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), en el barrio de Núñez, se levanta desde 1982 la histórica palestra de escalada, una estructura de más de 2400 m² escalables que ha formado a generaciones de montañistas, guías profesionales y cuerpos de seguridad.
Revestida con lajas naturales que simulan la textura de la roca de montaña, y con un interior de cemento moldeado que permite practicar técnicas avanzadas, esta palestra es considerada única en el mundo por sus características constructivas y su versatilidad para la práctica realista de la escalada.
Sin embargo, su existencia pende de un hilo: el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la constructora AUSA planean su demolición para dar paso a la ampliación del puente Labruna y al desarrollo del Parque de la Innovación.
Julia Marincovich, integrante del Centro Andino Buenos Aires -entidad que administra la palestra-, explica en diálogo con Cumbres Mountain Magazine, la situación: “La palestra fue construida con fondos del Estado nacional y asesoramiento técnico del club. Es el único lugar en Buenos Aires donde se pueden practicar maniobras de seguridad, técnica de fisuras, regletas y placa, como así también multi largos y rapel, tal como se haría en la montaña”.
Según detalla, la estructura no solo es utilizada por cerca de 1000 socios del club, sino también por estudiantes de la tecnicatura en Guía de Montaña y por fuerzas de seguridad como bomberos y policías, que la emplean para entrenamiento especializado.
Titularidades y desprotección legal
La situación jurídica de la palestra es compleja. Originalmente construida en territorio nacional, con la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires el suelo pasó a jurisdicción local, pero la estructura continuó siendo propiedad de la Nación.
Sin embargo, en febrero de este año, la Secretaría de Deporte de la Nación, a cargo de Daniel Scioli, cedió la estructura al gobierno local sin seguir los procedimientos legales establecidos. Quedó allanado así el camino para su demolición. “Esa cesión fue irregular -señala Marincovich-. Debía tratarse en el Congreso, pero no se hizo”.
Frente a esta situación, los escaladores presentaron un amparo judicial y una medida cautelar para frenar la demolición. Un juez reconoció sus derechos e instó al GCBA y a AUSA a construir una nueva palestra con las mismas características y prestaciones.
No obstante, la propuesta que recibieron, ubicarla en un predi en Villa Soldati, ha sido rechazada por la comunidad escaladora. “La estructura que ofrecen no cumple con las condiciones de seguridad ni con los metros escalables necesarios. No tiene revestimiento de roca, no incluye fisuras y su sistema de soporte es inadecuado para el tipo de suelo”, advierte Marincovich.
Comunidad, cultura y resistencia
Para los escaladores, la palestra no es solo un espacio deportivo, sino un lugar de encuentro, transmisión de conocimientos y construcción de comunidad. “Aquí se forman valores como el compañerismo, el respeto y la seguridad. Es como un club social donde conviven generaciones -destaca Marincovich-. Personas de hasta 70 años siguen escalando aquí”.
Además, subraya su valor formativo único: “No hay otro lugar en Latinoamérica donde se pueda entrenar de manera tan realista para la montaña. En Buenos Aires, para llegar a la roca natural hay que recorrer al menos 500 km”.
Mientras esperan una respuesta definitiva, los escaladores continúan usando la palestra, aunque con incertidumbre. Desde septiembre, el Cenard les notificó que no renovará el convenio de uso precario, aunque gracias a la medida judicial aún pueden acceder. “Lo que pedimos -concluye Marincovich- es que se nos incorpore al Parque de la Innovación, que se preserve este patrimonio o, al menos, que se construya un reemplazo que respete lo que tenemos hoy. No es solo un muro: es parte de nuestra historia y de nuestra identidad”.
La lucha por la palestra trasciende lo deportivo. Es una defensa por el derecho al espacio público, a la educación y a la preservación de un bien cultural sin igual.