Viven en un remolque adaptado mientras recorren los mejores lugares para esquiar en el Sur argentino. Son los mendocinos Bruno Brachetta y Jonathan Venturini, junto a los helvéticos Samuel Aubert y Laurent Bernhard, el autor del relato.
Nos encontramos en Penitentes a principios de julio de 2017 con mi viejo amigo Sam, compañero de montaña. La pequeña estación de esquí está situada en la ruta más importante entre Argentina y Chile, un camino que se eleva hasta los 3.100 m, un corredor con innumerables picos de 5.000 m y, por supuesto, el Aconcagua (6.962 m), el más alto de América.
El centro de esquí tiene dos telesillas que nos llevan de 2.500 a 3.300 m, en un lugar donde las oportunidades son inmensas debido a los picos que lo rodean, superiores a los 4.000 m y aptos para hacer hermosas bajadas. Lamentablemente en este junio de 2017 hubo tan poca nieve que no abrió la estación.
Bruno Brachetta, nuestro amigo argentino, compró una van en desuso -una especie de contenedor sobre ruedas- para transformarla y organizar un viaje a la Patagonia en busca de la nieve.
Durante el mes que nos llevó construir el interior de nuestra casa esquiamos las pocas líneas que quedaban al fondo del valle con nieve. El 12 de agosto se sumó nuestro cuarto compañero, Jonathan, en el camino hacia Mendoza. Cargamos nuestro equipaje, más algunas cajas de vino Malbec y damajuanas (botellas de cinco litros de vino), patrocinado por la bodega de un amigo de Mendoza, Tandem.
A media tarde salimos hacia el Sur. A unos 600 km y de noche empezamos un camino algo dañado con baches gigantes cada 200 metros. Allí “explotamos” el eje de nuestro remolque a más de 80 km/h, giró en el flanco de la casilla y salimos de la pista. A las 3 AM, en medio de la nada, a 100 kms del próximo pueblo y sin redes telefónicas… Ciertamente tuvimos mucha suerte de estar vivos, y la camioneta también. Después de unas maniobras con el 4×4 pudimos dar vuelta la casilla.
El interior era un caos. Una pared quedó roja por una botella de jugo de fruta que explotó, pero lo demás estaba intacto. Abrimos una botella de vino que nos ayudara a pensar cómo continuar nuestro viaje con una caravana sin ruedas. Llegó la Policía y nos ayudó a encontrar un mecánico capaz de remolcarnos.
Encontramos a nuestro salvador a las 5 AM. El complicado remolque nos llevó hasta mediodía. Decidimos volver a Mendoza para que en la empresa metalúrgica de Jonathan reparen el daño y monten rápidamente dos ejes. No hay regulación en Argentina o control de seguridad de vehículos de remolque, por lo que circulamos con un solo eje que soporta un máximo de 1,5 tonelada con una carga de más de 2.
De regreso en Mendoza, en menos de 32 horas comimos 4 asados, instalamos 2 ejes a nuestra casilla, y en 2 días salimos nuevamente en búsqueda de la nieve. Manejamos toda la noche y el 16 de agosto pasamos el día conduciendo por la carretera más conocida en Argentina, la ruta 40, hermosos paisajes y a una velocidad crucero de 40 km/h. Esa misma noche llegamos a Caviahue y dormimos en los estacionamientos del centro de esquí.
La estación Caviahue se encuentra al comienzo de la Patagonia y es reconocida por su fauna, volcanes, araucarias y lagos de aguas termales.
El primer día de esquí y descubrimiento de la estación nos encontramos con viejos amigos que trabajaban en Penitentes. Nos dieron la bienvenida y nos indicaron dónde estacionar durante varios días y disfrutar de su ducha y corriente eléctrica, en un campo al lado de la casa donde se alojan los empleados del centro de esquí.
En las siguientes jornadas cayó una fuerte nevada que acumuló 1 metro en 48 horas. Aprovechamos para esquiar y descubrir un poco más las montañas de alrededor.
Lamentablemente el viento y el volcán activo llenan la nieve de cenizas y no se puede esquiar en gran parte del interesante lugar.
Las largas distancias para llegar a montañas con mayor pendiente nos complican. Lo bueno sería tener motos de nieve para llegar a esos lugares rápidamente. Afortunadamente se anuncia un deshielo y la nieve se derretirá un poco, lo que nos permitirá sacar la caravana de este campo. Después de limpiar a pala un pasaje de 50 metros por 3 hacia la carretera, tratamos de mover nuestra casa. Unas horas más, y al intentar salir quedó nuestro vehículo junto con la van totalmente atascado en el arroyo que se derritió. Con la ayuda de la gente del centro de esquí pudimos salir en un ratrack que llegó en nuestro rescate.
De nuevo en la ruta, decidimos ir a Bariloche, a 400 kms, por el hermoso circuito de los 7 lagos con una tempestuosa nevada. Nos detuvimos en el primer mirador del lago Machónico. A la mañana siguiente descubrimos los idílicos paisajes que nos rodeaban. Continuamos el camino hasta villa la Angostura (a 100 kms de Bariloche), un pequeño pueblo a orillas de un lago, con un centro de esquí llamado Cerro Bayo.
Al otro día nos esperaba el bosque mágico en un día de polvo luego de fuertes nevadas. Demasiada excitación y esquí de alta velocidad me llevaron a caer en un arroyo donde me rompí los huesos de la mano. Como el día era demasiado bueno, no me detuve mucho y seguí esquiando.
Pensé que era solo una distensión de tendones y me tomé un día de descanso. Mis amigos me obligaron a ir al hospital, el médico me hizo una radiografía y finalmente un yeso, para un mínimo de 3 semanas.
Con la moral baja por los pocos días de esquí y un accidentado comienzo del viaje, el 26 de agosto continuamos nuestra ruta hacia el Sur con rumbo a Esquel…
Laurent Bernhard
Continúa en la próxima edición