[dropcap size=big]H[/dropcap]aber recibido el 2000 en Vallecitos no fue suficiente. El corazón pedía más, no sólo porque es uno de los lugares más hermosos de la cordillera central, sino porque el Cordón del Plata tiene un magnetismo muy particular.
Ese día llegamos al refugio de la Universidad por la mañana con la idea de aprovechar el fin de semana aclimatándonos a esa altura y salir el sábado bien temprano hacia el cerro Franke. Nos habían dicho que era demoledor de piernas y que no se podía hacer en un solo día, o por lo menos no era recomendable. Para qué más.
El grupo estaba formado por Carlos Giuffré, Favio Torressi y yo. Partimos a las 5 de la mañana de un día espectacular. Los 3000 mts. no se sentían. En ningún momento imaginábamos lo que iba a pasar.
Las primeras horas pasaron rápidamente. Llegamos a los 4000 sin muchos inconvenientes. A partir de entonces la cosa se fue poniendo un poco más pesada, los descansos eran más seguidos, las piernas lo notaban y aparecieron las primeras nubes. Sobre el cerro Rincón, en muy poco tiempo, el viento trajo las nubes sobre nuestras cabezas. En ese momento la caminata pasó a ser mucho más lenta, por la altura, pero más porque empezamos a caminar por el medio de una gran nube. La ropa se humedecía de manera muy rápida y la ruta desaparecía con facilidad. Favio, el más joven, tomó la delantera. Al comienzo tratábamos de mantener el contacto visual, pero en algún momento lo perdimos de vista. Con Carlos pensábamos en volver, pero sin consultarlo no podíamos.
Cuando creíamos estar cerca de la cumbre, aparecía otra más alta. Deben ser 12 ó 13 las falsas cumbres, y eso es lo que hace bajar los brazos.

Finalmente, cerca ya de los 5000 mts., Favio nos estaba esperando. Estaba preocupado por estar caminando en medio de una tormenta. La decisión fue hacer los metros que faltaban lo más rápido posible, siempre que no comenzara a nevar. Nuevamente Favio tomó la delantera y Carlos me hacía el aguante para que yo no aflojara.
Ya eran como las 5 de la tarde, teníamos hambre, estábamos mojados y muy cansados por la altura. La tormenta se estaba sintiendo cerca. En esos momentos alcanzamos a Favio que estaba sentado y con cara de preocupación. Pensando que era otra de las falsas cumbres, nos acercamos y nos dimos cuenta que estábamos en la cima. Pero no había alegría en su rostro por haber hecho cumbre en un 5000. Es ahí cuando nos dice: “…No sé qué me pasó, algo me tiró para atrás. Fue como si me hubiese dado corriente, se me pararon los pelos y me dio una patada… sientan el zumbido…”
Efectivamente había un sonido como el de un motor eléctrico pegado. Por suerte (si no creo que no lo contábamos) nos dimos cuenta que estábamos en medio de un campo magnético.
Nos sacamos una foto junto a la cruz de la cumbre sin siquiera llevar el testimonio del ascenso anterior y dejar el nuestro. Debíamos regresar lo antes posible.

Inmediatamente comenzamos a descender por un gran acarreo que cae hacia el Norte. No habían pasado más de 5 minutos y un terrible rayo pasó entre nosotros y cayó en la cumbre que acabábamos de dejar arriba, a 5300 m. sobre el nivel del mar. Los desprendimientos no tardaron y en segundos tuvimos que buscar refugio para soportar las piedras que se soltaron después del estruendo causado por el rayo.
…un terrible rayo pasó entre nosotros y cayó en la cumbre que acabábamos de dejar arriba…
Ya en el refugio, y con un poco de calor y ginebra, recordábamos lo pasado en ese día. Cuando el Franke tome lista de los testimonios de su cumbre, de nuestro paso sólo encontrará una foto de tres andinistas aficionados muy asustados. Del resto nunca se enteró.